Paulo sintió una intensa molestia contra esa chiquilla; por alguna razón odiaba a los chicos. ¡Casi la pisaba y luego tendría que pagar los daños! ¿Por qué la gente no se ocupaba de sus hijos y los dejaba tirados en cualquier lugar de la tienda? ¿Acaso pensaban que su tienda era una guardería? Se agachó para estar a su altura. Tenía la piel lisita como una seda, su pálido rostro resaltaba sus redondos ojos fijos. Paulo no dejó notar lo hermosa que era niña.
- ¿Estás sola? – le preguntó molesto.
- No.- Cata estaba asustada, ese hombre no parecía bueno. La miraba bastante raro... ¿y si le hacía algo malo? Giró la cabeza pero su tía no estaba por ningún lado.
- ¿Te perdiste de tu mamá, niña?
Catalina recordó que su madre nunca le permitió hablar con extraños. Paulo, en cambio, quería escuchar hablar a esa niña, tenía curiosidad por su voz. Pero antes de que Cata pudiera replicar algo, Elizabeth habló.
- Harry, quiero que...
- Vete de una vez – dijo Paulo, contrariado de que haya interrumpido a Cata. ¿Es que no saben follar y luego dejarme en paz?, pensó irritado.- Después hablamos.- Elizabeth murmuró algo que no se oyó y se retiró.
Cata volvió a entornar su mirada. ¿Por qué trataba ese señor trataba así a la mujer? Ese hombre no era bueno, y le dio tanta bronca que pateo la pelota. No tenía que tener miedo, no iba a hacerle nada malo...
- Deberías ir a buscar a tu madre.
- No estoy con mi mamá.-le contestó Cata de mal modo. Paulo rodó los ojos, pensando que a pesar de su corta edad ella tenía un genio de los mil demonios.
- Entonces vamos a buscar tu padre, niña. No puedes quedarte sola aquí. - dijo Paulo- ¿O quieres que me enjuicien por la desaparición de una menor? - Cata lo miró, no entendía ni una palabra de lo que ese señor le decía, pero la puso triste escuchar que nombraba a su padre...
- Yo no tengo papá.- Paulo sintió algo aflojarse adentro... Él tampoco había crecido con su papá, murió hace años... Se sentó a su lado en canastita. Ella seguía mirándolo desconfiada y se alejó de él.
- ¿Con quién viniste, niñita? – preguntó disgustado.- No voy a hacerte daño.
- ¿Quién eres tú? No me permiten hablar con desconocidos.- Paulo sonrió de forma irónica. ¿Acaso no se daba cuenta quién era? ¡Todos lo conocían!
- No hagas bromas, niña. Ya sabes quién soy... ¿acaso no me reconoces? – Cata negó.
- No se cómo te llamas- se expresó la niña, sin entender por qué ella debía saber quién era.-Ni te conozco. – Paulo la miró fijamente.
- Soy Paulo Dybala...- Cata abrió los ojos grandes y Paulo sonrió.- Ya se, quieres un autógrafo ¿verdad? Me pasa siempre, hasta con los más chiqui...
- ¡Eres el dueño de todo esto!- lo interrumpió Cata emocionada y se sentó sobre sus rodillas expresando el entusiasmo con sus manos - ¡Mira la cantidad de pelotas que tienes! ¡Los guantes! ¡Los muñequitos! ¡Las camisetas de...!- Paulo había dejado de sonreír. A esa niña no le importaban sus jugadas ni su fama, ni su carisma, ni su belleza. Sólo pensaba que lo más interesante eran los productos de la tienda. Esa niña diminuta y con voz finita, le estaba hiriendo el ego. No debía importarle, pero vaya, hasta las más pequeñas de las mujeres eran su debilidad.- ¿Me regalas una pelota de éstas? La fucsia... no, mejor la violeta... ¿sí?- lo miró esperanzada.
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Te Guardo. [Paulo Dybala x Oriana Sabaniti]
FanfictionA Paulo Dybala no le hace falta nada, tiene dinero, fama e incluso novia. Pero una parte de su pasado pueda estropear todo. [+18]