··Eʟ ᴘʀᴏsᴛɪᴛᴜᴛᴏ·· ᴷᵗʰ⁺ᴶʲᵏ (EDITANDO)

··Dᴜᴇ··

—Lo que me faltaba

—Es el chico del restaurante si no me equivoco, ¿cierto?

—¿Ya se te olvidó esa cara de estúpido?

—Así que si...De razón se me hacía conocido

—Así es, ¿qué es lo que te pasó, idiota?

—¿Qué quieren ustedes?, ustedes me molestaron, sobre todo tu, inservible

—Repite lo que dijiste —Agarró del cuello de la camisa al rubio—.

—In-ser-vi-ble

—Te arrepentirás —Lo juntó más hacia su cuerpo para darle un golpe en la cara—, esto te pasa por meterte con quien no debes —Y continuó dando puños en la cara del rubio—.

—¡Jungkook detente! —Gritó el pelirrojo empujando al azabache y separándolo del chico golpeado—, ¿qué diablos te pasa?

—Él es un idiota, y eso se lo merece por insultarme

—¡Nos vamos ahora, Jungkook!

—Me da igual...Y tu —Dijo refiriéndose al rubio—, espero no volverte a encontrar porque no sales vivo...

—¡El que no saldrá vivo serás tu! —Se levantó haciendo un gran esfuerzo y se lanzó hacia Jeon para tirarlo al suelo, dándole igualmente bastantes golpes en la cara—, ¡aquí el imbécil eres tu!

—¡A mi no me insultas, estúpido! —Lo tomó de los brazos y le golpeó la cara para luego dejarlo tirado, levantarse e irse—, eres tan insignificante...—Y finalizó la pelea escupiéndole al pobre y golpeado chico—.

Salió del antro encendido en llamas, sentía su rostro palpitar de dolor y sumando la furia era horrible lo que sentía en esos momentos; luego de pasar varias calles caminando en total silencio, Hoseok decidió hablar, regañando al azabache el resto del camino hasta su casa.

—Aún no puedo creer que hayas hecho ese espectáculo, pareces un niño Jungkook, solo porque te insulten no significa que tengas que matar a alguien

—Por favor déjame en paz, Hoseok, en estos momentos lo que menos necesito es que me jodan, mañana nos vemos en el restaurante, hasta luego —Entró a su casa y le cerró la puerta en la cara al chico de grande sonrisa—.

Pasó del umbral de la puerta y su perrito salió a saludarlo de nuevo, lo acarició un poco y luego subió a su habitación; se quitó la ropa ensangrentada, puso una toalla en su cadera y se dirigió al cuarto de baño. Miró su rostro en el espejo, lleno de moretones y marcas llenas de sangre, también los nudillos de sus manos que estaban rojos y ensangrentados.

—Que asco...Juro que te haré la vida insignificante...

(...)

Por otro lado, el moreno llegó a su casa a las doce y cuarenta de la madrugada.
Abrió la puerta de su casa con el máximo cuidado para no hacer ruido, pues quería evitar que vieran el desastre que era su rostro gracias al azabache.
En cuanto entró, se quitó sus zapatos para caminar sin hacer ruido, pero al hacerlo, la luz se encendió, causando que el rubio rápidamente pusiera la capucha de su sudadera y tapara su rostro con esta, pero como no era suficiente, tuvo que bajar su mirada.