09 | fake party

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Faye no estaba acostumbrada a no tener sus poderes, durante el día se había ido sintiendo cada vez más débil y todo aquello que la caracterizaba iba desapareciendo

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Faye no estaba acostumbrada a no tener sus poderes, durante el día se había ido sintiendo cada vez más débil y todo aquello que la caracterizaba iba desapareciendo. La forma grácil en que movía, ahora era demasiado torpe. La tranquilidad constante de las hadas, ahora estaba a punto de tirarse del cabello. La capacidad de percibir cosas que los humanos no podían.

Finalmente su cuerpo colapso induciéndola en un profundo sueño. Ni bien había anunciado a Scott lo que la luna llena provocaba en las de su especie, se había derrumbado sobre él quedando inconsciente.

"Los rayos del sol iluminaban el bosque por completo mientras Faye recogía las gotas de roció que caían de las hojas de las flores. Aquella mañana se había anunciado la muerte de la madre de Faye y Náyade, su hermana pequeña.

La reina era la encargada de anunciar aquel tipo de acontecimientos. En el palacio real existía una sala donde una luz brillaba por cada hada que pertenecía o había pertenecido a la colonia y cuando dicha luz se apagaba significaba el fin de dicha vida.

Faye nunca había estado demasiado unida a su madre, cierto rencor nacía en ella cada vez que su hermana pequeña la nombraba. La madre de las hermanas había abandonado la colonia hacía más de cuarenta años, dejándola a ella para cuidar a su pequeña hermana de no más de doscientos años de vida, unos diez en edad humana.

El hada mayor nunca le perdono que las abandonara por un hombre del que se había enamorado. Anjana, la madre de las chicas había caído enamorada de un joven cazador y decidió abandonar su forma de hada para vivir una vida junto a él. Pero los planes no habían salido como esperaba y el hada acabo enloqueciendo.

Faye siempre había escondido aquello de Náyade, la pequeña hada estaba muy unida a su madre sufriendo en aquel entonces su partida y hoy, su muerte.

- Debemos arreglarnos para la ceremonia Nay. - comento Faye entrando en la pequeña casita de madera que reposaba sobre la copa de un árbol.

- No quiero. - contesto la chica escondiéndose entre la sabana de seda de su cama.

- Ya no tienes doscientos años Nay, eres una mujer ahora. - hablo la mayor dejando el cubo lleno de gotas de roció sobre la mesa.

- Aun no cumplo los trescientos Faye, soy una niña.

- La mayoría de edad para las hadas es de doscientos ochenta, solo te faltan diez años, ya eres adulta. - insistió sentándose en la cama acariciando la espalda de su hermana.

- No quiero que me vean así Faye. - lloro la pequeña girando su rostro para observarla.

- Siempre estas preciosa mi nenúfar. - dijo sonriendo.

- No es cierto, tengo el rostro hinchado de llorar.

- Oh... es cierto... ahora pareces una rana de mejillas hinchadas. Tienes razón, será mejor que no salgas así, que vergüenza seria caminar junto a ti.

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