15. "Mr. Postman"

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-¡Sadie! –Gritó mi tía cerrando la puerta principal-

-¿Qué sucede tía? –Pregunté mientras me secaba las manos y salía de la cocina para ver de qué se trataba.

-Al parecer tienes muchos admiradores –Me sonrió y me entregó tres cartas

-¿De quién son?

-No lo sé, pero suponiendo no es tan difícil adivinar.

-Tienes razón... ­-Y las miré eufórica- Los extraño mucho. ¿Cuándo podré ir?

-Cuando acaben tus trámites de aceptación de Oxford

-Bueno –Suspiré- iré arriba a leerlas. ¿Me podrías avisar cuando Cinthya llegue, por favor?

-Claro, yo te aviso. Ya sube a leerlas, sé que te mueres de ganas –Sonreí tontamente y subí a toda prisa a mi habitación y me enceré para tener más intimidad.

Todas las cartas venían de la misma dirección pero no tenían nombre, así que tomé una al azar y la abrí.

Querida Sadie:

No sé cuántos meses han pasado desde que había estado viviendo en Hamburgo.

Es asombroso, ver toda esa violencia y corrupción del sistema. Es fascinante, por primera vez me sentía libre. La tía Mimi estaba furiosa por haberme ido tan repentinamente, aunque en cierta medida ya lo había aceptado, lo supe cuando me mandó la primera carta después de nuestra séptima u octava presentación allí. Supe que por una parte lo había aceptado intentando ver que esto lo hacía para soportar el duelo después de la muerte de Julia. Y por otra parte supe que fue por ti, Sadie. Lo supe cuando vi que ambas cartas, la tuya y la de mi tía llegaron al mismo tiempo.

A veces es un poco molesto tener que vivir detrás de los bares, no es tanto las camas y lo pequeño del lugar, más bien es el olor a ebrio vomitado y orinado. Creo que lo soporto bien todo debido a tus cartas, sé que es insistente de mi parte pero debo decir que extraño verte, extraño el olor a tu perfume y el cómo tu sonrisa iluminaba siempre la habitación más oscuras. Creo que todo lo soporto gracias a que imagino. Sí. Imagino que la almohada es igual de suave que tu cabello y terso como tu piel; que el olor se transforma en él fresa de tu perfume y que en medio de la oscuridad de la malvada oscuridad de la noche apareces tú, iluminando mi habitación.

Estoy esperando impacientemente que vengas, al menos una noche a vernos tocar.

No te apures por tu noviecillo, lo cuido bien.

Te ama. John.

Odiaba la sensación de nervios y emoción que me hacían suspirar cada vez que ese idiota me escribía palabras tales que a cualquiera podría conmover hasta el punto de enamorarse de él. Ese sentimiento era único, era... como una explosión en mi estómago que causaba un cosquilleo tan peculiar. Pero era algo prohibido, algo que nadie debía saber, y eso lo hacía más excitante y fuerte.

Guardé la carta en una caja de zapatos que guardaba bajo la cama junto con otras tantas cartas que me había mandado.

-¡Sadie! –Gritó mi tía- Cynthia llegó.

-¡Ya bajo! –Me puse mis zapatos bajé rápidamente para recibir a mi invitada.

-¡Sadie! –Exclamó Cynthia de felicidad al verme- No creerás lo que me escribió mi John

-Ven, vamos arriba –Tomé su mano y la guié para mi cuarto- Tía, estaremos arriba

-Sí linda. –Dijo y subimos al cuarto.

«The Quarry Girl»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora