Hast A marte

Uebos

Bienvenidos al capítulo 20, si habéis llegado hasta aquí, es que estáis locos y yo solo puedo agradecer vuestra locura. 

Gracias por los comentarios. 

Este capítulo va dedicado con amor a Mila, Gara, Sara, Davinia, Ana, Paulas, Laetitia, Idalia, Noe, Silvia, Inés y en especial a  Irene por su paciencia.  

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SÍ LO QUE BUSCAS ES UN AMOR SIMPLE, AQUÍ NO LO ENCONTRARÁS

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PV Amaia

Termino la llamada y me apresuro a subir por las escaleras.

- Luis, ayer me avisaron por mail que hoy cerraban antes y me gustaría llevarme hoy algunas propuestas de las que hemos estado ensayando a casa. ¿Te importa si vamos a un estudio fuera de aquí? Serían unas horas.

Desde luego, parecía que había oído mi conversación porque había recogido todas las partituras y había guardado el violín.

- Sí, sí, sin problemas.

¿Le gustaré? Es que no es natural la cara de tremenda felicidad que tiene de repente. Hoy parece que ha venido un chico nuevo. Nada más llegar, ha salido corriendo porque se había dejado un café y un pastel que me había comprado en el mostrador del Starb. Y se ha puesto a tocar como si se hubiese pasado toda la noche pensando en arreglos.

Quizás me haya pasado con la cercanía y se esté ilusionando. ¡Lo que me faltaba!

Yo no tengo coche y eso podía suponer un problema pero pronto se encargó en decirme que fuésemos en el suyo. ¡Si decía que siempre se movía en bici! ¡Ni que supiese que lo íbamos a necesitar! A veces la vida me sorprende porque parece que se han alineado los astros para que termine en casa de Alfred. Espero que al menos, cuando lleguemos allí, no haya problemas.

Luis tiene un coche enorme, de estos que seguro superan los cincuenta mil euros. Sin duda aquí es donde se nota que su familia no pasa penurias precisamente. Aparte de ser un chico bastante atractivo, es sencillo y nada ostentoso, se nota que lo han criado con cariño. Se disculpa por la suciedad ¡Si yo lo veo reluciente! Aunque claro, si piensa tener al coche como al violín, mal vamos porque lo frota con su kit de productos adecuados cada vez que lo saca o lo guarda. Es un chico obediente y bastante dulce cuando atiende a mis regaños, nunca replica, simplemente te escucha e intenta hacerlo. Lo cierto es que a mí me van más los hombres que te tienen un poco entre el quiero y no puedo pero seguro que si no tiene novia, no le costará encontrar alguien con quien compartir su vida. Cualquier mujer se daría de bruces ante semejante espécimen.

Llegamos al edificio y el portero nos recibe con una amabilidad arrolladora. Me da la mano y me pide que le acompañemos. ¿Estaré en un hotel de lujo? No nos han puesto una alfombra y recibido con flores porque habría sido mucho pero seguro que este señor lo ha pensado.

Le han dado instrucciones y las quiere llevar a cabo a pie juntillas. Es un hombre de estatura media y de unos cincuenta años, curtido en la vida pero muy educado. La forma en la que nos guía y su sonrisa invita a tenerle cariño sin conocerlo. Y los halagos que le dirige a Alfred sin estar presente denotan que lo quiere mucho y por sus palabras, no me equivoco si pienso que también le debe mucho.