Evelen
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Candy que conocía muy bien el campamento Heims, nos había mostrado un plano hecha por ella misma marcando con un punto roja el lugar por donde entraríamos sin que lo notaran, llegado el caso de que no funcionara empleariamos la fuerza, pero solo en estrictas ocasiones. Ella no me caía del todo bien, algo en sus gestos y su aspecto de chica fresa, me decía que no era la indicada para dirigir todo esto, pero no hacia muy bien y el resto no me importaba.
— Entrearemos por el sur del bosque, ahí podemos saltar la valla. Esa entrada fue hecha en caso de emergencia.
— Tiene mucho sentido, en caso de que se presente un imprevisto, usamos la fuerza o un poco de magia.
Sople mi mano para que saliera polvo azulado y sonreí, sin una pizca de modestia. Christian me estaba acompañando, no confiaba del todo en él pero podía servir para ayudarnos a entrar a Heims, si llegaba a traicionarme de nuevo no dudaría en matarlo.
Jack estaba dentro de nuestro campamento, después de todo había elegido el mejor bando.
— Elegiste el mejor lado, el lado vencedor.
— Solo quiero hacer justicia, en el incendio murió gente buena y no es posible que quede impune, el campamento fuego azul necesita un cambio.
— Todo el mundo sobrenatural necesita un cambio.
Candy me llevó hasta a las afueras del campamento y alzó sus brazos para hacer que las raíces del suelo se levantaran y me amarraran contra el duro árbol de roble. Sonreí, era un poco de eso lo que me había hecho escoger a Candy y un poco de otra cosa.
Ella se acercó a mí y me comenzó a besar con tan gran deseo, rasgó mis vestidos y acarició mis senos de un color rosado pálido, mi piel pálida se tornaba ligeramente roja al ejercer presión sobre ellos. Pasó su lengua por mi pezon y sentí el placer recorrer mi cuerpo, necesitaba un poco de este placer carnal, para confirmar que estaba viva. Comencé a gemir y ella terminó de quitarme el resto del vestido, bajó hasta mi entrepierna y ahí se encargó de lamer mi vagina, mientras movía mi pelvis.
La miré a los ojos y bajé su blusa y su sujetador para poder darle el mismo placer con mi boca en sus senos voluptuosos. Ella jadeaba mientras me daba el mayor placer con su boca humedad, hasta que me sumergi en un gran orgasmo.
Con un chasquido mi ropa apareció, una nueva, junto con mi cabello azul perfectamente recogido. Me miré en el espejo, no parecía haber tenido hace poco el más placentero sexo.
— ¿Qué ha pasado con Crhistian?
— Es un traidor.
La tierra comenzó a temblar, ella se agarró de mi brazo con temor. Hice que se soltara de él. Esto debía tener una razón de ser, por el olor dulzón a fresas supe que era nada menos que Rachel.
— Has vuelto a la boca del lobo.
— Debes detener esto, no hay sentido de iniciar una guerra en busca de una falsa paz.
— Se llama venganza.
Moví la mano en círculos y brotaron chispas azules. Sentía el fuego arder entre mis venas.
— Veo que no piensas razonar — era mi hermana quien no había sentido llegar.
— No podías faltar tú.
Estela me hizo caer sobre el duro roble que hace unos minutos había experimentado el mayor placer, sentí algo húmedo caer de mi frente. Sangre desde luego, pero no sentía dolor, para ser estrellada contra un duro árbol que ahora tenía un gran hueco en su tronco.
— Rindete.
Miller apareció ahora junto con Jeim y Jack. Pensé que el último era nuestro aliado pero al parecer solo había sido un traidor, no podía leer sus pensamientos porque los sangre azul tienen una cualidad de poder suprimir el poder, hasta incluso el mío.
— No pueden contra mí.
— Todos sí podemos.
Estela levantó una espada al cielo y todos lanzaron el fuego sobre ella, mientras ella recitaba un conjuro de unión, intenté detenerlo, pero la protección que tenía la espada hizo que volviera a caer.
— El arma más poderosa, incluso para matar una híbrida como tú.
— No es posible.
— Sí lo es.
Alzó la espada y cortó mi brazo izquierdo, el cual empezó a sangrar sin curarse en pocos segundos.
— Se curará pronto.
— En semanas lo hará, como lo haría un humano ¿te imaginas si fuera directo a tu corazón?
Estaba sintiendo lo que jamás había sentido alguna vez, miedo a la muerte.
— Si llegas a continuar con tu idea de atacar Heims y pedir el deseo, me aseguré de que vaya directo a tu corazón.
Nunca imaginé que mi propia hermana, sería capaz de pensar siquiera en asesinarme. Desapareci en medio del bosque, llena de rabia y en el fondo de temor. No podía permitir que ella me atemorizara de esa forma y por ahora estaban libres de mí, pero muy pronto me verían de nuevo.
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Cenizas Azules (Libro #2 De Fuego Azul)
FantasyDespués del fuego vienen las cenizas... Miller y Rachel terminaron juntos, ¿pero realmente son felices?, su amor se ha visto a prueba varias veces y no ha desfallecido pero en particular una nueva inquilina en la mansión de Rachel pondrá en aprietos...