11 | dinner canceled again

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Era el día de su cita con Parrish

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Era el día de su cita con Parrish.

Después de casi diez años sin haber tenido ni una sola cita, por fin tenía una y no era con un adulto que la obligaba a salir de su casa para que no se convirtiera en una vieja amargada o con adolescentes.

Makayla no cabía en sí de la emoción, Melissa la había ayudado a escoger un vestido y también la maquillo y peino. Hablaron de todo, en realidad, la madre de Scott fue la que hablo más de las dos, también parecía estar incluso más emocionada que ella. En cierta forma la entendía, para la joven enfermera Melissa era como la madre que perdió de pequeña y para la mayor la chica representaba la oportunidad de tener una hija a quien mimar, en lugar de un hijo hombre lobo que pasaba más tiempo fuera de casa que en ella, por muy justificado que estuviera. Melissa no podía evitar sentir como su bebe se convertía cada vez con más velocidad en adulto y se alejaba de ella. Además, le agrava la idea de tener un hijo y una hija para ella.

Cerca de las seis la madre de Scott abandono el pequeño hogar de la rubia, dejándola sola y nerviosa. Se suponía que Jordan pasaría por ella a las siete. Así que llevaba desde las seis y media esperando pacientemente recostada en el sillón de la sala mientras leía Orgullo y Prejuicio.

Las ocho y el agente no aparecía. En su mente se pasaron mil y un motivos por los cuales el no habría llegado a tiempo a su cita. Quizá le surgió algo en la comisaria. Sin embargo, dos horas después y con un hambre de lobo llego a la conclusión de que le había dado plantón.

Justo en el momento en que se disponía a llamar a Melissa para derramar sus lágrimas junto a ella el teléfono móvil empezó a vibrar mostrando el nombre "Jordan Parrish" en la pantalla, esperaba que tuviera una buena excusa, si no sus lágrimas no serían las únicas que se derramarían aquella noche.

- ¿Si? - se maldijo al darse cuenta que su voz estaba temblando por los nervios.

- ¿Makayla? Lo siento, de verdad que lo siento. - se apresuró en decir el hombre del otro lado de la línea. - Me ha surgido algo en el trabajo y no he podido llamarte hasta ahora.

- Ya...

- Es enserio. Escucha, te prometo que te compensare ¿vale?

- ¿Qué es lo que ha sucedido?

- No creo poder decírtelo Mak.

- Está bien... no me lo digas. Hablare yo. Dos horas Parrish. Dos horas es lo que he estado esperando por ti, ni una llamada, ni un mensaje. ¿Tan importante era lo que estabas haciendo que ni un par de palabras podías enviarme?

- Makayla...

- No. - negó ella sintiendo las lágrimas caer. - No digas nada, porque ahora no soy yo misma y no sé si te perdonare o exagerare, hablaremos otro día Parrish.

Y colgó. Makayla era una chica sensible, muy sensible y con una desmedida inseguridad en consecuencias a la partida de sus progenitores. Por esa razón, cuando sus sentimientos se veían nublados o descontrolados debía tomarse un respiro y ordenar su cabeza, porque si no lo hacia tendía a exagerar o ignorar ciertas situaciones.

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