Capítulo XII: La Mente Maestra

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"Narrador Testigo"

Van Slyke se hallaba muy enojado ante lo que le dijera Ian la última vez que se vieron las caras, en la Comandancia de la Policía Central, eso lo había sacado de sus casillas- él odiaba que las cosas le salieran mal-, pero se mostraba calmado, porque no se permitía a sí mismo ser débil en situaciones como esa. Se encontraba almorzando en uno de los mejores restaurantes de la zona, pues era un hombre muy rico y nunca dejaría de darse lujos, porque eso era parte de él y no renunciaría a hacerlo.

Sin embargo, se encontraba muy pensativo, por lo que Jacob- a quién había invitado a ese lugar- le preguntó:

—¿En qué piensa? ¿En alguna forma de deshacerse de ese chico?

—Por supuesto— le respondió, serio—. Y más ahora que sé que Ian no lo mató.

—La mejor manera de acabar con él es que lo mate una chica— aseveró el Jefe de la Policía Central.

—¿Por qué estás tan seguro?— preguntó el hombre, extrañado.

—El que lo conoce soy yo, sé de lo que hablo— respondió el policía.

—Explícate— ordenó Van Slyke.

—Él nunca le ha hecho daño a ninguna mujer— le comentó Fitzpatrick—. En todos los años que lo entrené en el “criadero”, no pude quitarle eso, es algo raro, porque es uno de los mejores sujetos a los que he entrenado, pero esa es una de sus debilidades más notables.

—¿En serio?— preguntó él.

—Si no fuese bueno… ¿Hubiese podido cortarme el brazo? — Le preguntó Jacob—. Me cuesta aceptarlo, pero es muy bueno en lo que hace.

—Bueno, ¿pero conoces a alguien eficiente que pueda borrarlo del mapa? — preguntó su jefe.

—Por supuesto, yo me encargaré de que ese chico se muera— dijo Fitzpatrick, serio.

Después de eso, el Jefe de la Policía Central se marchó de ese lugar, para ir a la Comandancia de su cuerpo policial y encargarse de las cosas que tenía pendientes en el momento. Pero en su mente ya rondaba el hecho de llamar a Irina, ella era la más experimentada de sus sicarios y seguramente iba a aceptar gustosa el acabar con el “Pequeño Zorro”, como solía llamar a Troy.

Mientras tanto, se suscitaba una reunión entre los miembros del grupo de Megan, pues Garrett se había dedicado a buscar más información acerca de Van Slyke y estaba en disposición de contarles todo lo que había podido encontrar sobre ese hombre. Lo primero que hizo fue darle a sus compañeros unos documentos y fotografías del padre de Troy, por lo que Stuart le preguntó, con algo de curiosidad:

—¿Qué tiene que ver esto con nuestra tarea?

—Muy sencillo, es cosa de conocer a este sujeto para saber lo que puede llegar a hacer— fue lo que dijo Garrett—. Además, ¿no tienen curiosidad por saber más de él?

—No realmente, eso es un demás— respondió Stuart, serio.

—¿Ni siquiera que él es el que le proporciona las armas a Fitzpatrick, las cuales usa en su Policía Central?— le preguntó, mirando a todos con una sonrisa pícara.

Megan se llevó la manos a la cabeza al escuchar lo que dijo Garrett, se sentía frustrada, pues empezaba a conocer el peso de ese hombre en los planes de sus socios; mientras Cloe abría los ojos exageradamente, a causa del desconcierto que se apoderaba de ella en ese momento. Fue Stuart el que, en medio de su incredulidad, pudo preguntar:

—¿Alguna otra cosa?

—De hecho, sí— respondió él—. Otra cosa es que él es director de una prisión de máxima seguridad en la Isla de Santa Leah y que es más rico que todos los que estamos en ésta casa.

—Falta algo, Garrett— dijo Sanders, que había guardado silencio hasta ese momento.

—Él autorizó el bombardeo a la Isla de Santa Esperanza, era el Presidente de San Ángelo cuando eso pasó— respondió Garrett.

Megan ya no pudo soportar más y comenzó a llorar frente a todos, recostándose al pecho de Jonathan, quien se limitaba a acariciar su cabello. No era Fitzpatrick el verdadero culpable de lo que le había pasado a la madre de Troy era su propio padre y entonces comprendió que el plan de ése hombre se estuvo gestando desde hacía mucho tiempo; lo que no sabía era cuál sería la reacción de Troy cuando le dijera que su padre era el que había causado todas sus desgracias, sin embargo, sabía que no le iba a ser sencillo.

Después de eso, la madre de Garrett les sirvió el almuerzo, porque ya llevaban varias horas buscando la manera de llegar a desenmascarar a alguno de los socios de Van Slyke, lo cual se les complicaba mucho, gracias al poder que tenía cada uno de ellos dentro de la sociedad. Pero, a pesar de eso, ninguno de ellos perdía la esperanza de poder lograrlo algún día.

Continuará...

La Verdad Sobre IEPCOM 2: La Rebelión de Los OprimidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora