Serendipia

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Me ha sorprendido todos vuestros comentarios y solo puedo agradeceros la acogida que ha tenido la historia. Sinceramente pensé que no la leería nadie.

Hoy el capítulo va dedicado a todos y todas las que me escribís y ponéis estrellitas. No se para que sirven pero estoy encantada.

Como os he dejado en algún comentario, la historia tiene muchos matices que dan o darán lugar a ciertas cosas que tenéis que ir descubriendo. No os preocupéis si se os escapan cosas. A mi me encantan ver pelis por segunda vez o leer libros y que me hagan sentir o descubrir cosas distintas.

Además, me resulta tan bonito cuando bajo la misma lectura, cada persona ha elaborado en su mente una historia distinta. 

Los libros no son del autor, son de las personas que hacen suya la trama, que se identifican con algún pasaje, que se ponen en la piel del personaje...


...... 

PV Amaia

Ella se abalanzó corriendo sobre él y ambos se fundieron en un cálido abrazo. Ojalá las miradas pudieran contar historias. Y ojalá fuese yo protagonista de esta.

Ante el atento repaso de todos y en medio de aquel salón, Alfred se echó a un lado en la banqueta y dejó que Catalina, con su diminuto cuerpo, se convirtiese de nuevo en la mujer que yo había visto tocando esa misma noche el piano. Sublime, no era quizás la palabra correcta, era delicada y cautelosa, pero a la vez, y de forma sorprendente, tenía esa garra que te dan los años, los aciertos y los errores.

Él la seguía con su voz totalmente embelesado, como cuando tiempo atrás en la academia me miraba a mí y sonreía. Sin duda, tenía mucho de él y también para qué negarlo, mucho de mí. Me estaba viendo en un espejo, como si hubiésemos retrocedido en el tiempo y mi alma estuviese observando las acciones de mi cuerpo. Si bien físicamente no había atisbo de parecido, musicalmente era una auténtica rival.

Poco tiempo antes, en algún momento de esa noche me había sentido celosa, ahora ese sentimiento se había multiplicado por cien. Aitana mientras, a mi lado, me miraba como sino entendiese nada. Y no la culpo, lo que contemplaba con los ojos me había paralizado el resto de sentidos. Era la primera vez en la vida que me reconocía como cuerpo inerte.

Y lo cierto es que hace años le pedí que no me hablase de Alfred y así lo ha hecho. Nunca hemos sacado el tema por lo que estoy completamente a oscuras en lo que concierne a su vida privada.

Supongo que hay dos tipos de mujer y circunstancias cuando una relación se rompe. Por un lado, si te han dejado, existen dos opciones: aceptarlo y olvidar o lamentarte profundamente en tu cama mientras te martirizas y buscas qué hiciste mal. A la vez, le cuentas a tu mejor amiga lo que has descubierto en las redes y repasas vuestros últimos whatsapps. Entendí, que si hacía lo segundo sería morir en vida. Tenía tanto bueno que recordar, que no guarde luto por miedo de que, no pasado mucho tiempo, el luto lo tuviesen que guardar de verdad por mí.

Aitana seguro que sabía todos los detalles de esta historia, sin ninguna duda, ella era de las pocas que mantenía relación con todos los demás.

No llevaba anillo, ¿estaría casado? Y en aquel momento la añoranza me estrujó el alma al recordar la primera vez que me pidió si quería casarme con él.

Fue una noche de verano, en Barcelona, habíamos terminado de cantar en una gala benéfica en la que se consiguieron fondos suficientes para que Open Arms continuase su labor en el Mediterráneo.

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora