Empezamos mal cap.1

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Eli miraba con aburrimiento como salía humo del capo del coche.
Llevaba días esperando entrar a ese supermercado y todos sus planes se habían jodido.

Eli tenía 32 años y sufría las consecuencias de un apocalipsis zombie, ya sabéis, virus desconocido, se contagia la gente, se muerden unos a otros y todo se va al carajo.
Todo es más aburrido a como te muestran en las películas, hacía dos años que Eli lo había perdido todo y vivía como podía, aprendió a usar una magnífica ballesta, ya sabéis son ideas que se sacan cuando eres fan de este género y a ella le había ido muy bien.
Había planeado entrar al super mercado (ya asaltado en varias ocasiones o de eso tenía pinta) y ver si quedaba algo que comer, se había instalado en el edificio de enfrente esperando el momento justo, cuando un imbécil había decidido pasearse con un coche de gran potencia a máxima velocidad y atraer a todos los putos zombis del mundo.
Eli llevaba 3 días sin comer y le quedaba poca agua, pero está vez estaba preparada, ese capullo dejaría de armar jaleo de una vez por todas.
Esperaba con la ballesta apuntando por donde siempre aparecía derrapando, con la taladrante canción de reguetón, se divertía llenando las calles de podridos para después atropellarlos.
Desde el primer piso tenía una buena perspectiva y por fin se oía el retumbar de la música, Eli se agazapó tras la ventana y apunto a lo que ella considero la altura de las ruedas y como siempre apareció derrapando, no lo pensó ni dos veces lanzó la flecha apuntando a una de las ruedas, fallo.
-Me cago en Dios - dijo Eli recargando todo lo rápido que podía otra flecha y disparó sin pensar apuntando al coche.
Zassss!!!
La flecha atravesó el brazo del tipo que conducía, haciéndole gritar de dolor y estrellándose estrepitosamente contra la farola que quedaba justo delante del super.
-Mierda-, dijo Eli dejándose caer y oiendo como la avalancha de zombis que el mismo había creado, no le daba tregua y se lo comían como si la "vida" les fuera en ello.
Cuando Eli regreso al piso que se había instalado, miraba el coche humeante y ya un contagiado conductor dando mordiscos al aire, ahora el problema era que todo aquel jaleo, tenía toda la calle repleta de podridos, que algunos empezaban a colarse por las puertas rotas del establecimiento.

Había oscurecido y Eli se había quedado dormida. Un fuerte rugido de estómago la despertó, revisó de nuevo el piso pero no hubo éxito.
Se dirigió al baño, paso la mano por el espejo para quitarle la suciedad, Eli ya no era la chica con sobrepeso de antes, había perdido una cantidad de kilos considerable, y ni su rostro parecía el mismo, miro al grifo y no había comprobado si salía agua (en algunos edificios salía) levantó la maneta y un gorgoteo subió por las tuberías, con un estridente sonido unos borbotones de agua sucia y pestilente empezaron a emerger del grifo, Eli se echó hacia atrás con una prominente arcada, pero finalmente agua clara empezó a salir, no lo podía creer, tenía agua y no lo sabía.
Cogió todas sus botellas y las lleno por si acaso, luego abrió el grifo de la ducha y dejó caer el agua hasta que salió limpia y se ducho, el agua estaba helada, pero después de un rato se sintió limpia.
Delante de una pequeña hoguera se calentaba con la ropa nueva y aprovecho la vieja para hacer la fogata.
Se asomó impaciente a la ventana para ver si la cantidad de zombis había disminuido, no eran muchos pero si los suficientes para matarla con cualquier descuido.
Suspiró cansada y cabreada, pero no haría nada y mucho menos de noche, por lo menos las reservas de agua estaban abastecidas, ahora estaba cansada, un nuevo plan surgiría en cuanto saliera el sol.

Quedate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora