Segunda parte de la novela "EL PRECIO DE UNA TRAICIÓN" Es necesario haber leído la primera parte para poder entender esta.
Un nuevo lugar, nuevas personas y una nueva vida. A veces empezar desde cero es lo mejor. ¿O no?
Tras encontrar a Jake, su nov...
Me he logrado zafar de las falsas felicitaciones de algunos familiares y decidí que lo mejor era volver junto a Clari, no he podido decirle lo feliz que me pone que, después de todo, haya llegado al altar.
Me disponía a buscarla con la mirada hasta que mis planes se vieron frustrados por dos siluetas que reconocía perfectamente, pues pese a nunca haberlos conocido en persona había stalkeado durante varios días el perfil de Clarissa como para saber quiénes eran las desagradables personas que la dejaron en la calle sabiendo que estaba embarazada.
Es decir, que seres tan increíblemente desgraciados tuvieron que ser para darle la espalda a su hija en un momento tan clave de su vida. Ni si quiera sabían que me tendría a mí. Pude haber sido un chico diferente el cual nunca habría querido hijos a esa edad y menos apoyarla a ella sin una casa que la acoja, pude incluso dejarla en la calle al igual que sus padres, es un punto que nunca tomaron en cuenta. Ellos ni si quiera me conocían ni sabían que la quería, no se les pasó por la cabeza nunca la idea de que Clarissa pudiese estar bien sin su ayuda, si tendría un techo, comida o simplemente un lugar donde pasar la noche.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —Digo interrumpiendo su silenciosa entrada, pues parecen dos ladrones que han entrado vestidos de gala camuflándose entre la oscuridad en busca de algo. Algo que evidentemente ya no les pertenece.
Su madre se sobresalta al instante y parece nerviosa, está a punto de hablar hasta que su esposo me mira con firmeza y se acomoda la corbata de su cuello.
—Somos padres de la novia. —Habla tranquilamente como si nada e intenta rodearme para llegar hacia la pista central en donde todos están buscando su mesa o tomándose fotos junto a la naturaleza.
Evito que avancen y me resisto totalmente las ganas de gritarles que se larguen de aquí, pero no puedo hacerle eso a Clarissa el día de su boda, no quiero espectáculos ni nada.
—Ya se lo hemos dicho al otro guardia. —Informa mientras me lanza una mirada arrogante.
¿Cree que soy el jodido guardia?
—¡Ella ni si quiera quiere verlos! —Digo abriendo mis brazos y evitando que lleguen a una Clarissa sonriente que está hablando con nuestros amigos. Alexia nos ha visto hace unos segundos confundida. Al parecer tampoco es capaz de reconocer quienes son estas dos personas.
—¿Quién diablos eres tú para decirnos eso? —Grita su madre exasperante.
—ES NUESTRA HIJA DE LA QUE ESTAMOS HABLANDO. —Su padre me escanea de arriba hacia abajo y clava su fría mirada en mi para atemorizarme, pero está equivocado si cree que lo hace.
