Capítulo 6

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Rachel


Aquella imagen no desaparecía al contrario permuta en mi cabeza siendo atornillada sin anestesia, nunca había sentido aquella sensación semejante de decepción y de dolor. Nunca lo fuera imaginado, ni en mis temores más remotos, que la persona que había escogido como mi compañero me traicionaría de la manera en la que lo había hecho, con una chica de apenas unos 18 años que recientemente se había convertido en adulta y se pasaba por ser alguien de la familia, la habíamos visto crecer delante de nuestros ojos y él ponía justo sus ojos sobre ella.

Agitada y con el corazón a mil caí sobre el césped que necesitaba ser cortado. Sentía un fuerte dolor en el pecho que me causaba ahogo quería soltar lágrimas más sin embargo estas no salían, sólo estaba presente aquella sensación de ahogo que parecía estar acabándose por dentro. Arranqué el césped ensuciándose las manos de arena mojada, de hecho debía estar toda cubierta de barro. Me sentía como la más estúpida que no había pillado señales entre ellos, estaba furiosa, quería acabar con Evelen y Miller a la vez, quería ponerlos amarrados juntos en un árbol y quemarlos vivos, los odiaba ahora mismo. Metí mi cabeza entre mis dos piernas y me permití llorar esta vez desgarrando todo lo que venía adentro, siendo interrumpida por un carraspeo. Levanté la cabeza, sintiendo el fuego ardiendo dentro de mi y sabiendo que ahora mismo de estaba expresando en mis ojos. Estela me miraba preocupada.

—¿Qué pasó? — intentó acariciar mi brazo pero lo retiré de manera arisca.

— Las personas que más quieres a veces pueden lastimarte de la peor manera— dije aguantando el romper en llanto de nuevo.

—¿Miller te hizo algo?— mostró una actitud molesta.

— Se besó con tu "amada niña" — hice énfasis en la última frase, resaltando mi desprecio hacia Evelen.

—¡¿Cómo pudo?! Ella.. Tan sólo es una niña... Es un canalla, un abusivo un pedo...

— Tu niña tampoco no es una santa así que aceptemos que ambos estaban muy cómodos con lo que hacían. Evelen no es lo que tu crees.

—No voy a permitir que le hables de esa manera — mostró sus colmillos afilados intentando atemorizarme.

Me puse en pie y sacudí el barro en un intento fallido de mis vaqueros, con las manos ardiendo en fuego azul.

—Es mi casa y yo decido lo que digo— lancé fuego azul hacia ella haciendo que cayera sobre el barro.

Estela rápidamente se levantó aún más molesta, dejando ver sus rasgos animales característicos de una mujer lobo y sus afilados colmillos de vampiros.

— No te preocupes que Evelen y yo nos marcharemos de aquí — dijo rabiando con un sonido de un perro rabioso.

— No me haría más feliz que hicieran eso, hace tiempo que he deseado que se marche esa zorra de mi mansión.

Sólo bastó que dijera aquello para que Estela cayera sobre mi cuello enterrando sus colmillos puntiagudos y llevándose el gran sabor amargo aparte de lo mucho que escocía la sangre de un fuego azul en boca de cualquiera que no fuera uno. Se separó escupiendo, con los labios llenos de ampolla que chorreaba su propia sangre y que si bien se curarán entre poco pero sería muy doloroso. Me puse la mano en mi cuello, sintiendo inmediatamente la humedad y llegando a ver mi mano bañada en sangre. Hice fuerza en la herida y me levanté tambaleando, hasta llegar a la mansión con la vista borrosa y la gran debilidad de haber perdido sangre. Antes de que pudiera subir en busca de un botiquín de primeros auxilios, me había desvanecido en el sofá grisáceo de la sala.

Al abrir los ojos delante de mí estaba Estela con hierbas de un mal olor, siendo guardadas en un maletín viejo. Intenté sentarme en el sofá cuando el gran dolor en el cuello me hizo permanecer acostada. Sabía que había detenido la hemorragia pero me había dejado con la herida para que sufriera para lo que había hecho. Por el rabillo de ojo alcancé a ver un par de maletas. Se iban a ir por lo que le había dicho anteriormente a Estela y no podía evitar sentir un fresquito al saber que Evelen estaría muy lejos pero también sentía rabia de que Estela creyera en todo lo que decía ella.

— Hice lo que tenía que hacer, ahora nos vamos— agarró una de las maletas y miró a Evelen para que esta la siguiera.

Antes de que ambas salieran por esa puerta, Evelen sacó su dedo del medio con el nombre de Miller pintado con marcador y lamió su dedo con lascivia. Quise dejarla sin dedo en aquél instante pero antes de que pudiera tomar algo filoso y lanzarlo, ya había cerrado la puerta bruscamente.

Odiaba a muerte a Evelen y no podía estar más ardiendo en llama azules, acabando con el sofá que mi mamá tanto había adorado.

Al caer la noche me sentía demasiado solitaria que terminé llorando arropada de pies a cabeza pensando que al día siguiente no me golpeara con el fuerte hecho que que había sido traicionada por la persona que más amaba. Me preguntaba si la estaría pasando igual de mal o si simplemente estaría dichoso restregándose en las sabanas de la ramera de Evelen.

Un estropicio en el piso de abajo hizo que me levantara sobresaltada con la esperanza de que fuera Miller para decirme que había cometido un error y que no sentía nada por esa chica. Tal vez si fuera sido así, quizás esa noche lo fuera perdonado.

Bajé las escaleras con la bata de dormir y pantuflas, encendí los bombillos de la sala y ante mí apareció la imagen de un líder cubierto de lodo y herido gravemente.

— Rachel necesito tu ayuda— dijo antes de desfallecer en el piso de madera.

Cenizas Azules (Libro #2 De Fuego Azul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora