Y dijeron vivieron felices para siempre, se casaron y... pues no en absoluto ese no fue mi caso, me aterraba el hecho de tener un hijo, por miedo que reflejara la oscuridad reprimida que evitaba en mi, tenia miedo que fuera como Evelen aquella chica que aparentaba ser dulce y había matado a varias personas, saliéndose por completo de las manos de la chica de cristal, y sí ni siquiera ella podía controlarla ¿entonces quien?.
Miller y yo llevábamos una relación que en su tiempo fue cargada de fuego, ahora la llama era tan escasa y apenas visible, que al menos sobrevivíamos. Aún lo seguía amando pero aquél ambiente tenso estaba acabando con nuestra relación, el quería formar una familia, yo quería que mi generación terminara conmigo, temiendo el resultado que podría venir con alguien con más fuego del permitido, con una enfermedad terminal que nunca la mataría pero la desgastaba. Estela temía que perdiera mis facultades de caminar, hablar o escribir.
Miller se apreció interrumpiendo mis pensamientos y me dio un corto beso en los labios.
—Hola.
—Hola— dije sin mucho entusiasmo.
Nos quedamos mirando sin saber como seguir la conversación, las palabras estaban faltando desde hace un año. La gente atribuía a 18 años de casados, a aquella sensación tensa, pero yo sabia que era mi culpa, aquella oscuridad reprimida que susurraba cosas, ese intento de estar estable y cuerda me había llevado a eso. Lo abracé, pero no sentí que mi cuerpo me perteneciese, estaba perdiendo mis facultades.
—Evelen viene a quedarse las vacaciones.
Apenas escuché aquél nombre, mi rostro palideció. Esa niña, siempre me había dedicado miradas que me reflejaban el rostro de su madre, veía maldad pura en ella, pero nadie me escuchaba, Estela decía que no podía culpar a una niña por los errores de su madre, pero Evelen era la reencarnación del mal.
—¿Estás bien amor?— acarició Miller con delicadeza mi brazo.
—Si ¿Por qué no lo estaría?
—No sé, últimamente estás actuando muy extraña, tan distante, me pregunto si...
—¿Si?
—Si lo nuestro está funcionando...
—Poe supuesto que lo está — me levanto un poco alterada.
Miller me agarra por el brazo tratando de que mantenga la calma.
—No es para que lo tomes a mal, sólo que... Las parejas pasan por este tipo de momento y de verdad que quiero que no sea así.
—Por supuesto que no es así — empiezan a cristalizarse mis ojos.
Miller me atrae hacia él y me permito llorar en su hombro, descargando lo que llevaba retenido por más de una década.
...
Evelen, ya no era en absoluto una niña. Sus pechos habían crecido, había aparecido una silueta de envidia y sus caderas se habían anchado y era definitivamente una mujer bella. Sus largas ondas rubias caían con una elegancia mientras se agachaba a recoger un libro que había caído "accidentalmente", dejando ver su bendecido trasero con una falda que apenas alcanzaba a taparlo. Era obvio su coqueteo hacia Miller, quien mantenía una actitud neutra.
—Evi ¿Por qué no me ayudas con algunas pinturas? — le Sonreí y la guíe hasta el pequeño recinto donde pintaba.
La chica observaba todas las pinturas, tocándolas y hasta oliéndolas. Sin evitar dejar de morderse el labio.
—Son unas lindas pinturas.
—¿Tanto como Miller no?— me crucé de brazos y ella se ruborizó.
—Eh... Yo creo que sí, tu eres la esposa.
—Y espero que eso te quede claro. No soy estúpida Evelen, sé que le estas coqueteando a Miller— me acerqué más a ella llegándole a respirar en la nuca.
—Puede ser— se encogió de hombros — pero no pasa nada, si el no corresponde, al menos que... Se canse de ti a penas descubra que estas perdiendo la cordura por los susurros.
La agarro por el brazo fuertemente, prácticamente enterrándole las uñas.
—¿Cómo lo sabes?— digo en voz baja.
—Porque soy yo la que te hablo a tu cabeza o bueno sólo soy una mediadora de mi madre— dice con simpleza.
Golpeó su labio y ella sonríe con la sangre cayendo en su barbilla, lame sus labios y lleva una expresión de cinismo. No sé como nadie puede notar que esta chica es igual o peor como su madre.
—Estela pronto se dará cuenta de la clase de persona que eres— le digo botando chispas de fuego en las manos.
—Eso está por verse, recuerda que para ella soy como su hija y me ama tanto, que pondría en duda lo que tu digas. Así que, será mejor que no sigas perdiendo tu tiempo y hagas lo que te digo... Así podrás llevar una vida en paz— sonríe y se marcha con una pintura en las manos.
ESTÁS LEYENDO
Cenizas Azules (Libro #2 De Fuego Azul)
FantasiDespués del fuego vienen las cenizas... Miller y Rachel terminaron juntos, ¿pero realmente son felices?, su amor se ha visto a prueba varias veces y no ha desfallecido pero en particular una nueva inquilina en la mansión de Rachel pondrá en aprietos...