Cursed

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Había sucedido durante una misión. Lance y Keith habían sido acorralados por más centinelas Galras de los que podían sobrellevar. Y aunque su equipo los rescató en el último minuto, todos sabían que algo había pasado en esos momentos que estuvieron en la nave. Pero nadie sabía que.
El equipo entero estaba sentado en la sala de descanso, un silencio sepulcral en el aire.
—Lance... —comenzó Keith.
—Lance nada —lo cortó este—. No puedo creerlo —Lance se echó para atrás en su asiento y cubrió sus manos en un gesto de frustración—... No de nuevo.
—Esto es mi culpa —Keith bajó la mirada.
—¿Qué? —Lance descubrió su rostro y lo miró— no, no lo es. Es culpa de ese... Ese... Ugh —Lance gruñó— ojalá ya esté más que muerto.
—Sabes lo que haría si te escuchase diciendo eso —comentó Keith ahora algo divertido.
—¿Qué más puede hacerme? ¿No nos ha estado torturando a ambos por siglos ya?
—No pretendo interrumpir, pero ¿de qué rayos hablan? —Pidge los miró a ambos alternativamente.
Keith y Lance intercambiaron miradas por unos largos segundos y finalmente volvieron a ver a Pidge y a los demás, notando cómo Allura y Koran acababan de llegar a la sala también.
—Tenemos algo que contarles —Lance se levantó de su lugar y se posicionó junto a Keith—. Sé que puede sonar como la mayor locura de el mundo, pero sólo piensen que ahora somos pilotos de leones gigantes en el espacio y peleamos contra alienígenas.
—Así que no es imposible —siguió Keith—. Bueno, verán... Nosotros somos... Éramos...
—Éramos Dioses —la sala se quedó en silencio de nuevo después de las palabras de Lance.
—Espera, Dioses cómo... ¿Los Dioses griegos y esas cosas? —preguntó Pidge.
—Aún más antiguos. Era el inicio de los tiempos, literalmente. Yo era el Dios de la Luna, y Keith...
—El Dios del sol —Keith murmuró—. Aunque los demás dioses nos consideraban dioses menores. Pero el Dios mayor, padre de todos, nos castigó y nos transformó en mortales.
—Nos maldijo.
—¿Y porqué lo hizo? —preguntó ahora Hunk— es decir, si era "Padre de todos" no se supone que debería de ser un poco más... ¿Paternal?
—Oh no, para nada —la sonrisa de Lance indicaba que ese comentario le había causado mucha gracia—. Nos castigó porque rompimos una regla importante.
—Él nos asignaba una pareja, y llegados los 1000 años debíamos de "fundirnos" con ella. Así se creaban los dioses mayores, con los dos dioses menores que fueron asignados a estar juntos por él fusionados. Estaba prohibido estar con alguien más que no fuera tu pareja.
—Y rompimos esa regla —Lance se giró a mirar a Keith y sonrió—. La luna cayó por el sol...
—Y el sol por la luna —completó Keith, sonriendole a Lance de igual manera.
—Un segundo, paren su historia. ¡¿Ustedes se enamoraron!? —gritó Pidge con incredulidad. Lance y Keith se giraron a mirarla de nuevo y asintieron.
—Okay, esta historia es interesante —Hunk habló mientras se acomodaba en su lugar.
—Ya lo creo —habló por primera vez Shiro.
—Bien, pasado eso, ¿Podemos continuar? —los demás asintieron, indicándole a Lance que siguiera con la historia—. Entonces fue cuándo nos castigó... o maldijo, cómo sea. Creíamos que sólo nos transformaría en humanos. Pero la maldición consistía en mucho más que eso.
—Estamos condenados a renacer una y otro vez como mortales, y estamos destinados a encontrarnos.
—A enamorarnos.
—A recordar nuestras vidas pasadas y el inicio de todo...
—Y a morir poco después de eso —terminó Lance, bajando la mirada.
Hubo un silencio monumental de nuevo.
—En todas nuestras vidas, no hemos podido estar juntos. Keith o yo moríamos horas o días después de admitir nuestros sentimientos y recordar todo.
—Lo cual acaba de suceder... De nuevo —Keith suspiró.
—Eso... Es muy triste —sollozó Hunk mientras corría a abrazar a sus dos amigos.
—¿Y no hay manera de romper la maldición? —preguntó esta vez Allura.
