Javier sabía que el fantasma tenía razón. Se sentía más ágil, más despierto y más atento que de costumbre, como preso de una adrenalina doble. Ésta vez, fue él quien comenzó a correr con determinación hacia su rival, quien pudo notar el cambio al percibir al nuevo invitado. Ya no debía subestimarlo, por lo que se dispuso a cargar sus puños para hacer daño fatal.
Javo lanzó una seguidilla de golpes al rostro del Turco que fueron eludidos y contratacados con un gancho a las costillas que le quitó el aire un momento. Estuvo a punto de recibir una contundente zurda en la mandíbula pero logró eludirla retrocediendo. Lo midió un segundo y esperó el siguiente golpe, que otra vez fue hacia su torso. Bajó el brazo izquierdo para recibir el golpe mientras preparaba el derecho para romperle la nariz. Ambos se golpearon con furia a la vez, pero quien terminó perdiendo fue Javier. Su zurda había quedado lastimada y medio dormida mientras que el Turco apenas había sentido el golpe. Comenzó a eludir los golpes de su rival mientras intentaba recuperar la sensibilidad, pero al mirarse notó que tenía una grave herida sangrando, como si el puño le hubiera explotado y arrancado un pedazo de carne junto al hule. No sanaría pronto y con eso, la pelea estaba terminada. Mientras se distrajo pensando en eso, recibió un destructivo puño en el pecho que lo lanzó hacia una pared y la derribó al impactar. Javo estaba malherido y apenas podía moverse. "Bueno, acá la quedamos, parece. Si me muero con vos, no sé qué me va a pasar, honestamente", confesó, Ricky, mientras acompañaba al muchacho en sus últimos momentos. El Turco tomó de entre los escombros al ahora inconsciente Javo de la ropa y lo lanzó como una bolsa de papas de nuevo al "Caminito".
- ¡Osman! ¡Terminá con ésto, por favor! - Gritaron, desde lejos, haciéndolo volverse. Era Adriano y detrás de él venía también Miguel.
- ¡Ah, vos! Veo que venís con el famoso viejo, también. Pensé que ya estabas retirado, Miguel. Me olvidé de vos allá atrás. Pendejo, ¿Cómo sabés mi nombre? - Confesó, el Turco.
- Yo se tu historia. Fui a la casa de Saavedra. Allí te tuvieron secuestrado de chico, ¿No?
- ...
- Intentaste escapar. No fuiste el único. Te lavaron el cerebro, ¿No? ¿Te hicieron creer que los Majis libres son peligrosos, verdad?
- A mi nadie me lavó el cerebro. Ustedes destruyen el balance del universo. Sus almas están corrompidas y deben ser purificadas para devolverle fuerza a la existencia.
- ¿De qué mierda habla, Miguel?
- Es absurdo lo que decis. Vos también estás contaminado por una silueta, vos tenés la misma condena que todos - Lo corrigió, el Maestro.
- Los Ereboine buscan la perfecta armonía entre nosotros y las sombras. Sólo entrando en comunión con ellas vamos a sobrevivir al fin del universo. Pero como yo se que se van a resistir, mejor que terminemos con esto de una vez. No voy a permitir que detengan nuestro camino.
- ¡Pero vos sos una víctima también! Por dios, hicieron experimentos con vos y con otros chicos. ¿No te acordás? ¿Lo tenés todo reprimido? - Intentó despertarlo, Adriano.
- ¡Dejá de hablar!
Luego de gritar, Osman expulsó un aura azul en el centro y naranja por fuera más intensa que nunca, resplandeciendo todo a su alrededor y con tanta fuerza que algunos escombros se desplazaban. "Este es el momento de la verdad, Adri", le dijo, Miguel, mientras cerraba los ojos y rayos comenzaban a recorrerle todo el cuerpo con violencia. ¿Esa era el aura de un Denkijin? El joven siguió el ejemplo, aunque no sabía cómo liberar su poder como los otros. Cerró los ojos e intentó concentrarse, pero no estaba seguro de cómo lo había logrado en su viaje místico. Una aura roja comenzó a brotar en él y resplandecer, pero sentía todavía a su rival inmensamente intimidante.
El Turco levantó ambos brazos en dirección de cada uno y les lanzó una bola de fuego que tuvieron que esquivar rodando. Contando con eso, mientras lo hacían se acercó corriendo primero a Adriano, que apenas levantó la mirada se encontró con un puño impactándole en la mandíbula y lanzándolo contra una pared. Comenzó a cargar una poderosa técnica cuando Miguel comenzó a electrocutarlo desde atrás, paralizándolo unos momentos. El muchacho intentó reincorporarse y también cargó su poder para luego lanzarle una poderosa llamarada, produciendo una inmensa explosión. Se escucharon varios gritos y se dieron cuenta que no iban a pasar desapercibidos mucho más. Esto tenía que terminar rápido.
- Nadie va a venir a ayudarlos. No sé quién les habrá estado pasando información, pero ningún policía va a venir a ayudarlos. Son todo míos hoy - Dijo, desde dentro del humo disipante, el Turco, completamente ileso y cubierto por su poderosa aura.
- ¡Con qué mierda hay que darle a este tipo! - Se desesperó, Adriano.
- Hay que terminar esto cuerpo a cuerpo - Opinó, Miguel, mientras se lanzaba contra su rival a gran velocidad.
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Adriano
General FictionAdriano Fuzzeta es un periodista de poca monta que bebe para olvidar y fuma marihuana para controlar su especial cualidad: Manipular el fuego. Vive refugiado en sus vicios preguntándose si es el único en el mundo así hasta que un día, un jóven de Sa...