Lex Lebeau [Klance Carmen Sandiego AU]

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—Así que me engañaste...
—Keith, no, no es lo que parece.
—¿No? ¿Entonces qué hacías ahí anoche?
Lance mordió su labio nerviosamente y no contestó.
—Yo...
—Todo este tiempo tú eras el gran y famoso ladrón Lex Lebeau, ¡el que llevo siglos persiguiendo!
—¡No soy un ladrón! —se defendió Lance de inmediato.
—Sólo me viste la cara.
—¿¡Quieres parar y escucharme por un segundo!?
—Tres años. Desapareciste tres años y cuando regresas resulta que tienes un alter ego espía al que llevo mucho tiempo persiguiendo.
—Tampoco soy un espía.
—Eres un mentiroso, eso eres.
—Keith... —Lance suspiró exasperado—. Yo no robo nada, yo sólo me encargo de proteger las cosas antes de que alguien más las robe.
—¿Alguien más? ¿Cómo quién, tu hermano gemelo malvado?
Lance rodó los ojos con molestia.
—Te diré quién, la organización de los Galras.
—¿Sigues con las mentiras?
—Sólo déjame explicarte. Luego podrás gritarme todo lo que quieras.
Keith gruñó.
—Tienes 5 minutos —dijo mientras se recargaba en la pared detrás suyo, con los brazos cruzados y mirando a Lance con los ojos entornados.
Lance suspiró y rascó su nuca algo nervioso, buscando la manera adecuada de empezar la historia.
—Existe una... Organización secreta. Se hacen llamar los Galras, y tienen su propia escuela para entrar a sus estúpidos ladrones. Yo crecí ahí. Nunca conocí nada más que la academia, crecí entre clases sobre cómo robar un dólar de un bolsillo y cómo escabullirme sin ser visto. Fue al rededor de esa época que te conocí, aprendí a escaparme de la academia sin que nadie lo notase, y... Tú me hablaste sobre cómo estabas a punto de convertirte en detective, cómo podrías detener ladrones y arrestar a las personas malas en este mundo... Entonces comprendí que la academia estaba mal, había algo sospechoso sobre todo lo que sucedía ahí adentro. Y tenía razón, pero lo aprendí de la peor manera posible... Logré escapar, y al principio sólo quería alejarme lo más que pudiera de esa vida, por eso acudí a ti. Pero después de un tiempo, me di cuenta de que si alguien no hacía algo, pronto nadie podría detenerlos; y yo era la única persona en su contra con la suficiente información sobre ellos como para poder hacerlo. Así que me convertí en Lex Lebeau, y empecé a "robar" lo que sabía que ellos querían. Pero mi trabajo sólo es intentar que esos maníacos no tomen control total del mundo. Además, jamás robo nada de verdad, sólo lo oculto hasta que es seguro que se fueron y no regresarán por él pronto.
—Déjame ver si entendí, ¿desapareciste de la nada 3 años para intentar desmantelar una organización secreta que te crío para ser un ladrón profesional y que está intentando dominar el mundo?
—... Sí, algo así.
—Bien, suponiendo que te creo, ¿Porqué nunca me dijiste?
—Era muy peligroso, Keith. Además, tú eres el detective encargado de atraparme...
—¡Debiste decirme cuando te dije que me habían asignado el caso!
—¡No sabía cómo ibas a reaccionar!
Lance suspiró.
—Si ahora sabes esto, entonces creo que también es hora de que conozcas a mi equipo.
—¿¡Equipo!? ¿Quieres decir que tienes un equipo y tampoco lo mencionas hasta ahora? —Lance se encogió de hombros, la típica sonrisa leve que usaba a modo de disculpa en su rostro.
—Los conoces, al menos a algunos. Y todo buen espía necesita su equipo.
—Creí que dijiste que no eras un espía.
—Sí, lo hice. La respuesta depende de a quién le preguntes, aveces soy un espía, aveces no.
—... ¿Me recuerdas porqué acepté ser tu novio exactamente? —suspiró Keith
—Soy encantador, esa es la razón. Ahora vamos, mi equipo está aquí cerca... —Lance se detuvo súbitamente—. Keith, te preguntaré algo, y sé sincero conmigo.
—Muy bien.
—¿Vas a entregarme?
—¿Y porqué debería?
—Soy el ladrón más buscado del planeta —Lance hizo una leve mueca de disgusto al decir la palabra ladrón.
—Sí, lo sé —Lance miró a Keith confundido—. No voy a entregarte, eres mi novio. Además, ¿quién detendría a esos Galras si te atrapan?
Ambos sonrieron cómplices.

—¿¡Hunk!?
—Oh, hola Keith —saludó este, con una leve sonrisa en su rostro.
—Hunk es mi genio detrás de todos los artefactos que uso. Pidge le ayuda, pero ella y Matt son más que nada mis chóferes, Hunk se encarga de darles mi ubicación exacta y ellos dos se encargan de recogerme a tiempo.
—¡¿Los Holts son parte de tu equipo también?!
—Claro que lo son. Allura y Coran nos consiguen el transporte.
—Bien, ¿hay alguno de nuestros amigos que no sea parte de tu gran secreto que hasta ahora puedo saber?
—Shiro. Ya sabes, es el jefe del departamento de policía, decirle sería tanto una ventaja como una desventaja. Pero bueno, ahora que lo sabes, tú tendrás un lugar honorífico en el equipo... Me ayudarás a escapar de la policía.
—¿Y si Shiro sospecha porque logras escapar? —Lance hizo un ademán despectivo con la mano.
—No te des tanto crédito, en tres años no me atrapaste.
—Casi lo hago anoche.
—Casi, pero te tomó tres años —Lance asintió—. El punto es, no sospechará nada.
Keith suspiró.

Una sombra se movió sigilosa en la oscuridad aquella noche en París. Siendo tan cuidadoso y silencioso como un gato, dejando nada más que una estela azul a su paso.
Con el mismo cuidado y sigilo que siempre, Lex Lebeau logró entrar al museo. Su objetivo era sencillo, sólo tenía que ocultar una pintura. Por primera vez, no se preocupó por cuánto tiempo podía tomarle, esta vez tenía un aliado importante que lo ayudaría a escapar.
Identificar la pintura no fue difícil, conocía los gustos de Lotor, sabía que quería la más ostentosa de todas. Probablemente el museo no era un buen lugar para ocultarla, Lotor mandaría a sus secuaces a destruir todo el lugar si era necesario con tal de encontrar la pintura, además ya conocían su modus operandi. Lo mejor era llevarse la pintura y ocultarla en otro lugar.
—¿Hunk? —llamó en un susurro a su mejor amigo.
—Las alarmas están desactivadas —fue la contestación que recibió a través del comunicador en su oído.
Murmurando un agradecimiento, Lex Lebeau se dispuso a tomar la pintura, admirandola por unos segundos antes de ponérsela bajo el brazo.
—Sí que tiene mal gusto... ¿Keith? ¿Qué tal va la policía?
—Una unidad está casi llegando. Irán por el frente, yo les dije que cubriría la parte de atrás.
—Perfecto —el ladrón hizo un ademán con su brazo, activando el dispositivo que lo ayudó a entrar por el gran domo del museo en primer lugar, y en cuestión de segundos ya se encontraba en el techo de nuevo.
—Matt y Pidge ya van en camino, te encontrarán en el tren.
—Así que sólo tengo que llegar a la estación... Pan comido. Keith, le dejé a tu escuadrón un pequeño regalo, ya sabes, para no levantar sospechas.
No hubo respuesta más que un leve gruñido, y con eso Lex Lebeau salió saltando entre los techos de nuevo, desapareciendo en la noche de París.
Si algún día alguien lograría atrapar al infame ladrón o no al parecer permanecería siendo un misterio, o mejor dicho, un juego del gato y el ratón, donde el gato era el experto escurridizo.

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