CARBEL TOYS
Susan se decidió por una ensalada y unos raviolis verdes y Alfred agobiado, optó por unas patatas y un bistec. El restaurante como puede imaginarse cualquiera que se acerque, era de los más ruidosos que se pueden frecuentar. No parecía pensó Alfred, el lugar más adecuado para hablar de negocios ni de nada, aunque mira, las patatas y la carne estaban bastante buenas.
-- Alfred muy serio: Te prevengo Susan que si termino de comer y nos has puesto en mi conocimiento lo que quiero escuchar, no te daré otra oportunidad y que seamos primos no te salvará del cese automático. ¿Lo vas pillando?
Susan debió pensar que las amenazas de Alfred no eran gratuitas, pues en la familia todos conocían que gastaba un carácter fuerte y además añadía una justa fama de imprevisible. Nuestro amigo no jugaba nunca a desatender sus advertencias, era terco como una mula y a muy poco que le dieran motivos cortaba por lo sano.
--Susan: Esta bien! Carbel Toys es una pieza muy deseable para Jugueteras Reunidas, pero el dueño de Carbel no quiere vendarla a sus adversarios de siempre. Así pues, nosotros seremos los intermediarios.
-- Alfred: ¡Quieres decir?... que compraríamos Carbel y después la venderíamos a Jugueteras?
-- SUsan. Exacto! Nuestra última oferta de adquisición se sitúa en seiscientos cincuenta millones y Jugueteras Reunidas no ofrece seiscientos noventa.
-- Alfred: Eso es absurdo... ¿pierden aceite en el Consejo de Administración de Jugueteras?
-- Susan: Se podría decir que alguien que yo conozco está dispuesto a eso, pero si naturalmente él se lleva un buen pellizco.
--Alfred: Ya entiendo. Y ese pellizco será muy sustancioso, porque le puede costar muy cara la maniobra a tu desleal compadre. ¿Es así?
-- Susan sin inmutarse: Quiere diez millones.
Nuestro amigo no disimulaba su preocupación, claro que su prima no era una gata inexperta en planteamientos inversionistas. Su convicción en la operación era notable, sin duda tendría buenos motivos para ello.
--Alfred soltó: La verdad es que no me gusta mucho. Ademas tenemos que vender la planta Envasadora para reunir el total del dinero. No, no me gusta nada.
--Susan: ¿Pero que dices? Vendemos la planta hoy y a la mañana siguiente es nuestra de nuevo. ¿por qué demonios no te gusta?
-- Alfred: ¿Y quién nos compra la Envasadora para volvérnosla a vender?
-- Susan: Una gran empresa de Austin que se dedica a estas operaciones. Nos la compra y acto seguido nos la vende. Ni tan siquiera se detendrá la producción de la planta. ¿Qué tal?
-- Alfred suspicaz: ¿Y ese milagro cuánto nos cuesta?
-- Susan haciendo una mueca: Quince millones.
--Alfred: O sea que si no he calculado mal nos quedan quince limpios. ¿Es eso?
Susan asintió con un gracioso parapádeo y dos raviolis en los carrillos. El camarero de tic apareció y preguntó por el postre y Alfred después de escogerlo quedó muy pensativo. De verdad que no terminaba de gustarle todo aquello, pero es que de hecho, del mundo de los negocios no le gustaba nada de nada. Solo acababa de llegar a ese asqueroso mundo y ya le estaban metiendo en decisiones complicadas y con la ética huyendo ala galope.
-- Susan: Bueno Alfred, estoy esperando tu respuesta.
-- Alfred: No sé que decir, pero... ¿qué pasa si Jugueteras o esa empresa de Austin se lo piensan y nos quedamos con Carbel y sin Envasados A.C.T.
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Desde el sótano al desván
Ficción GeneralJoven multimillonario, compra mansiones para derruirlas completamente buscando solucionar un misterio. La muerte de sus padres le obliga a dirigir las empresas. Su vida entre grandes negocios y la búsqueda incansable del misterio, le emparejan con...