“Narrador Testigo”
Había algo que Troy protegía a toda costa, ya que era una de sus posesiones más preciadas y uno de los pocos recuerdos que tenía de su madre, que había sobrevivido a los embates del tiempo y del ambiente en el que él había crecido después de que ella falleciera.
Se trataba de una fotografía, en la que aparecían ella y su hermana mayor, unos meses antes de que él naciera. La tomó de su casa en Santa Esperanza antes de que lo llevaran al “criadero”, sin que se dieran cuenta.
—¡Quién sabe si la casa aun está en pie! — se decía a sí mismo, muy pensativo, al recordar su antiguo hogar —. Tal vez la ocuparon otras personas, o se incendió, o puede ser que esté abandonada desde entonces.
Eran posibilidades, pero él no perdía la esperanza de volver a ésa isla y de encontrar en su vieja casa las cosas que usaba cuando era niño. Sin embargo, sabía que era muy difícil que llegara a darse.
Un momento después, oyó que Bernie lo llamaba:
—¡Troy, es hora de comer!
—Ya voy, Bernie — dijo el chico, para después ir a reunirse con el resto, pues estaba sólo en la tienda.
Llegó allá y le sirvieron un tazón de frijoles, el cual comió sin protestar, porque le advirtieron que Katherine lo había preparado- y que no era buena cocinera también-, lo que comprobó al comerlos, pues no sabían muy bien.
No vio a Shirley ni a Tea cerca de allí, eso le extrañó un poco, pero supuso que se hallaban platicando sobre lo que harían durante el resto del viaje, por lo que se quedó un poco más tranquilo. Ellos se habían quedado en otra zona boscosa, cercana a la frontera con California, para descansar un poco, además de que le habían avisado a Shirley que unos miembros de la Brigada de Liberación llegarían allí, para darles indicaciones de parte del Coronel Hathaway.
—¿Podemos hablar en privado después de comer? — le preguntó Blake, muy animada.
—Claro — dijo él, tranquilo.
Al terminar de comer, ella llevó a Troy a un lugar un poco retirado de donde estaba el resto del grupo. Él la dejó hacerlo, pero estaba un poco extrañado ante lo que pasaba.
En cuanto llegaron al sitio, le preguntó:
—¿Para qué querías hablar conmigo?
—Es que tengo algo que decirte — respondió ella.
—¿Y qué será?
—Es que quiero confesarte que… me gustas — dijo ella —, siempre me has llamado la atención y quisiera que fueras mi novio, Troy.
Él no tenía ni la más remota idea de lo que era tener una novia, por su crianza, nunca había podido experimentar lo que era el amor, en el sentido de tener una pareja, hacia otra persona. Blake, al notar su desconcierto, se acercó a él y lo besó en los labios.
Troy no podía creer lo que pasaba, pues él no veía a Blake de otra forma que no fuese la de una hermana, por lo que sentía que lo que estaban haciendo no era lo correcto y que, tal vez, Bernie no aprobaría la actitud que ella tenía con él, por lo que se separó de ella rápidamente y le preguntó, muy sorprendido:
—¿Qué crees que estás haciendo, Blake?
—Te demuestro lo que siento por ti— respondió ella—, mis intenciones contigo son sinceras.
—¿Pero acaso no ves que esto está mal?
—¿Y por qué está mal?— preguntó ella, desconcertada.
—Porque tú eres como una hermana para mí, todo esto es algo que no esperaba de tu parte.
—Si no te lo dije antes, fue porque no tuve oportunidad— le dijo ella—, pero siempre he querido tener algo serio contigo.
—Yo no puedo corresponderte, no sé cómo hacerlo. No creo ser la persona que te mereces, Blake.
—No me importa— dijo la chica, decidida.
—Pero yo no sé si siento algo como eso por ti, lo siento.
En ése momento, Sean llegó al lugar en el que ellos se encontraban, muy ajetreado, para luego darle a Troy una mala noticia:
—¡Qué bueno que te encuentro, Troy! Te estaba buscando.
—¿Qué sucede, Sean?— preguntó él, un poco preocupado.
—Katherine y Nina estuvieron revisando tus cosas mientras no estabas, volvamos con el grupo.
Lo primero que pasó por la mente de Troy fue el que había dejado la fotografía de su madre entre sus cosas, por lo que se apresuró a seguir a Sean, dejando allí a Blake, porque era algo muy importante para él en verdad y no quería que pasara nada malo con ése recuerdo de ella.
Al llegar a ése lugar, ambos chicos se encontraron a ésas chicas, que estaban en plena exhibición de las cosas del más joven:
—¿Qué tenemos aquí?— preguntaba Katherine a todos los que se encontraban allí—. Parece ser un relicario de oro.
Después de eso, lo mordió para verificar si estaba hecho de aquel metal, sorprendiéndose al comprobar que sí lo era.
—¿A quién se lo robaría?— preguntó Trent, con tono burlón.
La reacción de Troy ante la pregunta de Trent fue el modo de desahogar toda la ira que sentía en ése momento, al ver lo que estaban haciendo con sus cosas: le dio un puñetazo en el rostro y cuando el joven cayó al suelo, le gritó, muy enojado:
—¡Yo nunca le he robado a nadie, imbécil!
—Tranquilo hombre, lo mejor que puedes hacer es calmarte— le dijo Sean, para que no llegara a cometer alguna locura.
Entonces Nina sacó la fotografía de su madre de entre sus cosas, para luego mostrársela a todo el grupo, ocasionando las risas de Katherine y sus secuaces del grupo, entre los que se encontraba Trent, además del descontento del resto:
—¡Ya déjenlo en paz!— exigió Bernie, molesto.
—¿Usted cree que le haremos caso?— preguntó Nina—. ¡No sea iluso! Eso no va a pasar, idiota.
—¡No le faltes el respeto al señor, Nina!— replicó Nolee—. Él no ha dicho nada que no sea cierto, no tienen por qué hacer esto.
—¡No te metas en esto, tonta!— exclamó Katherine, molesta.
Nolee, al escuchar su respuesta, le quitó la fotografía a Nina, con la intención de entregársela a Troy, pero no pudo evitar verla y así, darse cuenta de que eran ella y su madre las que aparecían en ella, por lo que le preguntó, desconcertada:
—¿De dónde sacaste ésta fotografía, Troy?
—¿Por qué me preguntas eso?— preguntó a su vez el chico, que aún no caía en cuenta de lo que estaba pasando. Todo aquello había sucedido de forma muy repentina, por lo que no pudo hacer nada más.
—¡Explícame lo que sucede!— pidió Nolee, desesperada por no entender lo que ocurría—. ¿Por qué tienes ésta fotografía, Troy?
—En ésa fotografía aparecen mi madre y mi hermana mayor— confesó él.
—No es cierto— replicó ella, algo intranquila—, ésta fotografía es mía, aquí salgo junto a mi madre.
Nada más escuchar eso, se dio cuenta de que todo ése tiempo había estado frente a frente con su hermana mayor; la sorpresa y la alegría eran los sentimientos que embargaban su corazón en ése instante, por lo que se atrevió a defender su verdad:
—No miento, ¿crees que lo haría en verdad, Nolee?
—La verdad es que no sé qué creer— respondió ella, a causa de la confusión que sentía en ése momento.
—¿Cómo se siente que te rechacen?— le preguntó Blake, que llegó en ése instante—. Ahora lo mejor que puedes hacer es aceptar que nadie te quiere, porque eres un fenómeno y que no debiste aparecer nunca en nuestras vidas, Troy.
—¡Ya cállate, Blake!— le ordenó su padre, al ver lo que hacía.
—¡Pero tengo razón!— replicó ella—. Tú no eres más que un recogido y debes ubicarte en tu lugar.
Troy, al escuchar lo que Blake le había dicho, pensó que lo mejor que podía hacer era marcharse de allí, para no tener que soportar las burlas de las personas que no lo aceptaban, por lo que comenzó a buscar sus cosas y a preparar todo para su partida.
—Hijo, no tienes que irte— le aconsejó Bernie, adivinando las intenciones que él tenía.
—Debo hacerlo, Bernie. Vuelve a tu hogar y vive tranquilo, no te preocupes por lo que me pase, voy a estar bien.
—Te voy a extrañar— dijo él, al ver que no había vuelto atrás.
—Yo igual, nunca olvidaré lo que has hecho por mí.
Entonces ellos se abrazaron, para despedirse, porque Troy estaba decidido a irse, para poder seguir su camino y enfrentar su pasado de una vez y por todas, aunque eso le dolía inmensamente, pero él era como su hijo y le avergonzaba mucho el hecho de que su hija lo tratara de ésa manera, por lo que tomó una decisión que cambiaría totalmente la vida de Blake.
Después de eso, Troy tomó sus cosas y siguió su viaje para hallar a Megan y a sus compañeros, pero en ésta ocasión iba sólo, por lo que sabía que le sería más difícil hallar el lugar en el que se pudieran encontrar. Tras él, se quedaban unas personas, que en algún momento de su vida lo acompañaron y que eran muy importantes en su vida, como Bernard, que era el padre que nunca tuvo; Tea, su amiga de la infancia, con la que deseaba compartir todas las cosas nuevas que le pasaran, retomar su amistad definitivamente.
Y ahora, que por fin conocía a su hermana, quería estrechar más su relación con ella, pero con todo lo que había pasado, decidió postergar por un tiempo sus sueños de tener una familia y el deber que había adquirido con Megan y sus aliados de ayudar a desenmascarar a los culpables de lo que ocurría en el país se convirtió en su prioridad. Mientras lo miraba marcharse, Bernie dijo, muy esperanzado:
—Mucha suerte en tu camino, hijo. El destino se encargará de que volvamos a vernos, eso es seguro.
Pero la pregunta era... ¿Cuándo llegaría ése momento?
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
La Verdad Sobre IEPCOM 2: La Rebelión de Los Oprimidos
AksiHan pasado cinco años desde aquel fatídico día en que la compañía IEPCOM fuese destruida por Jacob Fitzpatrick y sus asesinos, además del rapto de Troy. Megan y los chicos no han parado en su afán de encontrar pruebas que los lleven hasta el jefe de...