Capítulo 1

1.7K 60 0
                                    



Andrea.

Amaneció. Debía despertar antes de que se me hiciera tarde, de nuevo. 6am en punto y mis ojos aun no se acostumbran al brillo del sol matutino. Detesto madrugar, pero no me queda de otra si quiero sobrevivir en esta ciudad.

Vivo en Seattle, en un apartamento muy cómodo y amplio. Mis padres me ayudaron a pagar mi primer depósito cuando recién me gradué de la Escuela de Artes hace ya 3 meses, y ahora la responsabilidad cae por mi cuenta. Tengo mi propio estudio de arte aquí en mi casa, me gradué en expresiones artísticas y siento que es lo mejor que he podido escoger. Mi gran sueño es tener mi propia galería de arte en Nueva York, o alguna ciudad Europea.

Pero por ahora debo conformarme con lo que hago, mi padre siempre dice que un pequeño grano de arena es suficiente para marcar la diferencia. Así que mientras completo mi sueño de tener mi propia galería, trabajo haciendo cuadros y murales por contrato. Y he tenido suerte, ya que en las anteriores semanas ya he recibido 12 llamadas diferentes, gracias a las recomendaciones de mis profesores del instituto.

Originalmente soy de Illinois, uno de los estados más grandes y poblados de los Estados Unidos. He vivido allí la mayor parte de mi infancia y mi adolescencia, hasta que al cumplir 17 mis padres me ayudaron a cumplir mi sueño de estudiar en la el Instituto de Artes de Seattle. Y de esa manera, fue como hice mis maletas y me subí a bordo de un avión alejándome de mi familia y amigos para cumplir mi mayor sueño: pintar.

Así que me levanté, me dirigí al cuarto de baño para asearme y comenzar a arreglarme, hoy tengo una cita (de trabajo) con uno de mis clientes. Solo espero que no sean de esos exigentes que te hacen empezar una y otra vez mientras critican tu visión. Odio a esa clase de gente que cree que por poseer mucho dinero pretenden manipular a las personas, y hacerlas sentir inferiores. Los artistas nos caracterizamos por ser almas espirituales y amantes de la libertad que un pincel nos puede brindar.

¡Demonios, las 6.20!

Debo dejar de fantasear y empezar a arreglarme.

Caminé hacia mi espacioso closet, y digo espacioso ya que soy adicta a la ropa. Casi todo lo que gano lo gasto en ropa y accesorios. Lo admito, tengo una ligera obsesión por la ropa. Mi estilo es muy vanguardista. Amo lo vintage y todo lo fuera de común. Me arreglé rápidamente y salí a la cocina. Mi perro, Toto se encontraba acostado panza arriba bajo el mesón de la cocina. Es un Golden Retriever, apenas tiene 10 meses pero come y duerme como un ser humano. Me dispuse a preparar café y freír algunos huevos y tostadas mientras Toto lamía una de mis piernas pidiendo comida.


Christian.

Todo ha marchado como es lo usual. Otro día. Reuniones importantes. Ampliación de presupuesto. Extensión de mi corporación a nivel internacional. Casi nada ha cambiado, aunque por dentro ha cambiado todo para mí desde hace 5 meses. Pero aun me mantengo fuerte, con la frente en alto y firme ante todo. Sin importar nada.

 Sin importar nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cincuenta Sombras RenovadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora