51: "Chantaje"

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Ruggero

Aprieto mis puños hasta sentir dolor en estos, estoy tratando de controlarme para no aventarme sobre ese tipo que se ha atrevido a llamarme "hijo". Doy media vuelta y lo encaro, está tal y como lo recuerdo.

Cabello oscuro con unas cuantas canas producto de la edad, arrugas en la frente y a los costados de la boca, sonrisa fresca y aquellos ojos, que aunque no quisiera, irradian miedo. Y lo acepto, tengo miedo, miedo de lo que pueda hacer.

— ¿No le vas a dar un abrazo a tu padre? — dice irónicamente, abriéndose de brazos.

Sonrío. No hay hombre más conchudo que él, de eso estoy seguro. La pregunta aquí es ¿Que hace acá?

— ¿A que has venido? — le pregunto sin mas preámbulos.

— Iré al grano. Como ya sabes, he salido de la cárcel después de dos meses por culpa de la zo...de tu madre. — se corrige y traga saliva. — así que, necesito dinero.

— Anda ve y trabaja.

— Ja, ¿Y a que se supone que me voy a dedicar? Como sea, quiero dinero. Tú me consigues ese dinero, y yo me voy de sus vidas, nunca me vuelven a ver mas.

Fácil y sencillo. Para él, todo es sencillo. No voy a negarlo, estoy reconsiderado su propuesta. No volver a verlo nunca más, no es una idea que me de orgullo decir, después de todo el daño que nos ha hecho, sigue siendo mi padre, hasta el último de mis días. Pero si se trata de la tranquilidad de Liliana y de mi madre, estoy dispuesto a aceptar.

— ¿De cuanto estamos hablando? —  cuestiono, cruzandome de brazos.

— Bastante. Lo suficiente para vivir unos cuantos meses. — dice. Mira al suelo por breves segundos para luego alzar la cabeza y clavar su temible mirada en mí. — Rugge, yo sé que debes odiarme, y no te juzgo. Tienes todo el derecho de hacerlo, he cometido graves errores, y los estoy pagando, no tengo ni donde caerme muerto, por eso recurro a ti. Y también para hacerte un favor, no los volveré a joder, será como si...me hubiese muerto.

— Tus palabras no me conmueven. ¿Que creías, que con ese discurso terminaría todo, olvidaría todo lo que nos hiciste? Te equívocas. Te ayudaré solo para que nos dejes en paz y comiences de cero. Quizá puedas enmendar tus errores, pero ya no cerca de nosotros.

— De acuerdo. — responde, alzándose de hombros. Parece que lo que acabo de decir no le ha afectado en lo mas mínimo. — vendré en unos días por el dinero. Hasta entonces, Ruggero.— dándome una última mirada, desaparece entre las grandes puertas.

Siento un nudo en mi corazón, quizá sea un vacío, o un simple alivio, alivio de que mi familia permanecerá tranquila y sin preocupaciones. Ahora solo debo pensar en conseguir ese maldito dinero. Tengo algunos viejos contactos, de cuando me dedicaba a las carreras ilegales. Pagaban bien por una partida ganada, espero y pueda participar.

Pero luego recuerdo porque me salí. Sufrí un accidente, un grave accidente, fue en ese momento donde dejé esa mala vida, de obtener dinero tan fácil.

Sacudo la cabeza, haciendo a un lado los pensamientos de mi tonta cabeza, y vuelvo a caminar hacia la fraternidad. Mi mente se cierne en una sola persona: mi padre. No lo odio, no puedo hacerlo, después de todo es eso, mi padre. No tengo recuerdos de él haciéndonos reír, portándose como un verdadero papá. La mayoría de recuerdos son malos, de las veces que llegó ebrio, a causar problemas, y mas problemas de los que ya había.

— Hey, Rugge ¿Estas bien? — vuelvo a la realidad al oír la voz de Emilia dirigiese a mi.

Asiento mientras finjo una sonrisa. Ella me la devuelve con mas entusiasmo, mientras vuelve a preguntar si me encuentro bien. Hace días no hablamos, bueno a excepción de por chat, en los entrenamientos solo la veía a distancia. Y debo admitir que ese traje de porrista le queda jodidamente bien.

2| La Chica Mala |Ruggarol| #ECHM2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora