Uno de los fines de semana que dedicamos a nuestros amigos organizamos la cena con ellos.
Esa noche noté a Belén un poco incómoda.
Conmigo se comportaba como siempre, pero no se integró demasiado con mis amigas, y menos con Susana, a la que miraba con recelo viendo la buena relación que tenía con Alberto, algo que pareció no gustarle demasiado, aunque Susana no se sentía atraída por él, simplemente se llevaban bien y habían adquirido cierta confianza.
Después de cenar decidimos salir a tomar algo, Belén había quedado con sus amigas, entre las que estaba Silvia, a la que yo, lógicamente, no invité a la cena.
No habíamos vuelto a verla desde el cumpleaños de Marcos, pero sabía que él estaba conmigo, Belén le había contado todo.
Tanto Marcos como yo la saludamos con normalidad, ya que estábamos todos juntos intentamos que las cosas fuesen bien, pero Silvia no fue especialmente simpática conmigo, directamente entre nosotras nunca hubo ningún problema, pero supongo que me veía como la culpable del rechazo de Marcos.
No era justo, pero en cierto modo, podía entenderla.
Desde el momento en que llegamos y Belén se reunió con sus amigas, su actitud cambió, nos apartó un poco del grupo y pareció convertirse en otra persona, hizo un par de comentarios poco afortunados respecto a Susana y eso, unido a la situación tensa con Silvia, me hizo sentir incómoda.
Marcos se dio cuenta, al igual que Alberto, era muy evidente que allí nadie estaba a gusto.
Marta, Elena y Susana estuvieron de acuerdo conmigo cuando les sugerí que nosotras podíamos irnos a otro bar, hablé con Alberto y con Marcos, pero los dos se negaron, y Alberto, algo enfadado, le reprochó a Belén su comportamiento, algo que no debió hacer delante de todo el mundo.
Lo que había empezado como una cena tranquila entre amigos se convirtió en un enfrentamiento entre ellos del que yo parecía ser la responsable por haber querido reunirlos a todos.
Decidimos marcharnos, pero le pedí a Marcos que se quedase con Alberto allí, si se venían con nosotras iba a ser mucho peor.
Aquella cena fue la peor idea que tuve en mucho tiempo, y las consecuencias fueron mucho más grandes de lo que creímos aquella noche.
Marcos y yo seguíamos como siempre, con nuestras rutinas, nuestros fines de semana juntos, nuestras citas de lectura...
Entre nosotros nada había cambiado, pero si cambió lo que nos rodeaba y eso de algún modo empezó a afectarnos.
Cuando coincidía en el bar con Alberto y Belén, ella a penas me dirigía la palabra y la cosa empeoró cuando Silvia apareció de nuevo, si estaban juntas, todo eran miradas y susurros, algunos días ni siquiera se sentaban en la misma mesa en la que estábamos nosotros.
En ese tiempo yo ya tenía cierta confianza con la hermana de Marcos, que solía pasar algunas tardes en el bar también, así que después de varios encuentros incómodos, las veces que coincidía con ellas, me apartaba y me quedaba hablando con Rocío o me marchaba un poco antes de lo habitual.
A Marcos no le gustaba que lo hiciese, y una noche discutimos por esa razón.
-Es que no entiendo por qué te vas- dijo.
-Pues porque me hacen sentir incómoda y prefiero apartarme.
-El problema es que también te apartas de mí.
-No es así, Alberto es tu mejor amigo y yo quiero respetar el tiempo que pasais juntos, además me cae bien y no tengo ningún problema en estar con él, pero si aparece en el bar con Belén y con Silvia, no quiero sentirme obligada a tener que soportarlas.
ESTÁS LEYENDO
Marcos y Lucía
Teen FictionLucía es una chica de 24 años, insegura y llena de complejos. Marcos tiene 27 años, es un chico atractivo, divertido y seguro de sí mismo. Una leyenda japonesa da comienzo a ésta historia llena de dudas, miedos, atracción, sexo, lágrimas, rupturas...