Baby be mine

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¡Buenas noches! 

Un millón de gracias por vuestros comentarios. 

Hoy va dedicado a AnonMiloLoveWinter10Irakurtzeneanbixito20085chapuzasadomicilioSandraIniestaCheca_jiley99 hacha1234

y por supuesto a Davinia y a Paula que están esperando que lo suba

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Estaba perdido, como aquellas veces en la academia que el nerviosismo apartaba al Alfred de verdad, le cambiaba hasta la visión y a pesar de que sabía que esto no iba a salir bien, no podía dejarlo ahí. Baje los escalones y lo abracé. Ni siquiera respondió a mi abrazo. Estaba en otro lugar, me necesitaba. Yo había revuelto su vida y a la mínima de cambio había metido la presión en él.

No había sido justa, el tampoco. Llevaba días intentando quedar por encima de Catalina sin importarme que lo que verdaderamente estaba en juego era volver a vivir la mejor historia de mi vida. Y sí, yo también me había equivocado pero ahora no quería hacerle daño. Ojala pudiese volver al día de la inauguración y hacerme la dura.

Nos sentamos en la escalera, yo con mi brazo derecho en su nunca y él mirando al suelo e intentando calmarse. Venir y rogarme que no me fuera de su vida había sido un suplicio y se que no estaba precisamente en su mejor momento.

Alzó la vista y sus ojos agradecían mis caricias. Noté que poco a poco se iba tranquilizando cuando comencé a ver cómo se anudaba los hilos de mi conjunto en sus dedos de la mano izquierda y cómo miraba hacía ese lado a la altura de mi pecho. Su aroma, su perfume, su piel... creaban en mi una atracción desmedida. Y daba igual que estuviese vestido o desnudo, era simplemente su presencia. Creo que la vida y el destino fueron listos cuando nos pusieron dificultades, si no, habríamos dedicado gran parte de nuestro tiempo únicamente en conocernos más profundamente. Hasta el momento no me había rozado y estaba teniendo el mismo arrojo que cuando me tocaba. Y entonces, él marcando los tiempos, dejó las cuerdas para rozar con su mano izquierda mi rodilla. Ahí ya sí que tenía que poner tierra de por medio o esto terminaría en la ducha.

- ¿La ducha? ¡Madre mía!


Lo había dicho en alto y salí corriendo. Sentí que ya estaba bien porque al oírme gritando como una loca, sonreía detrás de mí. El agua ya había llegado al pasillo y si hubiésemos estado un poco más de tiempo sentados en la escalera, habría hecho acto de presencia a nuestras espaldas.

Pusimos las dos toallas que había a mano en el tocador pero para poder acceder a cerrar el grifo tuve que entrar y empaparme, el teléfono de la ducha se había caído del soporte y era una manguera. Le dije que se apartase o se mojaría pero se quitó la camiseta e intentó desde la distancia del pasillo, ayudarme.

Le pedí que fuese corriendo al armario de mi habitación y trajese las toallas que había abriendo a la derecha. Se tuvo que quedar a cuadros con el orden tan escrupuloso que Catalina había impuesto a mi vestimenta.

Me lanzó todo el montante y una vez cerrado el grifo y puestas las toallas, la imagen era desoladora. Todo el baño, el pasillo, el inicio de la escalera, la entrada a dos habitaciones, todo era un lienzo de patchwork creado con lo pintoresco del color de las toallas.

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora