Capítulo 16

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Recuerdo haber sentido mi estómago retorcerse a mitad de la noche. No podía dormir pues el dolor se incrementaba a medida que respiraba.

Me encontraba sola en casa. Mis padres habían salido con Jim, el padre de Trenton fuera de la ciudad por el fin de semana y apenas era sábado en la noche. Mi hermano, Alex había ido a una fiesta en casa de un amigo o algún conocido. La verdad no entró en detalles y yo sólo quería una noche tranquila en casa.

Trent y sus hermanos fueron a ver el partido de los Cachorros de Chicago por lo que sí, tuve una noche tranquila en casa hasta que decidí irme a dormir y los dolores en mi estomago comenzaron. Me incorporé en la cama sentándome y retirando las sábanas a un lado. Y fue cuando noté las manchas de sangre en mi cama y mi pijama. ¿Sería mi periodo? Fue lo primero que pensé y luego me recordé a mi misma que estaba embarazada y no podría ser eso a menos que... llevé una mano a mi vientre cuando un corrientazo me hizo estremecer y cerrar mis ojos por el dolor que se esparcía por todo mi cuerpo.

Con una mano me estiré para tomar mi teléfono y marcarle a la única persona que se me ocurría en ese momento. «S.O.S» fue lo único que alcancé a textear antes de volver a sentir una punzada de dolor aún más fuerte que la anterior. Esto no tenía sentido, apenas llevaba unas cuantas semanas y mi primer ultrasonido demostró que todo iba a la perfección.

Entonces, ¿qué iba mal? Decidí levantarme como pude aun sintiendo mucho dolor caminé hasta mi closet y saqué un abrigo y cambie mis shorts de pijama por un pantalón de algodón. Me coloqué el abrigo tomando bocanadas profundas de aire o moriría. Agarré mi celular y mis llaves para luego salir de mi habitación. Al atravesar el pasillo hasta las escaleras me detuve sosteniéndome de la baranda. ¿Cómo mierda iba a bajar? Cerré mis ojos armándome de valor y respiré tres veces antes de estirar mi pie hacia adelante y bajar el primer escalón que me dolió en la madre. Hice una mueca de dolor y tomé otra pequeña respiración para bajar el siguiente escalón sintiendo como me desgarraba por dentro o algo peor. Minutos después la puerta principal se abrió y Ari corrió hacia mí vistiendo sus pijamas de corazones de colores, un abrigo y pantuflas.

-Lo siento por tardar, tuve que inventarle una excusa a mi mamá –corrió a mi lado pasando uno de sus brazos alrededor de mi cintura para ayudarme a bajar.

-No...te...preocupes –apenas y podía hablar del dolor.

-Iremos a la clínica, ya mismo. No hables. –me ayudó a bajar los últimos escalones que se sintieron como el infierno– No espera, si habla y dime ¿que sucede? –me miró con mucha preocupación una vez que bajamos las malditas escaleras y llegamos a la puerta principal de mi casa.

-Estoy sangrando, Ari. No sé que sucede estoy asustada –dije cerrando mis ojos al sentir otra punzada de dolor.

-Mierda, mierda, mierda. ¿Ya viene? –preguntó muy asustada mientras me ayudaba a salir por la puerta y caminar por la entrada hacia el auto que reconocí era de mi tía.

-No puede ser, apenas tengo unas pocas semanas –me apoyé de la puerta con dificultad y entré al auto sentándome y cerrando mis ojos por el dolor. Ella cerró la puerta y corrió hasta sentarse a mi lado, encendió el motor del auto y arrancó de golpe por la calle.

Apoyé mi cabeza de la ventana aferrando mi agarre a mi estomago y vientre mientras observaba como pasábamos a un lado de la casa de Trent y me sentía tan mal por no poder haberle escrito a él para que me acompañara en este momento. Desde que comencé mis consultas le inventaba excusas cada vez que me invitaba a hacer algo por miedo a que se enterara de lo que en realidad estaba sucediendo. Sólo éramos mi prima y yo ya que nuestra nueva amiga Mía aceptó un viaje de intercambio a Francia y se fue allí hace unos pocos días y perdimos total contacto con ella. Aunque le dimos una fiesta de despedida que jamás olvidará.

Cincuenta Sombras RenovadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora