Capítulo 4

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Desearía decirles que salimos ilesos después de que Patrick nos persiguió por toda la escuela, pero al final nos lanzó una piedra y a Alcides le reventó la nariz. Auch. Al final lo enviaron a casa antes porque la de enfermería no soportaba sus quejas.

— ¡Esclavo! — grita Alcides desde el sillón.

— ¿Qué? — Patrick le responde de mala gana desde la cocina.

— Responde como te enseñe — le ordena.

Suspira — ¿Qué amo?

— Eso, ahora traedme unas galletas — prende la televisión.

— Y a mí un refresco — agrego.

— Si, también tráele un refresco a mi invitado — me da la razón.

— ¿Invitado? Él vive aquí — exclama frustrado.

— ¿Y? — hablamos los dos al mismo tiempo.

Resulta que Patrick se sintió tan culpable de haberle roto la nariz de Alcides, que le dijo "cualquier cosa que necesites, no dudes en pedírmelo" y él se lo tomó muy en serio, lo que es muy injusto porque cuando Alcides le rompió el brazo a Patrick, él no se puso así, solo lo perdonó apenas llegó al hospital.

Alguien toca la puerta y me levanto a abrir porque el "esclavo" está preparando galletas.

— Hola — me saluda Odette cuando abro la puerta.

— Hola, ¿a qué debo tu visita?

— ¿Ya compraste las flores? — interroga.

— No, aun no, Patrick las comprará después de su junta con su padre y hermano en unas horas — le explico.

— Muy bien, si necesitas algo me dices, ¿entendido, Eros? — ofrece.

— Seguro, gracias — ella se va y cierro la puerta.

El día transcurre con la mayor normalidad que puede haber en este departamento. De vez en cuando tengo que calmar a Patrick para evitar que le cause un mayor daño físico a mi otro amigo. El trámite para nuestro seguro de vida aún no está terminado, bueno el de Patrick sí, pero el de Alcides y mío no.

— Ya me voy a la junta, rueguen porque no sea nada malo — avisa Patrick antes de salir del departamento.

— ¡No olvides mis flores! — le grito antes de que se vaya.

— Seguro — se va.

— Voy a prender una veladora — dice Alcides de pronto y se levanta del sillón.

— ¿Para qué?

— Para que nuestro retoño valla y venga con bien — responde como una señora mayor y una enorme sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro.

— Si claro — cambio de canal.

— ¿No vas a practicar lo que le dirás a Alicia? — se vuelve a sentar.

— No lo sé, tu qué dirías — volteo a verlo.

Alcides parece pensarlo un momento. Él es bueno con eso de las disculpas, tuvo que pedir varias a lo largo de su vida. Pasea por la sala con pose pensativa y finalmente se detiene frente a mí.

— Oh, Alicia, lamento mucho lo que te dije, no quisiera que estés enojada conmigo si al final terminaremos amándonos...

— Eso no va a pasar — lo corto.

— Silencio — frunce el ceño — como decía, no sé qué es lo que te orilla a hablar a estas horas de la noche sola, pero quiero que sepas que eso ya no será algo por lo que te tendré que molestar...solo quiero el número de tu amiga Dana para dárselo a Alcides — finaliza y corre a la cocina.

— ¿Te gusta Dana? — lo sigo. Esto no me lo esperaba.

— No lo sé, pero estoy seguro de que Patrick también quiere con ella — toma un jugo.

— Creí que te gustaría Odette, ella se parece mucho a ti — le comento sentándome en la isla de la cocina.

— Y por eso no me atrae, yo necesito a alguien distinto, Eros.

— Bueno, te ayudaré con eso — le sonrío.

— Gracias, no por nada eres Cupido — me lanza un beso y se va a su cuarto.

Suelto un suspiro mientras sonrío, me encamino a la sala y tomo mi mochila.

— Hola tarea — digo mirando los libros.

***

— ¡Tiene que ser una broma! — Patrick entra azotando la puerta principal haciéndome despertar. Así es, me quedé dormido mientras hacía tarea.

— ¿Qué sucede? — me levanto de golpe al verlo con el cabello despeinado y caminando de un lado a otro. Enojado.

Déjenme decirles que muy pocas veces se le ve a Patrick Agosti enojado. Siempre está serio, sonriendo o poniendo el ambiente en las fiestas, pero nunca enojado.

— Luego te explico — se deja caer en el sillón.

— Sé que estás tenso pero...

— Las flores están en la mini mesa de la entrada — responde sin mirarme y con los puños apretados. Esa junta no estuvo nada bien.

— Gracias, deberías ir a descansar y mañana hablamos — le aconsejo.

— Tienes razón, te veo mañana y...suerte con lo de Alicia — me sonríe y entra a su habitación.

***

Al dar la hora establecida por Odette, tomo las flores y subo hasta la azotea. Ya en el lugar, camino de un lado a otro, no sé qué decirle, estoy muy nervioso, quiero que seamos amigos o por lo menos que me hable en la escuela o cuando nos vemos en el pasillo. No podemos seguir así.

Parezco un novio que va a pedir la mano de su novia en matrimonio a sus padres, es extraño. Escucho la puerta abrirse y me detengo en seco volteando a verla.

— ¿Qué haces aquí Eros? — me mira enarcando una ceja.

— Yo... — miro a todos lados, como esperando una respuesta.

— ¿Qué? — se escucha más molesta.

Suelto el aire que tenía contenido — Lo lamento, sé que cometí un error y lo acepto Alicia, pero no quiero que una amiga este así de enojada conmigo, no me gusta, también sé que es probable que no me hables como antes pero yo me voy a encargar de que volvamos a ser amigos...

— ¿Y las flores? — me interrumpe.

— Odette me dijo que serían un buen toque — me encojo de hombros.

— Muy bien — mira hacia arriba y luego a mí.

— Una vez más, en serio lo siento Alicia, no era mi intención llamarte loca...no volveré a molestarte cuando vengas aquí a...hablar — le extiendo las flores y le sonrío de la manera más tierna e inocente que puedo.

Ella lo piensa un momento, temo que no me perdone. La veo sonreír ligeramente y tomar las flores, las mira unos segundos y luego a mí.

— Te perdono Eros, sé que no era tu intención y prometo no despertarte la próxima vez — me da una sonrisa a labios cerrados.

— Gracias — me acerco a ella y la abrazo.

Valla, creo que Odette en serio conoce a sus amigas. Cuando me alejo de ella le doy un último adiós y me dirijo a la puerta.
Llegó a mi departamento y me encierro en mi cuarto a dormir.

No pudo salir mejor

La chica que le habla a la luna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora