Evelen
A mitad de la noche miraba detenidamente a Miller durmiendo plácidamente al lado de alguien que no era yo, quería ser la que rodeara con sus brazos en la noche inconsciente, que besara muy frente antes de irme a dormir, que sus caricias sólo fueran dirigidas a mí y que cada uno de sus gemidos en madrugada fueran a causa de mí, no de ella, la intrusa quien tenía la satisfacción de tener todo lo que yo querría. Pero todo llegaría a su fin. Usé el hechizo que bien recordaba del libro de magia ancestral celta, uno que lograría que Miller hiciera lo que yo quisiera y era lo suficiente fuerte como para ser repelido por su fuego azúl, más sin embargo un fuerte apretón en el hombro hizo que me detuviera, me di la vuelta dándome de cara con mi madre.
—¿Qué pretendes?— dijo mi madre con voz de autoridad.
—Conseguir lo que quiero— mostré molestia ante la interrupción.
—No seas estúpida, no vas a lograr nada es un fuego azul, repele la magia, de los inexpertos como tú — me señaló con su dedo índice.
—Ya te he dicho que sé demasiado, además soy tetrahibrida, en mi hay cuatro razas, puedo lograrlo — volví a recitar el hechizo en voz alta.
Mi madre chasqueo los dedos y me hizo aparecer en mi alcoba alejada de un piso de la de Miller. Estaba a punto de hacer una pataleta ante aquella interrupción pero antes mi madre hizo aparecer un libro grueso con bordes azules y pasta desgastada, junto con el característico olor a guardado.
—Sólo los brujos en su plena madurez y cuya magia es superior que la del mismo fuego azul, puede ejecutar un hechizo frente a éste. Dado a que la mayoría de los brujos tienes una magia limitada que se agota a medida que su energía, no se ejecutan bien o ni siquiera suceden los hechizo— recitó en voz alta.
Aquello que había dicho corroboraba más que tenía la probabilidad de lograr que Miller hiciera lo que quisiera.
—Soy una bruja en plena madurez, tengo 18 años madre y mi magia es mil veces superior que la de él — dije aludida.
—No cuentas con la suficiente energía Evelen, quizás puedas hacer hechizos básicos frente a Miller pero conjuros de mayor exigencia de energía simplemente desfallecerias y no lo lograrías. Ni siquiera yo con todos los años de vida pude lograrlo sin absorber energía, necesitas buscar esa energía.
—Entonces dime como puedo encontrarla.
—Antes debo saber que estás dispuesta a todo conmigo— se cruzó de brazos y me miró de la manera que las personas de su carácter fuerte hacían temblar a otras.
Mi madre había sido la única compañera que a pesar de su ausencia física había estado presente de manera comprensiva. Estela nunca había notado mi notoria oscuridad creciente, me veía como la niña más dulce e indefensa, cuando era el propia mal encarnado, nunca me habían gustado las flores para adornar mi cuarto sino para verlas marchitar, porque me gustaba observar como la vida se desvanecía, algo inalcanzable para mi.
—Estoy dispuesta — dije y ella sonrió con notable malicia. Sabía que no era algo bueno lo que planeaba.
Y justo como lo había imaginado estábamos justo en el mismo cementerio donde ella había sido enterrada, haciendo la misma labor con la que había traído de vuelta a mi madre pero inversa, arrebatando vidas para devolverlas a la tierra. En total eran 15 cuerpos de tanto como humanos como brujos, lobos y vampiros, mi madre había sabido escoger muy bien a sus víctimas, jóvenes, poderosas y llenas de energía.
Hacía falta el último bocadillo y mi madre me dio la señal para que tomara justo por la espalda a esa muchacha que tenia cierto parecido a mi misma y la besara como un modo de absorber su energía, más bien que un beso succionaba su boca atrayendo todo lo que sería de ayuda para ejecutar el hechizo que quería.
...
Estela no paraba de darme sermones acerca de la supuesta víctima que había llevado a cazar a escasas horas y yo sólo asentía con la cabeza y fingía remordimiento para que ella terminara besandome la frente y haciendo que prometiera comportarme de manera sensata, cosa que hacía con la más fingida cara de arrepentimiento. De reojo lograba ver que Rachel me miraba con el más mínimo convencimiento y el gran odio que llevaba hacía mí, definitivamente ella sería una piedra en el zapato.
Miller apareció en el salón y besó a Rachel haciendo que sintiera una fuerte punzada en el pecho. ¿Como alguien como ella podía ser tan suertuda de tenerlo?
