Durante unos segundos no dijo nada, no se movía, ni siquiera pestañeaba, parecía como si quisiera pedirme permiso para hacerlo, como si estuviera esperando una señal.
Pero esta vez fui yo quien tomó la iniciativa.
Le besé, aunque con cierta timidez, y Marcos respondió de manera dulce y pausada.
Fue un beso lento, de esos que se disfrutan a cada segundo.
Marcos volvió a sonreir y noté un brillo diferente en sus ojos, había deseo en su mirada.
Recorrió la silueta de mi boca con la yema de su dedo pulgar, acarició mi mejilla y yo le besé de nuevo, esta vez con más prisa, con más ganas.
Colocó su mano izquierda por detrás de mi cuello, enredando sus dedos entre mi pelo mientras su mano derecha seguía en mi cintura, presionándome contra su cuerpo.
De alguna manera y sin darme apenas cuenta nos habíamos desplazado hasta terminar apoyados en el marco de la puerta.
Deslicé mis manos hacia el cuello de su camisa, desabrochando un par de botones, Marcos me miró un tanto sorprendido por mi actitud tan decidida.-¿Estás segura Lucía?- dijo.
Asentí, en ese momento lo único en lo que podía pensar era en terminar de desabrochar los botones de la camisa, ya no podía contener por más tiempo la tensión que existía entre nosotros.
Me besó de manera intensa, y sus manos se colaron por debajo de mi ropa, deslizándose por la espalda hacia la zona superior.
Se deshizo de mi camisa casi al mismo tiempo que yo terminaba de quitarle la suya mientras nos dirigíamos a la habitación.
Me recreé durante unos segundos acariciando su torso desnudo, era perfecto, como una escultura tallada, sonreí pensando que, si Miguel Angel hubiese conocido a Marcos, El David le parecería poca cosa.
Retiró mi melena hacia un lado y me desabrochó el sujetador deslizando los tirantes, yo, de manera instintiva encogí un poco los hombros, Marcos seguía con la mirada fija en mi cuerpo, con las pupilar dilatadas, sonriendo y mordiéndose el labio inferior.
Me resultaba excitante observar cada uno de sus movimientos, sus gestos y esa forma de mirarme me hacían sentir un poco más segura, me sentía deseada, él me miraba como si yo fuese perfecta.
Bajó la cremallera de mi pantalón y yo desabroché el botón del suyo, seguimos desnudándonos con cierta prisa, y es que yo podía tener mis miedos y vergüenzas, pero tampoco era de piedra y Marcos era increíblemente atractivo.
Nos dejamos caer en la cama y él se colocó sobre mí, me besó en los labios de manera provocadora, rozándolos con su lengua, mordisqueándolos suavemente, y de la misma manera besó mi cuello, mi pecho y así continuó deslizándose hasta cubrir cada centímetro de mi piel, recreándose entre mis piernas.
Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella sensación tan placentera durante varios minutos hasta perder la consciencia y cuando los abrí de nuevo, Marcos había regresado a mis labios sonriendo de manera pícara, y sus ojos seguían expresando deseo.
Me giré acomodándome sobre su cuerpo con mis manos colocadas en su pecho, no podía dejar de tocarle.
Su piel, sus músculos, su olor, su mirada, su sonrisa, todo en él era irresistible para mí.
Me incliné con intención de besarle y él se incorporó provocando que yo quedase sentada sobre sus piernas, me abracé a su cuerpo, rodeando su cuello con mis brazos, acariciando su espalda.-No tienes ni idea de cuantas veces he imaginado esto- dijo mientras me tumbaba de nuevo sobre la cama, sujetando mis manos con las suyas por encima de mi cabeza.
Noté como se me aceleraba la respiración, escuchar su voz casi en un susurro y aquella sensación de dominio sobre mí me excitaron aún más, Marcos era dulce pero también apasionado, y sabía perfectamente cómo combinar aquella mezcla en la dosis justa, me entregué a él por completo y los dos terminamos envueltos en un torbellino de besos y caricias, rindiéndonos al placer.
Nos quedamos tendidos sobre la cama mientras tratábamos de recuperar el aliento.
Apoyé mi cabeza en su pecho y él acarició mi pelo, podía sentir los latidos de su corazón, aún acelerado.-¿Estás bien?- preguntó.
-Mejor que bien.Marcos me besó en la frente y me abrazó fuerte contra él, y deseé sentirme siempre así, tan segura, tan protegida entre sus brazos.
Poco después me levanté a por un vaso de agua y me quedé unos minutos sentada en el sofá.
El sexo con Marcos había sido alucinante, nunca antes había conectado con alguien de esa manera, si cerraba los ojos aún podía percibir lo que sentía al contacto de sus manos en mi piel, me distraje reviviendo en mi mente todas esas sensaciones que había experimentado.
Una canción empezó a resonar en mi cabeza y comencé a tararearla sin darme cuenta de que Marcos estaba allí apoyado en la puerta, a medio vestir, con la camisa aún desabrochada y mirándome con gesto divertido.
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Marcos y Lucía
Teen FictionLucía es una chica de 24 años, insegura y llena de complejos. Marcos tiene 27 años, es un chico atractivo, divertido y seguro de sí mismo. Una leyenda japonesa da comienzo a ésta historia llena de dudas, miedos, atracción, sexo, lágrimas, rupturas...