Recuérdame.

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Lance sabía que no debía tener esperanzas, estaba consciente de que eso sólo iba a lastimarlo más. Pero igual, cuando vio de nuevo ese cabello revuelto no pudo evitarlo.
Tenía la esperanza de que Keith lo hubiera recordado, que sus memorias, antes idas por el accidente del cual fue culpado y por el cuál fue expulsado, hubieran regresado. Que recordase aquellas noches en el cuartel donde se escabullian para verse, para susurrarse palabras dulces, que recordase sus sentimientos, que recordase lo que pasaron juntos.
Pero sus esperanzas se esfumaron y su corazón volvió a romperse cuando escuchó aquella simple frase.
—¿Quién eres tú?
Aunque por supuesto, Lance debía actuar. Se había vuelto un profesional en eso, después de todo.
—Uh... El nombre es Lance —dijo cómo si fuera lo más obvio del mundo mientras iba a ayudarle a cargar a Shiro para poder sacarlo de ahí.
—Oh, te recuerdo —el corazón de Lance dio un vuelco—. Eres el piloto de carga —Lance mordió su labio fuertemente antes de contestar.
Por su puesto, pensó. Ahora no era más para Keith que eso. El piloto de carga.
Lance pensó que eso sería todo, que salvarían a Shiro, hablarían un poco, y después dejaría a Keith salir de su vida de nuevo, cómo ya lo había hecho antes. Pero el destino es algo cruel, y tenía otros planes para ellos.
Así que encontraron el león azul, y antes de darse cuenta estaban a años luz de la tierra, en una nave-castillo con los dos últimos Alteanos del universo y con la importante misión de ser los Paladines de Voltron, el protector del universo.
Así que Lance estaba encerrado en una nave con Keith y sus amigos por quién sabe cuánto tiempo, seguramente, años hasta que lograsen derrotar al imperio Galra. Ahí fue cuando Lance lo decidió. Si no podía hacer a Keith recordarlo, entonces lo haría odiarlo, por eso comenzó una rivalidad con él.
Porque quería que Keith lo odiara, de esa manera quizás Lance podría deshacerse de sus sentimientos de una vez por todas.
Nadie en la nave lo sabía, nadie más que él, ni siquiera Hunk estaba enterado del dolor en el pecho y las mariposas en el estómago que sentía Lance cada que Keith entraba en la habitación.
Entonces, el día llegó. Keith había resultado herido gracias a la última misión, habían tenido que cargarlo a la cápsula de sanación y había pasado cerca de dos días ahí adentro. Después de salir y de cambiarse y comer algo, fue cuándo el sermón comenzó. Todos los estaban reunidos en el puente y Shiro estaba de pie frente a Keith, este con los brazos cruzados y una mirada de molestia.
—Keith, debo admitirlo, salvaste la misión pero eso fue algo muy arriesgado.
—Pero tú lo dijiste Shiro, salvé la misión.
—¿Y qué hubiera pasado si no hubiera sido así? Pudiste haber muerto, y la misión hubiera fracasado.
—Pero no fue así —dijo Keith exasperado.
—Keith, debes entender que no todo el tiempo puedes arriesgarte así. Somos un equipo y todos somos importantes para la coalición, no podemos arriesgarnos a perder a ningún miembro.
—No pasó nada, ¿bien? Ya déjalo, Shiro.
—Keith...
—¿Porqué eres así todo el tiempo? —interrumpió Lance, algo molesto—. Haces todo sin importante las consecuencias o si algo te sucede. Pues déjame decirte, que hay personas a las que les importa lo que te pase, idiota.
—No te metas, Lance. ¿Desde cuándo a ti te importo?
—¡Desde siempre! —reclamó Lance, no reparando en sus palabras en ese momento.
—¿En serio? Porque que yo recuerde, nunca te he importado.
—¡Ese es el problema, Keith! —gritó Lance, con lágrimas amenazando salir de sus ojos—. ¡Que no lo recuerdas! Tu no... Tú... Ugh —Lance frotó sus ojos con molestia, quitando sus lágrimas de sus ojos.
—¿De qué rayos estás hablando?
Lance mordió su labio con fuerza. Había hablado de más. Pero estaba tan enfadado que no se paró a pensar sus siguientes palabras.
—El accidente, Keith —Lance bajó la mirada—. Sé que sabes de qué hablo.
Keith retrocedió sorprendido y miró a Lance con un poco de desconfianza.
—¿Cómo sabes eso?
—Yo estuve ahí. Te vi, y además... —Lance se detuvo y desvío la mirada, sacudiendo la cabeza—. Nada, olvídalo.
—No, termina lo que dijiste.
—Te dije que lo olvidaras —la voz de Lance se cortó un poco al decir esa última palabra.
—No lo haré, ahora dímelo.
Lance se quedó en silencio y entonces la alarma volvió a sonar. Una nave Galra los había encontrado y estaba por atacarlos.
Lance sacudió la cabeza y salió corriendo en dirección a su león. Los demás intercambiaron miradas antes de seguirlo.
La misión transcurrió normal, con la excepción de que justo antes de que pudieran vencer a sus enemigos un disparo logró alcanzar al león rojo. Escucharon varias quejas y gruñidos de parte de Keith mientras el león perdía el control y salía dando vueltas y chocando con escombros. Para cuándo el león dejó de girar por todos lados intentaron preguntarle a Keith si estaba bien, pero no recibieron respuesta.
Vencieron a sus enemigos de la manera más rápida posible mientras Allura acercaba el castillo para poder recoger a Keith y al león.
Una vez destruyeron por completo la nave Galra regresaron al castillo de prisa y todos salieron de sus leones. Lance y Shiro fueron los primeros en salir corriendo en dirección al león de Keith.
—¡Red, ábrenos! —ordenó Lance. El león obedeció de inmediato, sabiendo que su paladín estaba en problemas. El paladín azul entró corriendo al león, seguido de cerca por el paladín negro.
Adentro, encontraron a Keith al parecer inconsciente en su silla. Shiro le retiró el casco y lo sacudió levemente del hombro, viendo un pequeño hilo de sangre escurrir por su mejilla desde algún punto en su cabeza.
—Lance, ayúdame a llevarlo a las cámaras de sanación —Lance asintió y de inmediato ayudó a su líder a cargar a Keith fuera de su león.
—¿Qué le sucedió? —preguntó una preocupada Pidge en cuanto los vio salir del hangar cargando a Keith.
—Parece que se golpeó la cabeza —respondió Shiro—. Lo llevaremos a las cámaras de sanación.
En ese momento Keith se removió y murmuró algo.
—¿Qué?
—Lance... —Keith abrió los ojos con pezades y miró a Lance—. Te recuerdo...
El mundo de Lance dio un giro completo de 180 grados en ese momento.
—¿De... De qué hablas? —preguntó con dificultad.
—El... Cuartel... —murmuró Keith con dificultad antes de caer inconsciente de nuevo.
—Lance —lo llamó Shiro—. Vamos, tenemos que llevarlo.
Lance se obligó a sí mismo a caminar, aunque su mente estaba en otro lugar en ese momento.
Dejaron a Keith en la cámara y después Shiro se giró a mirar a Lance, el cuál contemplaba el rostro de Keith con expresión distante.
—Quizás le tome un par de días salir de ahí—dijo Shiro.
Lance asintió y siguió con la misma expresión.
—Deberías ir a descansar un poco.
Lance negó con la cabeza, al parecer rehúsandose a hablar y a moverse de ahí en ese momento.
—¿Seguro?... —Lance asintió mientras se sentaba junto a la cámara en dónde estaba Keith.
Shiro suspiró y salió de la habitación, dejando a Lance ahí.