—No que nosotros sepamos, princesa... Hunk, amigo, no puedo respirar —Lance soltó un quejido y Hunk los soltó a ambos.
—Lo hemos intentado de todo, pero nada ha logrado funcionar. Siempre nuestra maldición sigue igual.
—De echo... —Lance mordió su labio.
—¿Qué? —Keith alzó una ceja.
—Pues...
—Lousine... —murmuró Keith como advertencia. Lance arrugó la nariz.
—No me llamabas así en siglos, Soare.
—Sólo dímelo antes de que te golpee en la nariz.
—Muy bien, muy bien. Rayos, ¿por qué en todas nuestras vidas eres así de gruñón?... Solo bromeo —añadió Lance rápidamente al ver como Keith fruncia el ceño—. En esta vida yo logré recordar todo antes...
Keith se quedó en silencio un segundo.
—¿Qué...?
—Lo recordé en cuanto te vi. Algo falló con la maldición... Por eso te hice mi rival, para evitar esto de nuevo.
—¿La maldición falló? —repitió Keith, arqueado las cejas. Lance asintió.
—Por primera vez en 50000 años —murmuraron ambos a la vez.
—¿50000 años? Vaya, y yo creí que 10000 años eran demasiados. Ustedes son literalmente más viejos que Allura y Koran —Pidge acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz.
—Eso sin contar los milenios que teníamos cuándo nos hicieron mortales... Recuerdo cuanto lo odiaba al principio. No entendía porque era tan tedioso y difícil. Antes podía tener a todas las señoritas que quisiera con sólo chasquear mis dedos —Lance suspiró dramáticamente.
—¿Siempre ha sido así? —Shiro se giró a mirar a Keith y este resopló.
—Y no lo conociste cuando vivimos en Grecia. Literalmente nos conocimos porque el estaba tratando inútilmente de enamorar a Safo.
Pidge soltó una carcajada mientras los demás la venían sin entender la razón de su risa.
—Oh, vamos. No puedo ser la única con cultura aquí. ¿Safo? ¿La poeta conocida por sus relaciones lésbicas?
—Oh... — Hunk hizo una leve mueca—¿Trataste de seducirla, Lance?
—En mi defensa, no sabía que le gustaban las mujeres.
Keith rodó los ojos.
—Keith, ¿estás seguro de que no te ha engañado alguna vez? —preguntó Pidge, mirando a Lance con los ojos entrecerrados.
Lance se puso una mano en el pecho de manera dramática.
—¡Yo jamás engañaría a Keith!
—Regresando al punto —interrumpió Shiro—. La maldición. Falló algo esta vez.
Keith y Lance asintieron.
—Y también alguno de los dos puede morir en cualquier momento —añadió Lance, girándose a mirar a Keith después—. Así que, 0 misiones con la espada.
—¿¡Qué!?
—Sé que no te gusta, pero ir significa una muerte segura, Keith.
—¡Pero...!
—Keith —interrumpió Lance, tomando a Keith de los hombros—. Te he visto morir más veces de las que me gustaría, no quiero que se repita una vez más.
—... Muy bien —murmuró Keith.
—Pero, ¿no creen que ya hay una manera de romper la maldición? Si falló después de tanto tiempo... —comentó Allura.
—Quizás, pero no estamos seguros aún. Hemos intentando de todo en los últimos milenios y nada ha... —Lance dejó de hablar de pronto y se quedó quieto.
—¿Qué? —Keith preguntó de nuevo.
Lance murmuró algo que nadie logró escuchar.
—Habla más alto —se quejó Pidge.
—... Mis... Yo... —Lance se quedó en silencio durante varios segundos—. Estoy sintiendo mis poderes regresar.
—Eso es imposible... —Keith murmuró—. ¡Vamos, haz algo!
Lance asintió y respiró hondo antes de mover una de sus manos y lograr crear y controlar un poco de agua. Lance palideció al instante y dejó caer su mano, el agua cayó al suelo al instante.
—No puedo creerlo... Mis poderes –Lance miró sus manos como si de pronto fueran las cosas más interesantes del universo.
—La maldición definitivamente está debilitándose.
—Así que puede que ahora si logremos romperla —una sonrisa creció en los labios de Lance mientras se tiraba sobre Keith para abrazarlo—. ¡Keith, nuestra maldición puede romperse por fin!
—Oye... ¡Lance, no saltes encima de mi así como así, casi me caigo!
—Vamos, no empieces de aguafiestas...
Ambos empezaron una pequeña discusión mientras los demás los miraban algo exasperados.
—Hasta ahora, la parte de su historia que más me cuesta creer es la parte donde están enamorados —comentó Pidge. Lance la miró fijamente por unos segundos y movió su mano para crear algo de agua flotando por sobre la cabeza de Pidge, después movió su mano de nuevo y dejó caer el agua sobre Pidge.
—¡Lance! —chilló esta, completamente empapada.
Pidge estaba a punto de matar a Lance antes de que la maldición lo hiciera cuando escucharon a Koran aclararse la garganta. Nadie había notado el momento en el que salió de la habitación y regresó con un grueso y desgastado libro.
—Creo que tengo la solución para su maldición —anunció alegremente mientras abría el libro—. Hay un antiguo ritual Alteano que servía para romper toda clase de maldiciones.
—¿Éstas seguro de que eso servirá? —Allura se acercó y comenzó a leer el dichoso ritual.
—Si su maldición siguiera igual diría que no, pero ahora que sabemos se está debilitando podemos intentarlo.
—¿Qué estamos esperando? ¡Vamos antes de que tengan que conseguir reemplazos nuestros para poder formar a Voltron! —Lance saltó de su lugar y prácticamente corrió en dirección a Allura y Koran. Keith lo siguió a paso normal.
—Bien, supongo que podemos intentar —Allura les sonrió a ambos.

Unas dos horas después, todo estaba listo. Allura realizaría el ritual. Les había tomado algo de tiempo encontrar los materiales que necesitaban, ya que eran materiales Alteanos muy difíciles de conseguir en la actualidad, si no es que era casi imposible.
Una vez todos los ingredientes estuvieron reunidos y todos posicionados comenzaron el ritual.
—Las maldiciones corrompen la Quintaesencia de una persona —Explicó Allura mientras mezclaba algunos ingredientes en dos pequeños cuencos—, este ritual se trata de tomar las partes corruptas y limpiarlas de nuevo. Ahora, necesito que tomen esto —Allura les entregó los cuencos— dejará sus cuerpos en un estado que me ayudará a poder controlar sus Quintaesencias y limpiarlas.
Ambos asintieron y tomaron los cuencos y los examinaron mientras Allura terminaba de preparar otro cuenco con ingredientes diferentes.
—Tenemos que tomarlo todos juntos —Keith y Lance asintieron y contaron hasta tres, tomando los tres el contenido de sus cuencos al terminar de contar.
Seguido de esto, Lance y Keith sintieron la energía de sus cuerpos abandonarlos y ambos se desmayaron antes de darse cuenta.

Lance fue el primero en despertar, mirando al rededor confundido por un segundo antes de ver a Keith aún inconsciente junto a él.
Lance miró sus manos de nuevo y frunció el ceño de manera leve.
—¿Funcionó...? —se preguntó a sí mismo en voz baja.
—Eso creo —Lance se giró a mirar a Allura, lucía realmente cansada—. Pero no podemos estar seguros hasta que Keith despierte.
—Bueno, si no despierta sabremos que no funcionó —murmuró Lance sin ganas. Realmente estaba cansado de esa estúpida maldición, el sólo quería poder estar con Keith por más de una semana sin que algo matase a alguno de los dos. Además, ahora tenían una razón más por la cual no podían morir, Voltron los necesitaba, no podían defender la galaxia si les faltaban dos paladines.
Los minutos parecieron los más largos de todos los milenios de vida de Lance, pero finalmente Keith despertó.
Dio una desconcertada mirada a su alrededor antes de centrarse en Lance.
—Hey, solecito —Lance sonrió leve—. ¿Cómo te sientes?
Keith no contestó y se mantuvo en silencio durante varios segundos antes de extender su mano y lograr crear algo de fuego, las brillantes flamas danzando en su palma por unos segundos antes de que el mismo las apagase cerrando su palma, con una gran sonrisa extendiéndose por sus labios.
Ninguno de los dos dijo nada, solo se fundieron en un abrazo, sonriendo ampliamente mientras Allura los dejaba solos.
Pasaron varios minutos hasta que se separaron, aún sonrientes.
—No más maldición... No puedo creerlo, por fin somos libres.
—Sí... —Lance tomó la mano de Keith—. Por fin lo somos, Soare.
Ambos rieron levemente antes de acercarse lentamente y mirarse a los ojos antes de besarse.
Su maldición estaba rota por fin, ya no tenían nada de lo que preocuparse.

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