Opia

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Este capítulo va dedicado a Laetitia. 

A veces, lo bueno no llega hasta que no se busca y a veces lo bueno aparece cuando no lo esperas.


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Mil gracias por seguir aquí

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PV Amaia

Bueno, pues parece que el reto me va a costar más de lo que pensaba. Se ve que a pesar de ser una de las cantantes más afamadas de este país, no tengo suerte para encontrar acompañante. Podría intentarlo con algún compañero de OT pero no quiero meter a nadie cercano en este lio. Bastante culpable me siento ya con haber llamado a Marta como para utilizar a alguien más.

No he sido muy lista en los últimos meses, debería de haber guardado el teléfono de algunos de los que han compartido noches conmigo pero no... ¿para qué la gran Amaia iba a ser ordenada por una vez? Hoy, que sí que necesito a un ken, bueno, a un hombretón, no encuentro a ninguno.

Mientras veo e intento buscar en los surcos de mi memoria la forma de no plantarme sola ante él se me ocurre que quizás, pueda tirar de alguien de la discográfica. Llamar a mi hermano sería otra opción pero con mi sobrina tan pequeña, no me gusta que esté en actos sino es estrictamente necesario.

Primero, si quiero entonar un nuevo rumbo, tengo que poner yo misma el remedio así que, empecemos por el armario. No iba a ordenar nada, simplemente iba a probarme todo lo que tenía, incluso las cosas sin estrenar. Necesitaba ver con qué podía estar más sexy y sobre todo, debía presentar una imagen que no resultase fácil de olvidar a la vez que fuese conmigo y con mi personalidad. Resumidamente, quería ser un caramelito que deseas por todos tus medios pero que quizás, no pruebas. Estaba disfrutando solo con pensarlo.

Tras varias horas y cientos de selfies enviados a mi madre y a mi hermana, mi desesperación iba en aumento. No tenía acompañante ni ropa. ¿Sería una clara llamada del destino a que me quedase quietecita en casa?

Y entonces recordé la semana en la que canté 'So What' en la academia. Lo pasé fatal porque había estado regular con el estómago pero a la vez, se quedó grabado en mi memoria cuando esperamos a que todos nuestros compañeros se acostasen para disfrutar con Alfred de ver cómo, poco a poco, quitaba la piel de mi piel y me dejaba desnuda.

Eso era lo que necesitaba. Además, últimamente mis composiciones tenían un aire muy realista, sobre todo las de los últimos días por lo que un buen pantalón y el top adecuado serían una opción a contemplar.

Hablé con Ángela por teléfono y tras confesarle lo que me ocurría me dijo que estaba loca y que, en qué estábamos pensando él y yo cuando decidimos pasar la noche juntos. Hablando claro... porque me vi obligada a introducir alguna afirmación no muy cierta. Digamos que para ella nos habíamos puesto al día de nuestra vida y no de nuestro cuerpo. Si ya el juego durante la noche le pareció extremadamente peligroso, si le llego a contar lo que seguía, habría puesto el grito en el cielo y seguro que se habría enterado, al menos, hasta mi madre.

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora