Capítulo 14

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Christian.

Mi hermana estaba en casa. Todos nos encontrábamos emocionados y contentos de verla luego de tanto tiempo. Su viaje a Europa se alargó por tres meses y aún así llegó dos semanas antes de lo esperado. Para nuestro asombro al llegar nos sorprendió con que conocía a Andrea de algún sitio en el pasado. Creo que ninguno pudo ocultar su rostro de incredulidad al saber esa noticia. De hecho, no me sorprende. Mi hermana conoce a muchas personas por sus numerables viajes y por su forma tan extrovertida de ser. Pero lo que si impactó es saber que es precisamente a Andrea a quien ella conoce. La mujer que acabo de conocer hace unos días y que en menos tiempo que cualquier otra persona antes me ha hecho querer desear ser un poco menos convencional de lo normal como para invitarla a salir, cosa que no es lo mío.

Ella me ha hecho querer cambiar mi forma de ser y pensar con tan solo mirarme de esa forma en que lo hace. Y sé que estoy siendo un completo imbécil al tratarla de esta manera tan indiferente. Pero hay muchos aspectos de mi vida que ella no debe conocer, ni tampoco quiero que lo haga. Creé ésta barrera hace muchos años y Anastasia la destruyó en minutos. Luego de su partida, me dejó nuevamente como al inicio.

Solo.

Y así continuaré.

O al menos eso quería hasta que Andrea llegó. Quisiera de alguna manera evitar sentirme así a su alrededor, pero no puedo. Y por eso es que prefiero que me odie a que llegue a sentir algún tipo de afecto o sentimientos encontrados hacia mí. No le convengo para nada. No ésta nueva versión de mi. Y de ésta manera se lo haré saber.

Nos sentamos alrededor de la mesa del comedor. Casualmente, Mía se sentó en el puesto junto a Andrea. Mis padres a cada esquina de la mesa dejándonos a Elliot y a mí los dos puestos frente a ellas. Le cedí a Elliot el puesto frente a Andrea. No me perdonaré por hacer esto pero al menos aún podía tener una vista de sus hermosos ojos y su rostro. La conversación giró en torno al viaje de mi hermana y todos los lugares a los que ha ido. Cosa que ya he escuchado otras millones de veces de sus pasados viajes a Europa. Cualquiera creería que ya se conoce el continente entero, pero siempre nos sorprende con historias de nuevos lugares y personas a las cuales conoce en cada viaje.

-Sin duda, esa fue la mejor parte –ella rió al terminar de relatar su aventura en Milán.

-Lo que no me deja de sorprender, querida –comentó mi madre– Es ¿cómo se conocen ustedes dos –le dio un vistazo a Andrea y a Mía como si escondieran el secreto más grande del mundo. Ellas solo sonrieron.

-¿Quieres contarles tú? –le preguntó Mía a Andrea que solo negó con la cabeza bebiendo de su vino.

-Te cedo el honor –hizo un ademán con su mano para permitirle a Mía hablar.

-Excelente, presten atención. –dijo Mía y mi padre se cruzó de manos apoyando sus codos sobre la mesa prestando suma atención.

Mi hermano bebió un poco de vino sin quitarles un ojo de encima y mi madre las observaba atentamente mientras sonreía. Al parecer ella se encontraba encantada de que ambas sean amigas. Mía comenzó.

-Todo empezó hace seís años, ¿recuerdan ese chico enfermero con el que salí? –todos asienten, yo lo recuerdo vagamente. Hace cuatro años aún me encontraba comprometido con Anastasia por lo cual las múltiples relaciones de mi hermana poco hacen eco en mi memoria- Resulta que me encontraba esperando en la sala común de la clínica para mi cita con el ginecólogo como de costumbre –ella miró a Andrea como esperando que ella continúe.


Andrea.

Estaba un poco nerviosa al principio por relatar la historia de cómo mi prima yo fuimos juntas ese día a la clínica. Sentí un pequeño mareo cuando los recuerdos azotaron mi memoria, quise culpar al vino de ello pero muy en el fondo sabía que se trataba de un engaño.

Cincuenta Sombras RenovadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora