Evelen
Estela recorta rosas con guantes en las manos, pensaba montar una floristería al parecer con la enorme casa antigua que tenía un olor molesto a humedad y defecación de rata. Me tapaba la nariz seguido con unos pañuelos que llevaba en el bolso y mi madre sólo me miraba con cara de burla, ella estaba demasiado entretenida leyendo libros de brujería, parecía repasar los conjuros, admiraba la sabiduría e inteligencia de mi madre, quería ser una bruja tan buena o mejor que ella. Sí decía en voz alta que quería ser mejor que ella, seguro me enterraba viva en la misma tumba donde ella fue enterrada, mi madre estaba enferma de poder y eso también yo lo había heredado, pero tenía que ser sutil, ahora la necesitaba y ella mostraba ser un apoyo, pero cuando decidiera irse por sus fines egoístas yo misma la ejecutaría.
De repente dejó los libros y cerró las ventanas con seguro para llamar a alguien por el pasillo. Era Raúl, el nuevo amante de mi madre, lo detestaba, de una persona que traiciona a otra no se puede esperar nada bueno, no era confiable, andaba en dos bandos, dos aguas. A pesar de que sólo eran pasión de cuarto, podía llevar información hacia el bando enemigo y no estaba dispuesta a permitirlo. Mi madre besó con lujuria a Raúl y este apretó su trasero, eran degradantes.
— Sí van a follar, sólo diganme para irme y así no pierdo mi tiempo — dije de mal humor.
— Tranquila hija, Raúl viene para llevarte al campamento Heims. Necesitamos que tomes terreno allá para que logres traerme algo que quiero y te conviene tanto como a mí como a ti— se detuvo ante un libro y lo abrió justo a la mitad.
Mi madre se adelantó señalando un pequeño dibujo de una montaña con lava azul, que tenía unas escrituras en letra miniatura que pasaba casi inadvertida y parecía ser un marco con hormigas, pero los que contábamos con una vista sobrenatural y algo extra de magia, podíamos leer perfectamente que decía "De la montaña que brota fuego azul, cualquier deseo es posible, según la leyenda del hombre azul". Pensé que era un simple mito o cuento de niños fuego azul.
—¿Y?— dije dándole poco importancia a la leyenda.
— Cualquier deseo Evelen, es decir lo que yo quiera como es lo de recuperar mi puesto de guardiana y tú poderle dar el hijo que tanto desea Miller, dejarías de ser estéril y quizás con eso lo logres retener. No lo he visto desde que nos fuimos de la mansión de esa mojigata.
Hice un mal gesto. Era cierto que Miller se había ido y no sabía hacia dónde. No creía que se fuera ido con Rachel y si era de ser así, necesitaba más que pronto aquellos deseos, no podía dejar que Miller siguiera con aquella estúpida raquítica. Ella le podía dar todo lo que ella no podía brindarle, ella no lo amaba de la mitad que yo lo amaba, no se lo merecía.
— ¿Qué tengo que hacer?
Mi madre sonrió y Raúl también lo hizo, aquella confianza que le llevaba a aquél víbora sabía que nos costaría mucho. Podía decirle a la estúpida de Estela acerca de nuestras andanzas en cualquier momento, sabía que botaba la baba por ella y en cualquier momento se pondría de su parte.
— Irte al campamento con Raúl y conseguir ese libro, puede que esté en la biblioteca o quizás en un lugar más oculto, es tu trabajo averiguarlo.
— Está bien, vamos Raúl — agarré mi bufanda para salir de mal humor.
Raúl seguía mis pasos con agilidad pero no la suficiente de un vampiro, lo veía ahogándose para alcanzarme y me movía cada vez más rápido.
—¿Podrías.. Ir más ... Lento? — dijo cuando le empezó a escasear el aire y tuvo que detenerse para tomar un poco de aire.
—Lo siento, se me olvidaba que los de especie son demasiado lentos— dije de manera despectiva.
—Te recuerdo que también llevas fuego azul en tu sangre al igual que nosotros — se mostró ofendido.
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Cenizas Azules (Libro #2 De Fuego Azul)
FantasiDespués del fuego vienen las cenizas... Miller y Rachel terminaron juntos, ¿pero realmente son felices?, su amor se ha visto a prueba varias veces y no ha desfallecido pero en particular una nueva inquilina en la mansión de Rachel pondrá en aprietos...