Capítulo 3

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El viernes a mediodía cuando llegué al bar Marcos no estaba, no me había dicho nada, pero supuse que saldría tarde del trabajo y me entristecí un poco, era fin de semana así que no podría verle en varios días.
El sábado no había quedado con las chicas y decidí dedicar la tarde a preparar algo de comida para la semana y después preparé un baño con espuma, me puse una mascarilla, me serví una copa de vino y me pasé casi una hora metida en la bañera escuchando música.
Estaba terminando de hacerme la manicura cuando, sobre las ocho y media, recibí un mensaje:

"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia."
¿Estás en casa?

Era Marcos, pero no entendía nada de lo que había escrito, respondí a su mensaje:

"Si, ¿...? "

De nuevo otro mensaje:

"Tengo algo para ti ¿puedes bajar al portal?"

Fui corriendo hacia la ventana y vi su coche aparcado frente a la puerta. ¡Estaba allí!
Me quedé paralizada durante un momento sin saber qué hacer, ni siquiera estaba vestida como para salir a la calle, llevaba puestas unas mallas, una camiseta vieja y estaba descalza.
Pensé en las cosas que me había dicho Marta la noche que hablamos de él y de nuevo, sin saber muy bien de dónde saqué el valor, respondí:

"1ºA ¿subes?"

Apenas unos segundos después sonó el timbre, respiré hondo un par de veces intentando calmarme, estaba temblando.
Abrí la puerta y allí estaba, con su sonrisa perfecta, le brillaban los ojos y me quedé embobada mirándole sin poder asimilar aún que le tenía delante.

-Perdona que me haya presentado así sin avisar, pero no podía esperar, quería darte esto- me enseñó el libro que traía en la mano, El Juego del Ángel- es la segunda parte del libro que leímos, lo que te escribí antes es la frase con la que empieza.

Yo seguía allí parada como una idiota observándole y sin poder articular ni una sola palabra. Me fijé en cómo iba vestido, llevaba una camiseta negra de manga corta y unos vaqueros desgastados de color claro, sonreí imaginando cómo le sentarían por detrás.

-¿Lucía estás bien?
-Si, perdona- reaccioné por fin- es que me sorprende verte aquí. ¿Quieres pasar?
-No quiero molestarte, igual estabas ocupada.
-No, tranquilo, no estaba haciendo nada interesante.

Fuimos directos al salón, Marcos curioseó un poco la estantería donde tenía todos los libros y los CDS mientras yo intentaba recoger un poco la mesa, había dejado el neceser con todos los esmaltes y los utensilios de manicura por allí y me di cuenta de que no me había pintado la mitad de las uñas.

-Siento recibirte con estas pintas, no esperaba visitas.
-Yo te veo bien así.
-¿Quieres tomar algo? Tengo vino, cerveza y refrescos.
-Prefiero cerveza, gracias.

Me acerqué a la nevera y saqué un botellín, yo aún tenía la copa de vino en la mesa.

-Te haría un tour por la casa, pero básicamente lo que ves es todo lo que hay, salón con cocina abierta, un dormitorio y un baño, este piso es pequeñito aunque para mí sola es suficiente, además tiene algo que me gusta mucho, en la habitación hay un balcón bastante grande y las vistas son lo mejor, por detrás de este edificio no hay nada construido y desde ahí puedo ver toda la ciudad.
-¿Puedo verlo?
-Claro, es la puerta de la izquierda- señalé.

Marcos se adelantó, me quedé detrás de él y pude comprobar que aquellos vaqueros le sentaban realmente bien.
Salimos al balcón y estuvimos allí un rato hablando.

-Tenías razón, aunque creo que de noche con las luces tiene que ser aún mejor.
-Lo es, ahora que llega el verano muchas noches salgo a leer aquí ¡Por cierto! Gracias por traerme el libro, pero ¿no dijiste que lo leeríamos juntos?
-Si, pero teniendo guardias hay muchos días que no nos vemos, y pensé que a lo mejor te apetecía más leerlo sola.
-Podemos leerlo a la vez, aunque tardemos un poco más no importa.
-Entonces si te parece bien me lo llevo al bar y cuando coincidamos podemos empezarlo.
-Perfecto, así me da tiempo a terminar el que estoy leyendo, aunque me falta poco, seguro que esta noche lo acabo.
-Es sábado ¿vas a quedarte en casa leyendo?
-Si, así de aburrida es mi vida. Y tú, ¿no tienes planes?
-No, hoy no tengo el cuerpo para fiestas, acabo de salir de una guardia de 36 horas, por eso no estaba ayer a mediodía. Un compañero me llamó el jueves por la noche para preguntarme si se la podía cambiar, entré el viernes a las 8 de la mañana y he salido hace un rato.
-¿Y has venido aquí directo?
-He pasado antes por casa a ducharme. Encontré el libro en la biblioteca del cuartel, cuando lo vi me acordé de ti y no quise esperar al lunes. Aunque debí llamarte antes.
-No importa- sonreí.
-En fin... debería irme, ya te he entretenido bastante.

Marcos y LucíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora