Capítulo 4

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Marcos entró en el bar con Alberto, y dos chicas más que le acompañaban.
Llegaron hablando y riendo y cuando Marcos me vio allí le cambió la cara.

-Lucía ¡lo siento! He acompañado a Alberto a recoger a su novia, nos hemos quedado tomando algo y se me ha pasado la hora por completo.

Todos me miraban y Alberto, con el que ya había coincidido en alguna ocasión, se acercó a saludarme y me presentó a las dos chicas.
Belén era su novia, había estado viviendo fuera de la ciudad un tiempo por trabajo, después de casi un año consiguió que la trasladaran de nuevo aquí y regresaba esa misma tarde.
Silvia era la mejor amiga de Belén y amiga común de Alberto y Marcos, se conocían del barrio desde hacía tiempo pero no habían tenido mucho trato con ella hasta que Belén y Alberto comenzaron a salir.
Marcos se quedó un poco apartado mientras el resto charlaba conmigo, pero no presté demasiada atención a lo que me decían, estaba concentrada observando a Marcos, podía ser solo una sensación mía, pero me pareció que aquella situación le incomodaba así que después de unos minutos decidí marcharme.
Alberto insistió en que me quedase un rato más con ellos, pero no quise hacerlo, me despedí y salí del bar lo más rápido que pude.
Marcos salió detrás de mí.

-Lucía, espera. Lo siento de verdad, quédate. No creo que tarden mucho en irse, a lo mejor podemos leer un rato y después te llevo a casa.
-Mejor lo dejamos para otro día ¿vale?
-No quiero que te vayas así.
-No pasa nada, de verdad, no te preocupes por mí.
-Te acompaño a la parada al menos.
-No, vuelve ahí dentro, tus amigos han venido para estar contigo, ya nos veremos en otra ocasión.

Empecé a caminar con paso más ligero separándome de él.

-¡Buenas noches!- dijo.

Levanté la mano diciendo adiós mientras cruzaba la calle.
Esta vez no hubo besos ni sonrisas de despedida.
No le había mentido, entendía perfectamente la situación, pero no podía evitar sentirme un poco triste.
Deseaba pasar tiempo con él, podría haberme avisado de que llegaría tarde o posponer nuestro encuentro explicándome la razón, pero no lo hizo, simplemente se olvidó de mí.
Estaba con sus amigos, y yo no me incluía entre ellos.
Pero por muy mal que me hiciera sentir eso, sabía que no podía reprochárselo a él.
Aquella tarde fui consciente de que en realidad Marcos y yo no éramos nada, no teníamos nada.
No volvería a verle hasta la semana siguiente, sabía que tenía que trabajar y después llegaría el fin de semana, en cierto modo me alivió el hecho de no tener que encontrarme con él en unos cuantos días, eso me daría tiempo para recomponerme.
El sábado Elena, Marta y Susana vinieron a casa, habíamos organizado una noche de cine, compramos helado, pedimos un par de pizzas y pasaríamos la noche viendo alguna de nuestras películas favoritas.
A mitad de la película recibí un mensaje de Marcos.

"¿Puedo llamarte ahora? Quiero hablar contigo."

No sabía qué responder y le conté a las chicas lo que había pasado.
Susana casi nunca opinaba sobre nada, se limitaba a asentir y reconocer que ella no sabría qué hacer.
Elena insistía en que tenía que decirle a Marcos lo que sentía y Marta, en esta ocasión estuvo de acuerdo con ella.

-Luci, tienes que hablar con él. Piensa bien qué es lo que esperas de Marcos y acláralo de una vez porque si no terminarás haciéndote daño. No puedes pretender que él sepa lo que tú quieres si no se lo dices y tampoco puedes esperar nada de él si no sabes ni siquiera si le gustas.
Tenían razón, todo este tiempo había estado haciéndome ilusiones, imaginando las cosas que podrían pasar entre nosotros, pero no eran más que eso, pensamientos.
Entre nosotros no había nada y no era justo hacerle responsable de lo que yo pudiera sentir.
Fantasear con las posibilidades no me daba derecho a culparle a él si algo no sucedía como yo esperaba.
Respondí a su mensaje:

Marcos y LucíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora