Capítulo XVI: Un Lugar Para Descansar

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"Narrador Testigo"

El autobús se detuvo frente a un gran portón de madera, era de noche y estaba lloviendo fuertemente. Shirley y Tea habían decidido buscar un sitio para descansar, ya que llevaban muchos días buscando a Megan, sin resultados favorables. La pelirroja salió del vehículo y llamó por el portón, con la intención de ver si había alguien en ese lugar; un momento después se abrió una ventanilla del mismo, dejando ver a un hombre, que le preguntó:

—¿Qué buscas?

—Un lugar donde pasar la noche, señor— dijo ella.

—¿Cuántos son?

—Cinco civiles y ocho miembros de la Brigada de Liberación— fue su respuesta.

—Que bajen todos sus acompañantes, señorita.

El hombre lo hacía para corroborar, pues podían ser unos impostores, por lo que Shirley se acercó al autobús y le dijo a Tea que hiciera bajar a todos del vehículo, cosa que su compañera obedeció lo más pronto que pudo. Después de eso, el custodio de esa entrada observó por un momento a todas esas personas y, al ver que Shirley no mentía, abrió el portón para que entraran.

El vehículo pasó lentamente por la entrada de ese lugar. Era un pequeño pueblo, en el que difícilmente había más de veinte casas habitadas, además de algún que otro sitio en el que pudiesen dormir o comer algo y la Jefatura Civil, por si llegaba a darse algún problema entre las personas que vivían allí.

Lo primero que hicieron fue buscar una posada en la que pudiesen dormir esa noche, pero cuando encontraron una, ya todas las habitaciones se encontraban ocupadas, por lo que no sabían qué hacer para dormir bien esa noche. Comenzaron a recorrer el pueblo, pues buscaban un terreno baldío para acampar, pero mientras lo hacían, llegaron a una zona en la que todas las casas se hallaban en estado de abandono y Blake sugirió:

—Oigan, ¿no podemos quedarnos en una de ésas casas?

—No creo, sería muy incómodo— dijo Katherine.

—Con tal y durmamos bien hoy— dijo Owen.

—Les recuerdo que ustedes y sus otros compañeros desvalijaron mi motel— dijo Janet, molesta—. Dudo que no tengan cosas de allá, señores.

—Y no crean que estamos contentas por eso— le comentó Tea a sus subordinados—. Aparte de eso, no creo que la idea de la chica esté mal.

—Estoy de acuerdo— dijo Shirley—, es una buena forma de no llamar la atención de la gente del pueblo o de otras personas. Además, será solo por ésta noche, no creo que eso les cause mayores problemas.

—¡Pues yo no estoy de acuerdo!— exclamó Katherine, muy enojada.

—Entonces hagamos lo siguiente: quienes quieran acampar formen un grupo y se llevan algunas cosas para hacerlo— dijo Tea—. Los que no, formen otro y vayan hacia las casas, ¿bien?

Entonces Katherine fue a buscar sus cosas para ir a acampar, seguida por Trent, Hiro y Owen, que eran con los que mejor se llevaba del grupo completo, porque ella no pensaba dormir en un lugar lleno de tierra, telarañas, mugre y que estuviese en malas condiciones. El resto de personas que ocupaban el autobús comenzaron a bajar de su interior, excepto Troy que estaba dormido desde hacía un momento y Blake, al darse cuenta lo llamó para que se despertara y él le preguntó:

—¿Qué pasa, Blake?

—Troy, es hora de salir del autobús— respondió ella.

—¿Adónde vamos?

—¡Solo ven conmigo!— exclamó ella, para luego hacer que se levantara de su asiento.

Ellos dos comenzaron a caminar por los alrededores, hasta llegar a una vieja casa blanca, con ventanas negras y una puerta del mismo color, en donde Bernie los esperaba:

—Ya han pasado muchos días desde que salimos de nuestro hogar para buscar a tus amigos. Aun estás débil, necesitas descansar, aunque sea un poco, hijo.

Entraron a la casa y comenzaron a arreglar algunas cosas en ese lugar, sobre todo en las habitaciones, para poder dormir con más calma; como barrer los pisos, sacudir las sábanas de los muebles, y cambiar las de las camas, además de tapar un agujero en el techo de una de las habitaciones, por si volvía a llover. Ya estaban a punto de irse a la cama, cuando oyeron que alguien llamaba a la puerta, por lo que Bernie abrió lentamente:

—Hola, ¿podría dormir aquí?— le preguntó Janet, que era quien llamaba—. Es que en donde están los demás tienen armas y me da miedo.

—Por supuesto, Janet— respondió él, cortésmente—. Cuente con lo que necesite.

—Gracias— dijo ella, sonriente.

—Puede dormir en la misma habitación que mi hija, que yo compartiré la otra con Troy— dijo el hombre.

Blake estaba a punto de entrar a la habitación, pero dejó que Janet entrara primero y después se acostaron a dormir, pero la mujer lo hizo en una bolsa de dormir que llevaba consigo, para no molestar a la chica. Mientras eso pasaba, Bernie y Troy hicieron lo mismo en otro cuarto de la casa, el hombre se durmió rápidamente, pero el chico tardó un poco en conciliar el sueño.

Continuará…

La Verdad Sobre IEPCOM 2: La Rebelión de Los OprimidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora