Segunda parte de la novela "EL PRECIO DE UNA TRAICIÓN" Es necesario haber leído la primera parte para poder entender esta.
Un nuevo lugar, nuevas personas y una nueva vida. A veces empezar desde cero es lo mejor. ¿O no?
Tras encontrar a Jake, su nov...
—¡Me encanta! —Digo emocionada al verme en el espejo.
—Sabía que ese tutorial en YouTube debería de servir algún día para algo.
Niego con la cabeza mientras sonrío y me pongo de pie para tomar en mis brazos a Adelynn. Alex, desgraciadamente, se me adelanta y comienza a hacerle mimos a su sobrina.
—¿Ya nos podemos ir? —Cuestiono dudosa al darme cuenta que nos hemos demorado mucho tiempo en que Alexia me peine e intente maquillarme.
Mi mejor amiga revisa el celular con su mano libre y abre los ojos como platos.
—¡Clarissa es tardísimo! —Mi peculiar amiga no sabe que hacer, ha entrado en pánico.
—Alex, tranquila, no creo que tu padre se moleste por unos minutos de tardanza. —Intento calmarla.
—¿Minutos? —Grita tomándose de la cabeza e intentando buscar sus cosas lo más pronto posible— ¡Debimos llegar hace cuarenta minutos!
Comenzamos a correr desesperadas por la habitación y salimos lo más pronto posible. No quiero tener problemas con... ¿Mi suegro? Bueno, con el padre de Jake, y mucho menos arruinar la cena que, según Alex, es muy importante para ellos.
Pienso en Jake y suspiro con pesadez. No he sabido nada de él en todo el día, ni si quiera ha respondido mis mensajes de WhatsApp.
—Anímate, Jake estará en la cena. —Alex me sube el ánimo, o eso intenta, mientras termina de enviar un mensaje por su celular y bloquearlo rápidamente, de seguro es para Ezequiel.
—No me preocupo por Jake. —Intento negarlo.
—Deberías. —Me interrumpe, pero hago caso omiso a lo que dice.
—Me preocupo por tu padre, no quiero llegar tan tarde a su cena, que vergüenza. —Suspiro— Pensará que soy la más impuntual del mundo.
—Tranquila, de la hora me encargo yo. Al final, fue toda mi culpa por no percatarme del tiempo. —Hace una mueca extraña— Arriba esos ánimos, será una noche genial. —Asegura con tanta euforia que me transmite su alegría y una gran sonrisa se plasma en mi rostro.
Por algún motivo desconocido, una extraña sensación se adhiere a mi pecho, como si un rayo hubiese caído justo dentro de mi corazón y provoca, incluso, que mis piernas tiemblen hasta más no poder. Vaya, mala hora para usar tacones altos.
JAKE
—¡La voy a matar! —Informo lo más tranquilo posible, intentando mantener la calma, porque si la pierdo ¡LA MATO!
