25 | nostalgia

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Unos minutos después de que Makayla dejara a Faye con Liam, Mason apareció en su casa dispuesto a pasar la noche jugando video juegos y comer comida chatarra como si no hubiera un mañana

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Unos minutos después de que Makayla dejara a Faye con Liam, Mason apareció en su casa dispuesto a pasar la noche jugando video juegos y comer comida chatarra como si no hubiera un mañana.

La mente de la morena aún se encontraba dándole vueltas al asunto de Makayla, tenían mucho de qué hablar y muchísimo que aclararse la una a la otra. Existía una historia completamente enrevesada detrás de eso, tan complicada como el hecho de acabar de encontrar a la hija de su hermana.

Entendió entonces porque Náyade nunca intento regresar con ellas. Lo hizo porque había iniciado una nueva vida en el mundo humano, porque se había enamorado y había tenido una hija.

De alguna forma se sintió dolida, su pequeña hermana creo una nueva vida allí sin ella. Empezó a pensar en que se sentiría ser madre, no como lo eran en la colonia, sino de la forma humana.

Sentir que una vida crecía en su interior y compartir ese momento con esa persona especial que te quiere y a quien quieres. Faye no sabía qué era eso exactamente y jamás pensó que podría extrañar algo que jamás había tenido.

Vivir en el mundo humano la estaba cambiando y si debía ser sincera, no era consciente hasta qué punto. Algo que la mantenía en vela por las noches era el momento en que tuviera que regresar a su verdadero hogar, no sabía si sería capaz de adaptarse de nuevo a su antigua vida.

Cada mundo era distinto, tenía sus cosas buenas y sus cosas malas, ninguno era mejor que el otro, pero había algo en el mundo humano que realmente era atrayente para las hadas.

Quizá se debía al caos, los chicos, la comida exótica, la tecnología (que parecía odiarla para era realmente interesante) y... los chicos, sin duda los humanos del género masculino eran increíbles en aquel lugar. ¿Serian todos los hombres igual de hermosos que los de Beacon Hills?

Extrañaba a sus hermanas, pero sobre todo a su pequeña Livy, su niñita rubia de ojos claros, ella que siempre la perseguía por todas partes, la cual desde pequeña se había aferrado a las faldas de sus vestidos y desde entonces no la había soltado.

Esa era su Livy, apegada y cariñosa, la hadita más tierna que Faye jamás había conocido - obviando a su hermanita Náyade - en toda la colonia.

Le prometió que regresaría, que no tardaría demasiado en hacerlo y que entonces ambas podrían vivir juntas para siempre.

Y ahora, de alguna forma una parte de ella estaba empezando a dudar de su promesa, incluso estaba pensando en traerse a Livy con ella. Quizá a Deaton no le importaría adoptarla también a ella, podrían vivir los tres en el mundo humano, en Beacon Hills y...

Faye dejó escapar un suspiro cansado, debía dejar esos estúpidos pensamientos de lado, no había forma que sucediera y aunque fuera posible, justo en ese momento debía centrarse en otras cosas.

Una pareja humana, un embarazo humano, una relación humana... básicamente una vida humana no era para ella. Aunque le gustaría que fuera real, su tiempo allí era limitado, mucho más incluso de lo que ella se imaginaba.

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