Otros dos días pasaron y Lance seguía sin despegarse del lado de Keith, el cuál seguía inconsciente dentro de la cámara de sanación.
—Vamos, Keith... —Lance soltó un quejido—. Tienes que salir de ahí, idiota. Tienes que salir y decirme que recuerdas todo ese maldito año que estuvimos juntos o en serio voy a lanzarte al espacio...

El tercer día, la cámara se abrió y Keith se tambaleó hacia adelante, siendo Lance quien se levantó de inmediato de su ya usual lugar junto a la cámara y lo atrapó.
Keith pareció tardar unos segundos en recuperarse y erguirse en su lugar con una mirada confundida.
—¿Qué...?
—Dime que lo recuerdas —rogó Lance, una mirada suplicante en su rostro. Keith parpadeó confundido.
—¿Recordar qué?
Lance bajó la mirada y suspiró ante la respuesta de Keith. Claro que sí, claro que Keith lo olvidaría de nuevo y...
—Sólo estoy jugando, ahora sí lo recuerdo.
Lance alzó la mirada rápidamente, logrando ver la leve sonrisa divertida en el rostro de Keith.
—¡Me asustaste! —se quejó Lance, y entonces comprendió lo que Keith había dicho—. Espera, espera, ¿que recuerdas qué exactamente?...
Keith rodó los ojos con algo de fastidio.
—En el cuartel, Lance. Cuándo nosotros... —repentinamente Keith apartó la mirada—. Ya sabes...
—¿Ya sé qué? —Lance sonrió divertido logrando que Keith soltara un bufido.
—Sabes a lo que me refiero.
—No, no tengo idea. Ilumíname por favor.
—Ugh... Hablo de cuándo salíamos, idiota —Keith se cruzó de brazos con molestia, logrando una sonrisa de victoria en Lance.
—Lo sabía.
—¿¡Entonces porqué me hiciste decirlo!?
—Quería escucharte decirlo —Lance soltó una risa, aunque después puso un semblante serio—. En verdad... ¿En verdad recuerdas?
Keith miró a Lance y asintió.
—Todo.
Lance sonrió ampliamente ante esta respuesta.
—Entonces, ¿significa eso que podemos dejar la supuesta rivalidad de lado y seguir con nuestra relación dónde la dejamos?
—Hum... —Keith hizo una mueca pensativa—. Tendré que pensar sobre eso.
—¡Keith! —volvió a quejarse Lance.
—Ya, ya, sólo estoy bromeando.
Lance infló las mejillas como si de un niño se tratase y finalmente sonrió de nuevo, lanzándose sobre Keith para finalmente poder besarlo de nuevo.

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