— Se nota que te gusta Miller y sólo quiero recordarte que no me gustaría que terminaras herida con una relación que jamás será — hizo mención Estela, luego de al parecer haberse dado cuenta de que estaba mirándolos de mala manera.
— No es lo que parece, te lo prometo — me puse de pie, dejándola con la palabra en la boca.
Me dirigí justo a la habitación de mi madre y me llevé con una gran sorpresa a mis oídos. Unos jadeos provenientes de la habitación donde dormía mi madre que inmediatamente hicieron que abriera la puerta de un fuerte tirón, dándome cara a cara con mi madre con sus senos al descubierto y un Raúl tratando de ocultar su virilidad rápidamente en una sábana blanca. Tantas promesas y tantas frases de amor falsa que había dedicado a mi hermana habían sido parte de una mentira, por alguna razón me sentí molesta de que le hiciera tan vil engaño a mi hermana. Hice que su cuerpo se estrellara contra el duro concreto. Mi madre lo miró sin la mayor relevancia.
—No hagas tanto ruido que puedes delatarnos y por favor no hagas esa cara soy una mujer adulta e independiente — apareció un cigarrillo y empezó a fumar.
— Es el novio de tu hija— resalte la última palabra.
— Ella dejó de ser mi hija el día que me volvió a ese mugriento cementerio y tú deberías dejar de sentir importancia por alguien que desconoce tus problemas y está del lado de personas que no son su familia— exhaló el humo —. Ya sé lo que te falta, una buena follada con ese chico que te trae loca, pero mira ya te preparé esto— levantó un frasco de vidrio con un liquido rosado.
— Tres gotas en su vaso con agua y hará lo que tu desees— sonrió con malicia.
—Gracias mamá — dije alegre de que por fin tuviera algo con lo que Miller lograra ser mío.
Mi madre sonrió y le di un beso en la frente, sintiendo la mirada de Raúl sobre mi y por eso no me sorprendí cuando poco después de salir del cuarto estuviera detrás mío.
—Por favor no le digas nada a Estela— suplicó.
—No te preocupes, no hay peor ciego que el que no quiere ver— dije para bajar las escaleras y lograr escuchar una discusión entre Estela Y Rachel.
Discutían a un tono alto acerca de las voces que escuchaba Rachel, ella aseguraba que no lo había dicho porque era algo sin importancia y Estela recalca su falta de confianza hacia ella. Aproveché que ese par discutían sin parar, para llegar hasta donde estaba Miller justo en el jardín arrancando arándanos del árbol.
— Vas a dejar al pobre árbol sin arándanos — dije en voz alta e hice que se diera la vuelta y me mirara de mala forma.
— Si vienes de nuevo con la idea de tener algo conmigo no lograrás nada— articuló de mal humor.
Hice un movimiento rápido colocándome delante del árbol de arándano para rociar un par de frutos con la poción para luego mantenerla tras la espalda y ofrecerle aquellos frutos.
—Me gustaría que me perdonaras, no tuve un comportamiento debido así que recibe estos dulces arándanos como muestra de arrepentimiento — dije cabizbaja.
Miller dudó un poco de las intenciones pero terminó llevándose los arándanos a la boca y se los comió con agrado para luego sonreír y sentir un leve vahído característico de un hechizo fuerte que bloqueaba el fuego azul por minutos para ser ejecutado. Lo sostuve en mis brazos hasta que abrió los ojos sintiéndose un poco extraño. Me miraba muy seguido y hacía gestos de acaloramiento, estaba haciendo efecto el hechizo pero luchaba contra él, alcancé su mano y la entrelace con la mía.
— En realidad venía a decirte que jamás te dejaría de amar — me acerqué lo suficiente como para casi rozar sus labios.
Miller intentó voltear la cara pero lo asalte antes con un beso certero y lleno de deseo que fue correspondido como producto de un hechizo. Sabía que todo era parte de una poción pero se sentía demasiado bien. Mis manos acariciaron sus mejillas y luego sus manos sobre mi cintura, todo iba perfecto hasta que un grito chillón nos hizo separarnos.
— ¡Miller!— soltó un grito chillón Rachel al ver a éste besándome con locura— ¿Como pudiste hacerme esto?— reclamaba al borde del llanto y yo sólo podía estar divertida con la situación.
—Yo... Simplemente no lo quería hacer— Miller salió corriendo atormentado con un hechizo que no podría romper.
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Cenizas Azules (Libro #2 De Fuego Azul)
FantasyDespués del fuego vienen las cenizas... Miller y Rachel terminaron juntos, ¿pero realmente son felices?, su amor se ha visto a prueba varias veces y no ha desfallecido pero en particular una nueva inquilina en la mansión de Rachel pondrá en aprietos...