A veces en el camino nos suceden cosas maravillosas. A veces, conectamos con personas sin haber buscado la conexión y a veces, hasta el más desconocido, te saca una sonrisa.
Ana, aunque a veces mi móvil no me deje llamarte por tu nombre, este capítulo es para ti.
....
Mis ojos se quedaron clavados en los suyos mientras él apartaba la mirada y la mano para coger en brazos a Aitana y decirle que su último concierto había sido una pasada. Cómo era posible que hubiese podido cambiar tanto físicamente, la última vez que nos vimos fue en aquellos famosos premios de la música en el que él se situó en una punta y yo en la otra. Digamos que la realidad es que no estábamos cara a cara desde hacía al menos tres años.
Me invadió la culpabilidad mientras a la vez que yo intentaba retirar lo más disimuladamente unas gotas de sudor que aparecieron en mi sien, él seguía con sus efusivos saludos a Nerea y a Raoul. Ni que decir tiene que yo me tuve que conformar con un guiño y una sonrisa. Se situó frente a mí y sentí nostalgia de al menos, haber conseguido dos besos.
Eso sí, tenerlo delante me daba una amplitud de vistas bastante interesante.
Estaba moreno, mucho más de lo que se puso aquel verano que tras nuestro concierto en Benidorm pasamos en Menorca. Sus brazos eran más fuertes y el volumen de su espalda se había duplicado de forma bastante proporcional con su cuerpo. Desde luego la camisa blanca remangada hasta el codo y la pulsera daban el toque bohemio junto con su pelo. ¡No sabía que podían peinarse tan bien unos rizos! Aunque eso no era lo que me estaba haciendo cruzar las piernas y los brazos, apoyarme en la pared o mostrarme intranquila.
No estaba prestando atención a la conversación porque esa sonrisa con esas palitas separadas estaban acabando conmigo. Hasta hace pocos años, era la dueña y señora de ese cuerpo, lidiaba a mis anchas en él mientras le dejaba cuidar delicadamente el placer que exigía mi flor de lirio. Y creo que ahí dejé a la mente volar...
PV Alfred
Había ido con mis amigos sí, pero ni siquiera había saludado a Raoul por lo que le pedí a Marta, Erick y David que me perdonasen un segundo. Por Catalina no tenía que preocuparme, era muy sociable cuando quería y de hecho, nada más llegar se encontró con una de sus amigas y empezó a relatarle el día que habíamos pasado con mi madre de compras.
Tras buscarle por aquella inmensidad de lugar y no encontrarlo decidí que quizás estaría en la terraza. A Raoul le pasaba como a mí. Estábamos acostumbrados a respirar el aire del mar y la gente, en determinados aspectos, nos agobiaba. Creí ver a Aitana pero supuse que no había podido llegar de Madrid tan rápido. El concierto en el Wizik Center el día anterior había sido retramitido como si se tratase de la mismísima Super Bowl.
Y justo al doblar por la clase llamada 'Puccini' la vi.
Me sabía cada centímetro de ese cuerpo desde cualquiera de sus perspectivas. Los lunares de la parte baja de la espalda seguían en su sitio y a pesar de que llevaba el pelo suelto como en la final de OT, el movimiento de echarse todo el pelo a un lado había dejado libre el camino de su cuello. La lástima era que todo lo que conocía de su autonomía había dejado de conocerlo de su persona. Y así nos fue.
Seguramente yo tuve gran parte de culpa pero... qué podía hacer. Estaba completamente enamorado y atado a ella tanto musical como carnalmente. Incluso cuando discutíamos notaba un sudor frío que borraba mis argumentos para solo querer terminar en la cama o en el suelo. Era más que desesperante, era de esos amores que te absorben el aire, que te lo dan todo pero a cambio te quedas sin nada porque todo le pertenece... Y habría podido seguir así años pero me pilló inexperto.
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Hast A marte
RomanceAños después del fin de la GiraOt y del emotivo concierto en Almería, la vida de Alfred y Amaia ha cambiado radicalmente. Ambos se han convertido en los mayores exponentes de la música española tanto dentro como fuera de nuestra fronteras. Ella es...