Se decía que en los tiempos antiguos los dragones y los seres del agua vivían en constante guerra. La guerra duró muchos siglos, hasta que finalmente hicieron la paz, después de la gran guerra que acabó con una parte del mundo mágico, pero desde entonces el contacto entre estos seres estaba estrictamente prohibido.
Los dragones y los seres del agua eran de lejos los grupos más inusuales del Reino, siendo así que eran las únicas razas en las que los híbridos eran algo de lo más usual para todo el mundo. Demonios, brujas y demás criaturas del Reino constantemente se mezclaban con alguna de las dos clases, excepto una clase con la otra. No existía tal cosa como el amor o la amistad entre estas dos clases, y usualmente cada una se quedaba en su territorio designado por la Reyna de las hadas, la monarca de el Reino mágico de Asthie que se encargaba de preservar la paz, podían explorar el resto del Reino, pero sus territorios estaban prohibidos para la otra clase y se penalizaban con la muerte, ni si quiera la Reina podía intervenir en eso. La tierra de Asthie era por lo general tranquila habiendo pasado ya 3 siglos desde la guerra mágica, pero al parecer las cosas estaban por cambiar muy pronto...
—No lo entiendo Plaxum —murmuraba un castaño sentado en una roca mientras miraba dos pequeñas conchas de mar frente a él—. Algo no está funcionando.
—Lance —interrumpió la sirena con exasperación, recargada en la misma roca y mirando a su amigo— tu magia es perfecta, siempre funciona.
—Pero siempre hago la misma pregunta —insistió Lance—. Y la respuesta siempre es la misma, Plaxum. Así que algo no está funcionando con mi adivinación hoy.
Plaxum puso los ojos en blanco.
—Quién sabe, quizás sólo por fin cambió la respuesta a tu pregunta.
—Pero eso es imposible —Lance se cruzó de brazos y siguió mirando las conchas con enfado, como si de pronto fueran a voltearse para volver a indicar el 'No' por sí solas.
—No lo es. ¿Puedes dejar de estar así? Quizás antes decían que no porque aún no llegaba tu tiempo de conocerlo, ¿no lo crees? El destino y todas esas cosas. No lo sé, tú eres el que sabe más de eso.
Lance pareció olvidar su enojo y considerar esto por un par de segundos.
—... No lo sé —suspiró por fin mientras recogía ambos pequeños objetos en su mano—. Quizás sólo necesito unas nuevas, ¿crees que podrías ayudarme con eso?
Plaxum lo miró alzando una ceja.
—¿No dijiste tú mismo que hay unas muy buenas conchas marinas encantadas para adivinación en el mercado de Tanet?
—... Bien —gruñó el castaño mientras se levantaba de la roca de mala gana—. Iré a buscar las mías, gracias por enviarme sólo a Tanet, Plaxum.
—Sabes que las estrellas de mar me avisarán si te sucede algo, ellas se enteran de todo. Ahora ve y deja de ser un renacuajo, si te apuras puedes estar de regreso para el anochecer. Es luna llena, sé que no querrás perderte la oportunidad de hacer algo de magia en la orilla de la playa.
Lance volvió a gruñir como respuesta y marchó en dirección a la playa.
—¡Intenta no perderte entrando al desierto! —gritó Plaxum por última vez, logrando casi ver el gesto de exasperación de Lance antes de sumergirse de nuevo en el agua.
Tanet era una región desértica en el centro de Asthie, y en el centro del desierto existía una ciudad. Al principio, la ciudad era sólo como cualquier otra, pero después se convirtió en la única en todo el Reino con un mercado tan grande, que abarcó eventualmente la ciudad entera. De inicio a fin, era el mecado más grande de Asthie, había prácticamente de todo: desde artefactos mágicos (Como las conchas encantadas que iría a buscar Lance) hasta materiales tan raros como uñas caídas de ogro o tierra de entre los dedos de la gente roca.
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One Shots Klance
RomanceUna vez que tenían una maldición, otra donde vieron a sus futuros hijos, otra donde eran criaturas mitológicas, y otras con diferentes mundos alternos. Pero en todas, se enamoraron.