Gigil

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Ante todo disculpad por no haber podido subir capítulo ayer. La forma en la que escribo implica que tenga que acercarme a los personajes, la casa de Amaia es una casa de verdad, el palco del Liceu, la casa de Alfred, las canciones, algunas son elegidas otros trozos son inventados para la trama... 

Intento también una vez que está escrita, reescribirla con detalles que os den pistas para capítulos posteriores y eso implica que tenga que dedicar, mínimo dos o tres horas.

 Así que os agradezco mucho las estrellas pero sobre todo los comentarios. Me hace ilusión ver qué os hace sentir,  si captáis los mensajes ocultos o cómo seguiríais la trama. 

Hoy va por vosotros, espero que os guste

....

PV Amaia

Tras mi canción inaugural, el teatro me aplaudió masivamente. Había estado intentando no mirar a su asiento a pesar de haberlo visto nada más entrar pero, para esta segunda, me resultó inevitable. Lo cierto es que ese día, al levantarme por la mañana no podía hacerme a la idea de lo que iba a pasar, esperaba encontrarme con él, sí, pero desconocía que la realidad dispase tanto de lo planeado.

Cuando empecé a cantar 'The Reason' solo estaba intentando disculparme. Se que me he equivocado en muchas cosas en mi vida y una de ellas fue intentar apartarlo de la música de un modo egoísta. Él no se merecía mis desplantes y mis celos y desde luego, tampoco mi comportamiento durante aquellos meses. Si le pedían fotos, se paraba y si nuestra intención era irnos a la cama, cuando llegábamos a casa, me dormía en la habitación de invitados como castigo. Muchas noches querría haberme tragado el orgullo pero pensaba que así conseguiría lo que yo deseaba, tener su cuerpo y su mente solo para mí. Y me equivocaba, aquello no era bueno para nosotros.

Se que le costó tomar la decisión de dejarme pero llegó un momento que no pudo más. Aun así, poco tiempo más tarde vino a buscarme y me descubrió con otra persona. Es normal que ahora tenga recelos por saber cómo es mi vida.

En cuanto vi en el repertorio la canción 'Closer' me dije para mí misma que podía considerarme afortunada. Si me hubiese detenido a pensar, no habría salido mejor tema que este. Ya habíamos dejado constancia que podíamos seguir siendo uno en la cama pero, ahora quería ver, si seguía habiendo esa química y telepatía musical y por qué no decirlo, quería castigarle por haberse llevado mi guitarra y no haberme llamado.

Con la primera frase ya note cómo se revolvía en el asiento. Le pregunté si me permitía... y dio el permiso con su mirada.

Si alguien podía medirme con los ojos, ese era él. Percibí como estaba a gusto con mi vestimenta y como se estremeció con la oración 'tú me permites penetrarte'. Ahí tuve claro que había vuelto a mi cama.

Era mi habitación, era mi canción y yo dominaba el tiempo. Él simplemente se dejó llevar. No existían la compasión ni las preguntas, solo un instinto al que dar de comer y eso era lo que yo estaba haciendo, usarlo cual presa. Ver cómo se había tenido que desajustar el pantalón y desabrochado el primero botón de la camisa me había tensionado en exceso. Yo era la que debía controlarme y él en la distancia, intentaba manejarme.

Sigo con la letra y de momento escapo indemne. Cada vez que cruzamos miradas necesito sus ataques y no los tengo, ahora mando yo. Le pido que me ayude pero quien no se puede contener y me la pide a gritos, es él. Huelo su sexo y él sabe que empieza esta dulce danza en la que está completamente rendido ante mi. Disfruto y comienzo una cadencia dulce que interpelo con una grave e intensa. Alfred no puede más, lo siento, lo siente. Tiene que ponerse de pie, quizás me esté pasando de intensidad pero si freno se apacigua y no quiero, quiero que llegue hasta el final. Y grita...

Hast A marteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora