Cap. XVI: Un nuevo comienzo

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Había empezado a salir con Aaron. Después de todo, yo era el chico del que estaba enamorado ¿No? No me lo podía creer. Estaba saliendo con el chico indudablemente más guapo de todo el instituto. Ese mismo día, no pudimos estar durante más tiempo los dos juntos, porque había exámenes. No podía estudiar: Estaba riéndome todo el rato, pensando en Aaron. Era fantástico. Como no me concentraba, decidí hablar con él.

— ¡Hola! —escribí.

Aaron me contestó unos cinco minutos después.

—Hola, Dani.

— ¿Qué tal?

—Pues... Estaba estudiando... Mañana tengo dos exámenes...

—Vale, tranquilo, estudia. Tienes que sacar buena nota mañana ¡Ánimo!

—Muchas gracias, Dani—escribió, junto a un emoticono sonriente.

La conversación no había sido muy distinta a cuando éramos amigos. Decidí concentrarme... Bueno, eso no se decide, se consigue. Y me costó. Por suerte, los exámenes me salieron estupendamente.

Al día siguiente, nos vimos en el coro, un encuentro bastante incómodo. Pero por la mañana también pasaron cosas:

Era miércoles, y, aunque quisiera ir con mi recién estrenado novio al instituto, no podía dejar de lado a mis amigas. Como de costumbre, llegaron tarde.

—Hola, campeón—saludó Rebeca, tendiéndome la mano para chocarla. Lo hice.

—Hola—reí sintiéndome envidiado por muchas en aquel momento.

Pocos momentos después, llegó Ainhoa, con paso cursi, ya desde las nueve de la mañana.

—Hola—dije, con tacto. Aunque intentara evitar parecerlo, Ainhoa sentía algo fuerte por Aaron, que intentaba ahogar con otros chicos, indudablemente peores que él.

— ¿Qué tal?—suspiró Ainhoa fastidiada.

—Te parecerá increíble, pero desde haces meses no me sentía tan feliz—respondí, dándome cuenta de que aquello no le sentaría bien a Ainhoa, ni tampoco a Rebeca, que deseaba a Aaron, no tanto como yo o como Ainhoa, pero sí como para molestarse por el comentario.

—Bien por ti—dijo Ainhoa agachando la cabeza.

Rebeca y yo charlábamos sobre lo de Aaron: Ninguno de los dos nos lo creíamos.

Llegamos al colegio. Aaron ya estaba allí. Le miré. Él mismo se acercó a mí, decidido. Algunas chicas curiosas le seguían para verle hablar conmigo.

—Hola, mi amor—dijo con una sonrisa.

—Hola, mi príncipe—dije sonriéndole.

—Me gusta eso de príncipe—sonrió, acercándose para besarme—. Esta noche no he podido evitar soñar contigo.

Todas las chicas soltaron un "oh", asombradas por el comentario de Aaron. Le besé muy tímidamente: había demasiada gente mirándonos.

Abrieron las puertas del instituto. Aaron y yo entramos hablando. Ese día se me hizo eterno, porque ansiaba verle con todo mi corazón.

Como los miércoles y los viernes no teníamos clase por la tarde, podía quedar con él para ir al coro. Le escribí, para quedar con él:

—Hola, príncipe—dije sonriendo, aunque él no pudiera verme.

—Hola—respondió Aaron, al instante.

— ¿Me pasas a buscar y vamos juntos al coro?—propuse.

—Vale, pero... No sé dónde vives—escribió Aaron con un emoticono de risa.

Le di mi dirección y, aproximadamente 10 minutos después, Aaron llamó a mi puerta. Nos dimos un besito, tan tímido como el de la mañana, y nos fuimos al colegio, donde estaba el aula de música, donde ensayaba el coro.

— ¿Sandra sabe lo nuestro?—pregunté preocupado, recostando mi cabeza sobre el hombro de Aaron. No quería que volviera a montar un pollo con lo nuestro.

—Creo que no... Pero... Yo quiero que lo sepa—dijo Aaron, poco seguro de lo que decía.

—Bueno, vale—respondí, sin ganas de tener una primera pelea.

Llegamos juntos, sin miedo, al coro. Algunos nos dieron un pequeño aplauso sarcástico. Dafne (la ex amiga de Rebeca) se acercó a nosotros y nos habló por una razón incomprensible por mí en aquel momento.

—Quiero que seáis muy felices, Dani, eres genial y eres un aporte fantástico para el coro.

—Vaya, gracias—respondí extrañado, no comprendiendo nada. ¿Y Aaron? Faltaba en ese comentario.

Sandra llegó. Nos miró sin saber nada.

—Hola, Aaron—zorreó Sandra sin saber lo nuestro.

—Hola—respondí.

—No estoy hablando contigo, enano—dijo chulamente, sin saber nada.

— ¡Con él ni una palabra!—gritó Aaron lanzando a Sandra una mirada asesina.

— ¿Y por qué no? Es un crío insolente—dijo vacilante, haciendo referencia a que yo era un año menor que ambos dos. Eso no me molestaba, porque me parecía una tontería que hiciera eso; pero quizá a Aaron sí.

—Sandra, no te quería decir esto así pero...—dijo Aaron—. Estoy saliendo con Daniel.

—...

Sandra tardó unos segundos en reaccionar. Pero no dijo nada. Simplemente se fue y no dijo nada. Nunca más habló abierta y civilizadamente con nosotros.

—Chicos, la actuación del coro será finalmente el 10 de marzo a las 11:30—decía Felipe.

Cuando el ensayo acabó, Viola se acercó a nosotros.

—O sea, que estáis saliendo. No sabía que Aaron también era... ¿Le has convencido tú, Daniel?—rio Viola, entusiasmada.

—No, en realidad yo se lo pedí a él—respondió Aaron por mí.

—Ay, qué monos sois—rio Viola.

Salimos del coro hablando de la actuación. Aaron me acompañó gentilmente a mi casa. Allí, en frente de mi puerta, me sonrió. Yo le sonreí. Nos besamos.

Durante el mes de febrero intenté alternar entre Aaron y mis amigas, pero empezaban a sentirse celosas de él; aunque yo también tenía celos estúpidos a la mínima que me presentaba a alguien. Por ejemplo, cuando me presentó a Germán, supe que yo no lo era todo en su vida. Le conocía de vista, pero no personalmente. Resultó ser su mejor amigo. Me hacía sentir en segundo lugar, ya que cuando quedábamos todos los fines de semana, a veces o yo o Aaron invitábamos a alguien a venir. Unos días yo invitaba a Rebeca y a Ainhoa, y otros días, Aaron invitaba a Germán. Cuando él venía, Aaron se divertía muchísimo más. Aunque ahora veo con claridad que a Aaron no le agradaba mucho estar con mis amigas, antes pensaba que Germán y mi novio tenían algo... Unos celos estúpidos, Germán ni si quiera era gay... Pero en fin, solo tenía 15 años.

Por otra parte, cuando quedábamos con Rebeca y Ainhoa también sentía celos: Las dos se reían mucho de lo que decía, como tonteando con él. Tenía miedo que le hicieran volver a la otra acera. Le veía bastante bisexual, hasta heterosexual. Era tan varonil, tan hombre; y tenía tan poca pluma, que ni siquiera parecía gay. Y eso me daba más miedo que lo de Germán.

Con un beso y una rosa (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora