Cap. XVIII: Se acerca un día especial

205 8 0
                                    

Hubo al menos doce personas que no asistieron al colegio en los días siguientes a la muerte de Dafne. Ella no merecía morir. Entre esas doce personas se encontraban Rebeca (obviamente), Fausto (persona odiada por todos en ese momento) y yo (que me sentía culpable por lo sucedido). En esos días, Aaron me visitaba todos los días y me animaba; me daba fuerzas para seguir, y me daba todo su amor. Al parecer, me había convertido en una parte bastante esencial de su vida.

La verdad es que, aunque me gustaba mucho que Aaron me visitase, me gustaba estar solo todo el tiempo. Quería reflexionar, llorar, sentirme mejor...

Volví al instituto, más bien, primero volví al coro; un 22 de marzo. Todos estaban consternados.

—Chicos, sé que estáis todos muy tristes, pero hay que seguir adelante...—dijo Felipe.

—Yo no quiero ensayar—dijo Aura, marchándose llorando.

—Yo siento un montón la muerte de Dafne, pero... En poco tenemos un concierto, y hay que prepararlo bien, lo siento—dijo Felipe desanimado—. Vamos a ensayar el Stabat Mater—comentó Felipe abriendo su carpeta de partituras.

El Stabat Mater, de Zoltan Kodaly era la pieza que describía cómo nos sentíamos en ese momento: Lúgubre, lleno de sentimiento triste. En la tercera frase, un halo de esperanza. En la última, la confirmación de lo tristes que estábamos. Una desafinación, por parte de las contraltos, convirtió el último acorde en menor, lo que produjo una mayor sensación de tristeza.

Durante la semana, fui sintiéndome algo mejor. Dafne y yo no nos conocíamos demasiado, lo que en cierto modo ayudó a que me sintiera algo menos desdichado.

Ese sábado, había quedado con Aaron para charlar, sin un objetivo concreto. Sabía que me quería decir algo. Y estaba seguro de con qué estaba relacionado: Quería hablar de aquella tarde en la que se intentó acostar conmigo. Igual necesitaba charlar del tema. No quería hacerle sentir inferior, simplemente, no estaba preparado para acostarme con él aún. Había que determinar tantas cosas...

Llegué al Vips, donde habíamos quedado. Aaron me esperaba en la puerta.

—Hola.

—Ven, que te dé un besazo, mi amor—dijo Aaron acercándose a mí.

Nos besamos delante de mucha gente. Algunos nos miraban mal, otros, que paseaban con sus hijos, les tapaban los ojos; y otros, ni siquiera apreciaban que nos estábamos besando.

— ¿Estás mejor?

—Sí, muchas gracias...

—Bueno, la verdad es que quería hablarte lo que pasó la otra noche...—dijo Aaron algo avergonzado.

— ¿De cuando estábamos en mi casa y...?

—Exacto. Perdóname... No debí haberme enfadado...

— ¿Quieres que hablemos un poco de...

—Por supuesto...—respondió, dando un sorbo a su refresco.

—Dani, yo lo siento mucho, pero... Tengo algunas dudas... Quiero saber si realmente soy gay... Y bueno, una estupenda manera de comprobarlo sería probar el sexo juntos—soltó lentamente, palabra por palabra.

Hubo un incómodo silencio inundó nuestra conversación. Lo entendía. No me enfadé. Podía comprender que no se sintiese seguro, habiendo probado lo otro, podía tener dudas.

No le podía decir que no. Lo cierto es que yo también quería, pero me daba un poco de vergüenza hablar de eso sentados en la mesa de un restaurante. Pero lo haría.

Con un beso y una rosa (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora