•Capítulo 38

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Pov's Leah

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Pov's Leah.

Mi cabeza da vueltas, mi cuerpo arde de adrenalina, mis ojos bailan mirando el lugar, mis pies se mueven en la pista y mis caderas se mueven con sensualidad. Ya perdí la cuenta de cuantos tragos he bebido, de cuantas bocas he besado y de cuantos chicos han pedido mi número. Estoy loca, literal loca por todo el alcohol que he bebido. He perdido el control de mi cuerpo y aunque mi conciencia sigue despierta, es mayor lo que hace el alcohol y mis ganas de por una noche olvidar el dolor y mis consecuencias.

Sergey, el importante empresario que conocí tuvo que irse, así que quedé sola. Prometió llamarme mañana y que me invitaría a desayunar en la suite de su hotel. Así que quedé sola y estuve tomando unos tragos, en pocos minutos conocí a una chica bastante alocada y me volví loca después de eso.

Aún en medio del alcohol, pienso en que debería estar feliz por cumplir un sueño antiguo, pero siento una opresión e insatisfacción en mi corazón.

Me subo a la barra y empiezo a bailar en el tubo, mi vestido se ha subido a tal punto de mostrar mis bragas, ahora no siento vergüenza pero estando en mis cinco sentidos sé que lo haría. <Que bajo he caído>. Pero de repente unos brazos me suben a unos hombros y me sacan de la barra.

— Oye.- Murmuro.

— Ni siquiera puedes hablar.- Escucho una voz ronca.-

Mi cabeza empieza a sentirse mareada y para cuando estamos afuera del casino-club, siento ganas de vomitar. Aquel hombre se da cuenta y me baja con cuidado. Apenas mis pies tocan suelo, el vomito hace acto de presencia ¡Iugh! En cuanto limpio mi boca empiezo a ver oscuro y caigo en los brazos de aquel hombre.

Al amanecer.

Abro mis ojos y veo un techo con decoraciones en mármol. Frunzo el ceño y miro a mi lado, veo un grande ventanal donde se ve el radiante sol y la ciudad de Las Vegas, miro hacia el otro lado y veo un closet gigante y dos puertas. Me siento y me mareo terriblemente. Cierro los ojos y tomo mi cabeza.

— Mierda.- Susurro cerrando los ojos.

Los abro de nuevo y veo puro lujo en la habitación, pero algo llama más mi atención ¡Hay muchas cosas de hombre! Me pongo de pie y miro mi atuendo, traigo una camisa de hombre.

— Buenos días, morena.- Escucho una voz ronca.

Subo la mirada y veo frente a mi a Sergey, mi boca se abre grandemente.

— Veo que estás confusa.- camina hacia la mesita de noche tomando su reloj de oro.— Anoche estabas demasiado ebria y haciendo cosas... Indebidas para una señorita como tú. Te traje a mi habitación de hotel porque no sé donde te hospedas. Tienes mi camisa, pero tranquila, te la ha puesto una de mis mucamas.- cuenta mirándome.

— ¿Una señorita como yo? Usted no me conoce.- Murmuro algo molesta. Sé que tiene razón, lo poco que recuerdo me provoca vergüenza y dolor porque esa no soy yo, no así.

Dulce Tormento. [EDITADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora