Cap. XXXVI: Un día bonito no siempre es feliz.

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— ¿Cómo?—dijo Daniel.

—A ver, lo primero, yo...

—No, que creo  no lo he entendido bien ¿puedes repetirlo?

—Que te he puesto los cuernos con Ainhoa.

— ¿Beso o sexo?

—Las dos cosas—dije más tranquilo de lo que debería estar. Daniel tardó unos 10 segundos en reaccionar... 10 segundos heladores que preparaban una tormenta atronadora...

— ¡ERES UN HIJO DE PUTA!—gritó y lloró Daniel, mientras me pegaba tal tortazo que acabé en el suelo.

—Dani, espera, yo...—dije llorando desde el suelo, mientras él me contemplaba llorando.

— ¡Eres un desprecio como persona humana! ¡Te odio!—lloró Daniel.

—Dani, no, lo vamos a arreglar—dije llorando, cogiéndole del brazo.

— ¡Jamás! ¡Y con mi prácticamente mejor amiga!—lloró Daniel soltándose. Todo el mundo nos miraba. Ainhoa y Tito se reían disimuladamente; Viola, Sabela, Cintia y Gema esbozaban unas lágrimas; Rebeca lo contemplaba triste.

—Daniel, yo te quiero a ti, perdóname, por favor—dije cogiéndole de las manos.

— ¡Eres la persona más cruel con la que nunca he tratado! ¡¿Tú sabes que yo te quería, no?!

—Daniel, te prometo que te quiero más que a nada en este mundo, por favor perdóname. ¡Te lo ruego!—dije arrodillándome.

Pero Daniel no contestó. Se marchó corriendo de vuelta a su casa. Viola intentó detenerle, pero ninguna fuerza humana fue capaz de contener su dolor.



Soy Daniel. La noticia de Aaron me fulminó en un solo golpe. Era como si mi felicidad fuese destruida en pocos segundos. El dolor me consumía por dentro. Tenía un peso en el pecho con el que no podía. Solo quería gritar, llorar e insultar. Nada más. Ni comer. Ni beber. Ni dormir. Solo eso.

Por supuesto, no era una casualidad muy grande que ese mismo día enfermase. Durante la tarde me subía fiebre, cada vez más. Pero yo seguía llorando, gritando e insultando. Mi llanto era completamente desconsolado. Solo pensaba en cómo me pude enamorar de una persona que me pondría los cuernos. Todo me recordaba a Aaron. El sofá donde estaba tumbado, con una manta y lleno todo hasta arriba de pañuelos; la cama donde tantas veces lo habíamos hecho, el jacuzzi donde siempre hablábamos...

Tres días más tarde, estando ya algo mejor de mi enfermedad, aunque no de mi disgusto, llamaron a mi puerta. Era Rebeca.

— ¿Cómo está mi niño?

—Han pasado tres días y todavía no entiendo cómo ha podido suceder.

—Abrázame.

Lo hice, y me eché a llorar aún más desconsoladamente.

—Te he echado de menos, campeón—susurró Rebeca.

—Siento haberte marginado por ese gilipollas.

—Tú no hables de Aaron... Es detestable.

— ¿Cómo ha podido Ainhoa?

—Ella es aún más detestable. Yo nunca te habría hecho eso, créeme.

—Pero es que, ¡me ha quitado a mi osito!—dije poniéndome más y más triste.

—Ahora mismo es la persona más odiada del colegio. Hasta Viola, que le quiere un montón se ha puesto de tu parte.

Con un beso y una rosa (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora