Marcos acarició mi mejilla dedicándome una sonrisa.
Cuando pude reaccionar unos segundos después, de pronto me puse algo nerviosa, sonreí sin saber muy bien qué hacer ni qué decir y me aparté de él bajando la mirada un tanto avergonzada.-¿Puedes esperar un segundo? Necesito ir al baño- hablé al mismo tiempo que salía de la cocina y le dejé solo.
Estuve allí encerrada varios minutos, me temblaba el cuerpo entero, tenía que tranquilizarme un poco.
-¿Estás bien?- preguntó dando unos golpecitos desde el otro lado de la puerta.
-Si- salí del baño- estoy bien, solo necesitaba un momento.
-No quiero que te sientas incómoda por lo que acaba de pasar, si te ha molestado yo...
-No- le interrumpí- no es eso, es solo que... haces que me ponga nerviosa y no he sabido cómo reaccionar- dije sonrojándome por millonésima vez ante él.Regresamos al salón, Marcos cogió de nuevo su copa de vino y se quedó de pie, yo me acomodé en el sofá intentando ocultarme entre los cojines.
Sonrió mirándome con ternura, como quien mira a un cachorrito abandonado en una caja.-Esta es una de las cosas que más me gustan de ti.
-¿El qué? ¿Qué me comporte como una adolescente? -dije.
-No, la cara que pones cuando algo te da vergüenza, te sonrojas, ladeas la cabeza y encoges los hombros, como si te disculparas por ello.
-A lo mejor debería hacerlo, quizá esperabas algo... mejor.Dejó la copa en la mesa y se sentó a mi lado, girando el cuerpo para poder mirarme de frente.
-No esperaba nada de esta noche, solo pasar un rato juntos, nunca he dado nada por hecho contigo Lucía, sé que necesitas tu tiempo y pretendo respetar eso.
Yo seguía hecha un ovillo, sujetando un almohadón enorme entre los brazos que me tapaba un poco la cara.
-Lo que ha pasado no era algo que tuviese planeado, no sé si ha sido por la música o porque estábamos demasiado cerca pero no he podido resistirme. Aunque tampoco me arrepiento, hace mucho tiempo que quería besarte y no sé qué pensarás tú, pero yo creo que ha sido increíble.
-Yo también lo creo- respondí en un susurro.
Marcos me quitó el cojín de las manos y se acercó.
-Ven aquí- dijo pasando un brazo por encima de mis hombros.
Me incliné ligeramente apoyándome contra su cuerpo. Respiré hondo y sentí como poco a poco los músculos de mi cuerpo se relajaban, ya no estaba tan tensa y los nervios habían desaparecido, algo que me resultó extraño, teniendo en cuenta que Marcos acababa de decirme que deseaba besarme desde hacía tiempo.
¡A mí! ¡Alguien como él!
No me lo podía creer, si él supiera que yo había soñado con ese momento cientos de veces...
Me perdí en aquella conversación que estaba teniendo conmigo misma, cerré los ojos y recordé su sonrisa atrevida justo antes de besarme, sus manos sujetando mis caderas en aquel balanceo y esa sensación indescriptible que tenía con cada roce de sus labios...-¿En qué piensas?- dijo Marcos de pronto.
Quise matarle por haber interrumpido aquel momento, quise decirle que pensaba en él, quise besarle de nuevo para hacerle callar, pero no lo hice.
No hice nada, nunca hacía nada porque me faltaba valor para tomar la iniciativa, me faltaba valor para reconocer abiertamente ante él lo mucho que me gustaba y lo mucho que deseaba que aquel beso se repitiera una y mil veces.-Pienso en helado ¿te apetece un poco? Es de chocolate y frambuesa.
-Solo si prometes volver a sentarte aquí conmigo.Asentí y me incorporé para ir a la cocina.
Serví un par de bolas de helado en un bol, cogí dos cucharas y regresé al salón.
No se había movido, su brazo seguía apoyado en el respaldo del sofá, invitándome de nuevo a recuperar mi sitio, me coloqué en la misma posición y Marcos sonrió satisfecho.
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Marcos y Lucía
Teen FictionLucía es una chica de 24 años, insegura y llena de complejos. Marcos tiene 27 años, es un chico atractivo, divertido y seguro de sí mismo. Una leyenda japonesa da comienzo a ésta historia llena de dudas, miedos, atracción, sexo, lágrimas, rupturas...