Capítulo 14

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-¿Lucía Gil? Le habla la policía ¿puede abrir la puerta, por favor?

No me lo podía creer.

Esto no podía estar pasando.

-¡Ábrenos la puerta o empezaremos a cantar!

Estuve a punto de no hacerlo, pero si no les dejaba subir, sabía que montarían un espectáculo.

-Subid sin hacer ruido por favor, no son horas de armar escándalo.

Me miré al espejo y me limpié un poco la cara como pude, tenía los ojos hinchados de llorar y no me había desmaquillado, parecía un mapache.

Abrí la puerta y allí estaban los dos, Alberto y Marcos, borrachos como una cuba a las cuatro de la madrugada en la puerta de mi casa y tan felices, como si nada hubiera pasado.

Alberto se abrazó a mí tropezándose y Marcos tuvo que sujetarle para que no terminara en el suelo.

-Hemos tenido una idea fantástica Lucía- dijo Alberto- Marcos me estaba llevando a casa, pero quería verte y hemos pensado que podíamos tomar aquí la última copa.

-¿Habeis venido hasta aquí conduciendo?

-Si- dijo Marcos enseñándome las llaves del coche- pero yo estoy bien, todavía controlo.

Se balanceaba de un lado a otro y arrastraba las palabras al hablar.

-Esto es increíble, joder- contesté.

Le quité las llaves de la mano y las guardé en el bolsillo del pijama.

-¿Nos pones una copa, o nos vamos a tomarla a un bar?- Alberto seguía insistiendo mientras intentaba sentarse en el sofá.

-Creo que deberíamos irnos, Lucía no está de humor- dijo Marcos en tono jocoso- ¿Me devuelves las llaves?

-No pienso dejarte conducir en este estado. Debería daros vergüenza, sobre todo a ti- dije señalándole.

Marcos se aproximó sonriendo, pero le corté enseguida las intenciones.

-No te atrevas a acercarte a mí. Siéntate en el sofá con Alberto, voy a preparar café.

Les puse un café bien cargado que no sirvió de nada, habían bebido tanto que ya no les hacía efecto.

Alberto se había quedado medio dormido en el sofá, Marcos me miraba en silencio y cuando hizo intención de hablar, le interrumpí.

-Lucía...

-Ayúdame a llevar a Alberto a la cama, será mejor que durmáis un poco antes de iros.

-Podríamos dejar aquí a Alberto y dormir tu y yo juntos.

Le fulminé con la mirada.

-Esto es alucinante. Pero tú, ¿qué es lo que esperabas esta noche presentándote así en mi casa, Marcos?

-Solo quería verte y pasar un rato contigo ¿podemos al menos hablar?

-No creo que estés en condiciones de mantener una conversación. ¿Vas a ayudarme con Alberto o tengo que llevarlo yo sola?

Llevamos a Alberto hasta la cama, le quité los zapatos y salí de la habitación.

-Tú puedes descalzarte solo, duerme aquí esta noche y mañana cuando se os haya pasado la borrachera, salid los dos de mi casa.

Me fui al salón y cerré la puerta, dejando claro que no quería que me molestase, estaba tan enfadada con él, que en ese momento le hubiese abofeteado.

Marcos y LucíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora