30 | the truth

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Faye no fue capaz de contestar a las constantes preguntas de Makayla sobre si se encontraba bien, lo único que era capaz de hacer era observar el rostro aniñado de su hermana sonreírle desde el medio de la carretera

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Faye no fue capaz de contestar a las constantes preguntas de Makayla sobre si se encontraba bien, lo único que era capaz de hacer era observar el rostro aniñado de su hermana sonreírle desde el medio de la carretera.

Abrió la puerta del coche, sintiéndose en modo automático, esperaba tener algo más de tiempo, tiempo para intentar convencer a las hadas de que no fueran, tiempo para explicarle a la manada, Liam y Makayla lo que realmente había ido a hacer a Beacon Hills, tiempo para idear un plan, pero ya no tenía nada.

- Hola, hermana mayor. - saludó la niña con su tono de voz infantil. - Estoy tan contenta de verte. - añadió avanzando hasta abrazarla.

Faye no devolvió el gesto, aún demasiado impresionada como para reaccionar, estaba aterrada de lo que pudiera suceder. Por primera vez en su larga vida había sido inconsciente, jugando con fuego sin pensar que si fallaba, no solo ardería ella.

- ¿Sorprendida? - inquirió la pequeña rubia. - Yo te avise que no te quedaba tiempo.

- ¿Faye? - la llamó Makayla siguiéndola fuera del auto. - ¿Quién es ella? ¿Qué está sucediendo?

Las palabras no lograban salir de su boca, su mente trabajaba en un plan con el que la menor cantidad de gente posible saliera herida, pero siendo realista, no encontraba ninguna que pudiera solucionar los problemas de todos y que, en consecuencia...

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Las palabras no lograban salir de su boca, su mente trabajaba en un plan con el que la menor cantidad de gente posible saliera herida, pero siendo realista, no encontraba ninguna que pudiera solucionar los problemas de todos y que, en consecuencia, les agradara.

No importaba cual fuera la solución, en cualquier opción siempre había alguien que salía herido o perdiendo.

- No debiste venir. - apuntó finalmente. - Yo estaba encargándome de todo aquí.

Su voz, normalmente risueña y aguda, se escuchó baja, neutra y oscura. Makayla abrió sus ojos ante la sorpresa, no parecía la misma persona que ella había conocido. Sus ojos grandes, llenos de curiosidad e ilusión, ahora se encontraban entrecerrados con altivez y fríos.

- No lo suficientemente rápido. - dijo la niña. - Algunas de nosotras creían que estabas perdiendo de vista tu misión. - explicó. - Y yo te echaba de menos.

- ¿Misión? ¿Qué misión? ¿Faye? - interrumpió la rubia sin comprender nada.

- ¿Quién es esa? - preguntó Livy con desagrado. - Una simple humana no debería relacionarse con nosotras.

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