“Narrado por Ian”
Louie y yo nos encontrábamos en una casa, espaciosa y muy cómoda, nada que ver con el lugar en el que me escondía. Él era un hombre muy poderoso e influyente en San Ángelo- no sé si aquí también-, tenía muchos contactos y prácticamente era el único que podía hacerle franca oposición a Alden Van Slyke, gracias a su influencia en sí.
A pesar de que era mi padre adoptivo, yo siempre lo llamé por su nombre, no porque no quisiera llamarlo “papá” o cosas por el estilo, sino que no lo hacía en señal de respeto, pues aunque no era el hombre más correcto del mundo, hizo lo que pudo para que no siguiera sus pasos- hasta que comencé a robar, para probar cosas nuevas- pero caí en el bajo mundo porque me lo busqué, él no tuvo nada que ver en eso. Estaba pensando en eso, cuando oí que me preguntaba:
—¿Cómo fue que el imbécil de Van Slyke te dejó salir de prisión, Ian?
—Me ofreció un indulto a cambio de que me encargara de un asunto que era importante para él— le respondí.
—¿Lo pensaste bien antes de aceptar? ¿No era algo en lo que pudieses salir perjudicado?
—Te seré sincero: no lo hice, estaba desesperado por salir de esa prisión, es un infierno— respondí—. En ese momento no me dijo de qué se trataba, pero creí que sería fácil.
—¿Te lo dijeron cuando saliste?
—Sí— dije—, me dieron la orden de asesinar a un chico. Parecía ser inofensivo, eso me pareció raro, pero ya no podía arrepentirme.
—Viniste aquí y fuiste a buscar al chico para matarlo. ¿Qué ocurrió, Ian?
—Peleamos, era muy bueno, pero ahora creo que sólo se estaba defendiendo de mis ataques— fue mi respuesta—. Luego saqué mi pistola y forcejeamos, mientras él me pedía que no lo asesinara, pensaba hacerle caso e irme, pero de repente, el arma se disparó y cayó herido; después huí,pero seguía con vida… ¿Y por qué me preguntas eso? Seguramente ya sabes todo lo que pasó.
—Para corroborar. Y para conocer los detalles de todo, por eso quería reunirmecontigo, hijo.
—¿Y qué más sabes de eso, Louie?— le pregunté, con tono serio.
—Nada en realidad, ¿tienes información para mí?
—Sí— le dije—. Después de lo que pasó, me reuní con Van Slyke, porque él quería saber si había cumplido con su orden o no.
—¿Le preguntaste la razón por la que te envió a hacer eso?
—Me dijo que era su hijo menor…— respondí.
—¿En serio? Pero todos en San Ángelo creen que tiene sólo una hija… a menos que tenga “la maldición”.
—De hecho, su color de ojos no lo había visto antes en Santa Esperanza— comenté—. Pertenece a la gama del violeta, pero es más oscuro, es raro.
—Adivinaré entonces: lo hizo porque es un imbécil radicalista que piensa solamente en mantener el orden de su país y de su familia, haciendo cumplir la anacrónica Ley de División.
—Y entonces le dije que no lo había matado— dije.
Entonces Louie me miró fijamente, como solía hacerlo cuando cometía algún error, lo que me hizo intuir de alguna forma lo que me diría después:
—¿Enloqueciste? No debiste decirle eso.
—¿Por qué no?— pregunté, confundido.
—Debiste seguirle la corriente, no sabes si el chico sigue vivo… ¿o sí?
—Tienes razón, pero…
Me interrumpió rápidamente, para hacerme saber lo que pude haber causado en contra de ése chico, por culpa de un ataque de rabia, a causa de lo que me había dicho Van Slyke en aquella ocasión:
—¿Sabes lo que puede pasar? Ahora enviará a algún matón para que acabe con él, esperando que siga con vida, su socio se encargará de eso.
—¿El policía de la prótesis robótica?— pregunté, pues fue lo primero que se me vino a la mente en el momento.
—Sí, el mismo— escuché una voz masculina decir eso, cerca de nosotros.
Miré con mucha atención los alrededores a la habitación en donde hablaba con Louie, buscando algo que me dijera en qué parte de ésta se encontraba el dueño de esa voz. Un momento después, vi a un chico, de cabello negro, tez morena clara, ojos cafés claros, de un metro setenta y tres de estatura, que me observaba fijamente, mientras esbozaba una leve sonrisa pícara, para después decir:
—Dudo mucho que haya muerto, él es más fuerte de lo que aparenta.
—¿Qué sabes tú de él?— pregunté, muy molesto—. ¿Y quién eres? No te conozco de ninguna parte, no te metas.
—Él es Lance, trabaja conmigo desde hace dos años y sabe de lo que habla.
—Trabajaba para Fitzpatrick antes, pero me salí y ahora soy un traidor para su organización.
—Entonces estamos en la misma situación, pero por distintas circunstancias— le dije—. ¿Qué te hizo cambiar de bando?
—Me di cuenta de que de esa manera no iba a poder acabar con la organización.
—¿Algún otro subordinado del que no sepamos?— le preguntó Louie, serio.
—Sí, al principio creí que era el jefe, pero no es así, es su mano derecha.
—¿Alguna idea de quién es?— le pregunté.
—No, pero hay dos cosas de ése sujeto que me llamaron la atención: primero, conoce al ex Director de IEPCOM y lo odia. Lo otro es que creo que está enamorado u obsesionado con Megan Knox, lo cual es malo para él.
—Explícate— pidió Louie.
—Esa mujer se ha hecho a la tarea de hacer caer a la organización, además de eso, dudo que sus compañeros en esa labor permitan que le haga daño. Y un hombre obsesionado puede cometer muchas locuras, no sé, pero nunca me dio buena espina.
—Por cierto, ¿conoces al chico?— le pregunté, intentando cambiar el tema.
—Sí, prácticamente crecimos juntos en el “criadero”. Y su nombre es Troy.
—Lo siento, soy malo con los nombres— contesté, apenado—. ¿Y qué es el “criadero”?
—Hay muchas cosas que debes saber, Ian, sobre todo si deseas ayudar a detener a Van Slyke y a sus socios.
Yo no podía comprender del todo lo que me decían, todo era nuevo para mí, pues en el fondo seguía siendo un forastero, que estaba esperando saber lo que pasaba en ése lugar, entonces Louie dijo, con tono serio:
—Y ahora que lo pienso, creo que no será nada sencillo hacer que ellos caigan. Sobre todo por Van Slyke, el imbécil es un hombre muy inteligente y poderoso.
Continuará…
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La Verdad Sobre IEPCOM 2: La Rebelión de Los Oprimidos
AksiHan pasado cinco años desde aquel fatídico día en que la compañía IEPCOM fuese destruida por Jacob Fitzpatrick y sus asesinos, además del rapto de Troy. Megan y los chicos no han parado en su afán de encontrar pruebas que los lleven hasta el jefe de...