Etéreo

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Ante todo, disculpad no haber podido subirlo. Me ha costado muchísimo trabajo. No me iba la aplicación, luego me quedaba sin conexión.

De hecho he tenido que resumir parte porque no me gusta la idea de cortar un capítulo en dos. Para mí cada trozo que escribo tiene que estar íntegro. Tiene que tener su propio inicio y su propio fin y no quería que tuviese dos partes. 

Muchas gracias a todos por la comprensión y por leer.


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PV Alfred

- ¡Hola Amaia!

Y me miró con aquella cara de bebé tan suya, tan imborrable y tan nostálgica que solo pude alegrarme. No podía articular palabra. Verlos allí, delante, sonriendo y esperando estaba siendo sin duda una interpretación de la prueba que le había pedido la noche anterior. Salí al recibidor y entorné la puerta de entrada a mi paso. A través de los cristales se podía ver el interior de la casa pero esperaba que al menos, no le diese al susodicho por bajar. En cierto modo tenía miedo de que todo se estropease.

Y entonces me di cuenta de que ella no paraba de mirarme, seguramente me estaría analizando y yo cambiaba de expresión para intentar encontrar empatía en la suya. Esto sería difícil.

- ¡Hola! Soy Catalina, pianista, violinista, asesora de ropa, casi cocinera, lectora de libros y desde hace dos días, influencer.

¡Madre mía! No se si podría competir con todo aquello ¿Había algo que no supiese hacer? Tarde en reaccionar pero la imagen del cantante apodado por Marta, 'el top' no se me quitaba de la cabeza.

Bueno, ahora era momento de inventar o decir verdades pero ante todo de ser educada.

- Aunque ya nos vimos en la fiesta, no tuve el placer de que nos presentaran formalmente ni de que me contases tu currículum pero... ¡Bienvenida! Y muchas gracias por traer mi guitarra.

Me estrechó la mano y:

- ¡Ahh noo! Si está guitarra es mía.

Y aunque era bastante más baja que yo parecía que me estaba mirando por encima de su hombro.

- Bueno si quieres te la presto.

Y se lo dije de corazón, sin rencor.

- Será al revés porque te repito, es mía.

- Y me sentí estúpida mientras Alfred parecía estar disfrutando. ¿Cuál sería la historia que le habría contado de la guitarra? Irónicamente se acercó a darme un beso en la mejilla y susurrándome me dijo:

- Me va a encantar esta situación y por otro lado, te necesito.

Y ella se cruzó de brazos molesta por no haber oído nada. Me daba igual. Esas dos palabras viniendo de su boca eran los dos vocablos más bonitos para despertarme. Empecé a hacerme ilusiones como una niña pequeña pero no era el momento teniéndola delante y sobre todo teniendo su mirada escudriñando hasta mi último lunar.

- Amaia te importa que hablemos un segundo a solas.

Ella se quedó sentada en los escalones de acceso a la casa mientras avanzamos hacía la verja de entrada. No podía irme mucho más allá porque la bata transparentaba mi figura y aunque no me importaba el exhibicionismo si con ello conseguía algo, creo por la cara de Alfred que no era el momento.

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora