1 de Octubre de 2018.
Abigail.
Llegamos a un hospital que nunca había visto al otro lado de la ciudad. Él pasó su brazo por mi cintura para ayudarme y yo mi brazo por su hombro. Si no estuviera muriendo de dolor ya le hubiera dado un golpe para alejarlo.
Entramos y Daniel iba saludando a los doctores y enfermeras, me dejó sentada en recepción mientras él fue a quién sabe dónde. Genial con lo que me gustan los hospitales.
No es que haya tenido una experiencia traumática, simplemente no me gustan, ni su olor, su color, su aspecto, nada. Para ser honesta siempre me han dado miedo los doctores, unos le tienen miedo a los payasos, otros a los insectos y yo: Doctores. No sé de donde viene ese miedo pero me ponen muy nerviosa así que si un día tuviera una cirugía estaría cagándome de miedo.
Daniel ya se había tardado así que estaba ideando una manera de escapar, podría robarme unas muletas o no sé una silla de ruedas. Estaba a punto de hacer mi plan cuando llegó así que me mostré muy neutral para que no descubriera mi miedo; luego me ayudó a levantarme y caminamos hacía un consultorio en donde no había nadie, él me dijo que esperáramos.
El muy idiota me agarro la pierna y le di un manotazo, hizo un puchero.
—¿Sabes? Una de mis fantasías sexuales es hacerlo en un consultorio médico—dijo poniendo su mano en mi pierna de nuevo pero un poco más arriba. Y yo le di un manotazo, de nuevo.
Prefería cuando Daniel me molestaba a cuando decía este tipo de estupideces. Parecía un adolescente entrando a la pubertad.
¡Controla tus hormonas hombre!
Después de que ya no dijera nada entró una doctora muy guapa a decir verdad y no tan joven pero si bien conservada. Me inspiraba confianza así que todo estaría bien mientras no sacara su bisturí para sacar mis tripas.
Daniel se levantó y la saludo con un abrazo.
—Hola, mamá—oh.
Me van a matar los dos. Todavía no es tarde, puedo tomar la silla de ruedas.
Traté de levantarme para saludarla. Sí, la saludo y luego corro para no levantar sospechas, es un gran plan.
—Oh no cariño, no es necesario que te levantes—dijo acercándose a mí para saludarme—. Soy la mamá de Daniel, Sarah.
—Gracias, yo soy Abigail—le sonreí, en realidad es amable.
—¿Eres latina?
—Sí, también de México—¿Apoco mi acento me delata?
—¡Qué bien! A veces me desespera mucho el inglés pero bueno, es mi trabajo. Y bien, ¿Qué pasó?—su mamá es muy dulce, nada que ver con el demonio que llama hijo.
ESTÁS LEYENDO
Enemigos Con Beneficios (Beneficios #1)
Teen Fiction"-Solo será sexo, ¿de acuerdo? No pláticas, no afectividad, no cursilerías y nadie lo puede saber. -Está bien. Estoy de acuerdo. Entonces ¿amigos con beneficios? -Oh no cariño, nosotros no somos amigos. -¡Bien! Entonces enemigos con beneficios." P...