Capítulo 21

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Angelo trajo de vuelta a Distrolia y a Khamal al campo de batalla, pero ellos se quedaron en un lugar lejos de la zona.

En segundos, Fausto atrapó el corazón y lo apretó muy fuerte, y Enchanted se sintió muy débil al descubrir que Fausto tenía su corazón en sus patas, así que, se dirigió hacia él.

—¡Dame eso... Es mío! —dijo Enchanted.

—¡Nunca! —dijo Fausto.

Fausto lanzó el corazón hacia donde estaba Khamal, y Enchanted fue hacia donde estaba él, persiguiendo el corazón. Entonces Khamal, que se estaba recuperando, se levantó de la camilla y mirando al cielo, dijo:

—¡Es mi hora, para eso estoy aquí!

Khamal abrió sus grandes alas, y de repente, se vio una luz muy brillante, y se fue volando muy alto, tan alto, que casi tapaba el sol con sus alas. Enchanted no pudo alcanzar a Khamal, entonces Fausto y Cebeles rompieron el corazón de Enchanted, lo cual este cayó, quedando inmóvil y a la vez débil.

Cuando el corazón se rompió, salieron tres diamantes: blanco, rojo y negro; también salió del cuerpo de Enchanted, Domicio Di Angora, quien había desaparecido de la cueva.

Mientras que Khamal bajaba del cielo, le preguntó al villano, lo siguiente:

—¿Estás satisfecho con el desastre que hiciste?

Y Enchanted respondió con una risa burlona:

—No lo sé.

Entonces, Fausto enojado, arrojó los tres diamantes al suelo, y luego golpeó a Enchanted en el estómago, dejando su marca que era una luna menguante, con un punto negro en el centro. Fausto encapsuló la marca en una burbuja naranja, pero no era de jabón, sino de fuego, lo que causó que la marca desapareciera.

Todo volvió a la normalidad, y Distrolia ya se sentía mejor. Domicio agradeció la ayuda de ellos, pero...

—Estoy muy feliz de que me salvaran, pero creo que no debieron meterse en mis asuntos ajenos —dijo Domicio.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Khamal.

—¡Porque es algo tonto que ayuden a un gato, que siempre les causó muchos dolores de cabeza! —respondió él, bajando la cabeza.

—¿Y tú te crees tonto para decir esas cosas tan pésimas de ti mismo? Yo pienso, que estás decepcionado moralmente —dijo Distrolia.

—¡No es verdad! —dijo Domicio, un poco molesto.

—¡Deja de pelear Domicio!, mira que ya no tienes jefes... Tus amos ya no existen, gracias al tonto del Gato Negro —respondió Angelo, harto de escuchar a su antiguo enemigo.

—Entonces... ¿Qué debo hacer ahora? —preguntó Domicio.

—¡Unirte a nosotros!, tú necesitas amigos en quien confiar —respondió Cebeles, poniendo su pata en su hombro.

—¡Es ridículo lo que dices!, ya sé porque los diamantes decían que los reyes del planeta Anónimo, son tan...idiotas —se burló Domicio, del padre de Fausto.

—¡No te burles de mi padre! —le golpeó Fausto, en toda la espalda.

—¡Así que tu eres el rey Fausto!, creo que eres el mejor rey que he conocido en mi vida. Los demás reyes deberían de ser como usted —dijo Domicio—. ¡Me tengo que ir!, se me hace tarde para mi cita de trabajo.

—¿Cita de trabajo? —preguntaron todos al mismo tiempo.

—Sí, ¿por qué? —preguntó Domicio.

—Pero, ¿para quién vas a trabajar? —preguntó Khamal.

—Trabajo para el señor Uranus, lo conoces Fausto. Me encantaría hablar más, pero no tengo demasiado tiempo —dijo Domicio.

Domicio se fue volando en una nave verde, no se sabía si él seguiría siendo malo, pero para los demás gatos, él ya no tendría que hacer más cosas peligrosas.

Después de la pelea, todosse fueron a casa. Pero justo cuando llegaron a Catskill, se encontraron conLucio Ragdolls. Por suerte, ellos lo agarraron a tiempo, ya que Lucio teníamuchas cosas de que hablar...    

Los MisugatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora