Las clases en la universidad no eran muy amables con su cerebro, desde la primera semana, Lapis había tenido que presentar proyectos, tareas y haber leído un par de libros.
Sin embargo, podía soportarlo.
Habían pasado tres meses desde su llegada, las cosas en su vida personal mejoraban constantemente. Su cuerpo se veía más saludable, su mente se sentía más despejada y sus estados de ánimo, estaban respondiendo de buena manera. Claro, había algunas ocasiones en que el recuerdo de aquel aborto, llegaba a sus pensamientos de manera repentina y agradecía el hecho de que Peridot estuviese ahí para ella, durante las noches, cuando los recuerdos la atormentaban, la rubia se quedaba a su lado, dando caricias en sus brazos y estrechandola entre su calidez.
Pero, no todo radicaba solo en ella, había veces que su corazón pedía con dolor la presencia de alguien, de la persona que alguna vez le perteneció.
¿Extrañaba a Pearl?, si, lo hacia. No había dejado de pensar en ella después de aquella confesión.
Pero, ¿Qué podía hacer?, había perdido todo contacto con ella. Después de que decidieran separar sus caminos, Pearl había dejado de existir, como si su rastro hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
-¿entonces? - la voz de Connie la traia de nuevo a la realidad.
-¿Cómo? - preguntó avergonzada.
Connie sólo rodó los ojos y se apoyo en hombro de Stevonnie - La fiesta, - ¿vendrás a mí fiesta de cumpleaños?.
-oh, claro, claro.
-Recuerda, a las nueve de la noche - Connie miro detrás de lapis - quizá pueda ser tu oportunidad.
-¿De qué hablas? - Connie le señaló detrás de ella.
-oh,vamos, todos sabemos que te gusta la nerd - Stevonnie caturreo con descaro.
-shh - Lapis se levantó y tapo la boca de su amiga con las manos - Eso no es verdad - comentó roja de la vergüenza.
-Sólo mirate, pareces un tomate - Connie le apretó las mejillas - no vas a seguí negandolo, ¿o, si?.
-No, no se de que hablan - posó la vista en el suelo.
-Lapis - Connie la tomó de las manos - Tienes que darte otra oportunidad, no dejes que el pasado te niegue las cosas buenas del presente - alzó su barbilla - Se feliz Lapis.
Lapis sólo asintió, ¿Cómo podría ser feliz?, aún después de tanto tiempo, no se podía perdonar a sí misma de tantas cosas. Sí, gustaba de Peridot, sí, quería besarla y tenerla entre sus brazos. Pero, ¿y si lo arruinaba?, no quería herir a Peridot.
Levantó la cabeza y miro hacia el cielo, aquel color celeste que le recordaba a un amor pasado, lograba, de alguna manera, hacerla sentir mejor.
*
A decir verdad, pese aún estar en la adolescencia, para Lapis, las fiestas que estos realizaban, no eran de su agrado. Estaba ahí, entre la gente, las luces y la música, sólo por Connie y quizá, por que sabía que Peridot asistiría a la fiesta.
-Y fue así como ganamos el juego del año pasado - Matt, un chico que había conocido no hace más de diez minutos, le hablaba, ya ebrio, sobre el como logró encestar la pelota en la red, en el último juego de la universidad.
Quizá Lapis no era fanática del fútbol, pero, como Connie la había dejado en la barra, sola, el chico de cabellos castaños y ojos azules, a pesar de su ebriedad, no era como los otros tipos que querían ligar o tener acción. No, Matt, parecía respetuoso y buen conversador.
-Me alegro, no entiendo mucho del fútbol, pero parece divertido - El chico asintió y Lapis sonrió.
-Disculpame, debo ir al baño - Matt le sonrió y con pasos torpes se fue en busca del tocador.
Lapis soltó un gran suspiro, miro a su alrededor y sin ganas de permanecer otro segundo más allí, decidió salir al patio trasero.
Y aún que habían adolescentes ebrios y otros con sus lenguas muy unidas, Lapis decidió ir al lugar más lejano y vacío.
Miró hacia las estrellas, pensó que posiblemente estaba cerca de la media noche, aún en la lejanía, la música alcanzaba débilmente sus oídos, el frío de la noche comenzaba a colarse en su piel.
-Supongo que ustedes no se sienten solas - le habló a las estrellas.
-Quizá si lo hagan.
Lapis sintió un peso y una calidez en sus hombros, sintió el algodón fino de la chaqueta.
-Se ven tan unidas, pero están tan alejadas las unas de las otras, a miles de años luz de distancia.
Lapis se estremeció ante aquella voz.
-¿No es extraño? - Lapis preguntó con algunas lágrimas amenazando en sus ojos.
-¿Qué es extraño? - la voz sonó de una manera dulce.
-Que realmente existamos - Lapis comentó sin despegar su mirada del cielo.
-Yo creo que es maravilloso.
Lapis sonrió y asintió.
-Lo es, Pearl.
Y realmente lo es.
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Pieces
FanfictionLapis una joven adulta de 28 años de edad quien, está a minutos de casarse con su alma gemela no puede evitar pensar, en toda la historia que hubo detrás de lo que pronto será su matrimonio reviviendo así, todos aquellos trágicos recuerdos.